Para la vigésimo octava de San Isidro se lidió un encierro muy completo de Rehuelga, remendado por un astado de San Martín, lidiado en primer lugar. Una pena que no pudiese lidiar el encierro completo visto el buen conjunto que tuvo su juego. El ganado y sus condiciones estuvo por encima de la actuación de la terna, que tomó precauciones pese a la nobleza -exigente, eso sí- de los astados.
Acompasado lució por nombre el primero, desentendido en los primeros compases, pasando con la cara alta por los lances de capa y sin celo alguno. Tomó gazapón la primera vara, de la que salió suelto tras quitarse el palo y buscar el costado izquierdo del caballo, mientras los de a pie se apartaron en vez de acudir a sacarlo. El castigo se le recetó fuerte y trasero en las dos entradas, lo que no ayudó a que humillase. En la segunda entrada apenas metió riñones, dejándose pegar fijo, mientras que en banderillas mantuvo algo su gazapeo, esperando y midiendo, cortando, haciendo hilo y sin humillar en la brega. Llegó a la muleta sin celo y con peligro, Robleño inició sacándolo a los medios, donde lo intentó por el derecho, con precauciones mientras veía pasar una embestida a media altura que buscaba puntear las telas a base de gañafones. Una vez le tropezó de un tornillazo fuerte la muleta, optó por probarlo con la zurda, llevando a media altura una embestida un punto más corta de viaje que la del derecho, regresando a este, sin lograr alargar su embestida ni que cogiese celo por la muleta. Pasaportó de estocada arriba atravesada tras dos pinchazos, a este descastado y soso primero de la tarde, silenciado en el arrastre al igual que la labor del espada.
En segundo lugar se jugó Guanaguato, corniapretado y degollado, con expresión de seriedad. Humilló y se revolvió en los lances de recibo, aunque fue aprendiendo a embestir alargando el recorrido en que buscó la tela por abajo, especialmente por el pitón izquierdo. Apretó con riñones en la primera vara que tomó, muy caída, regresando incluso al peto tras haber salido, costando sacarlo mientras cabeceaba. Lo cerró Aguilar para la segunda entrada, sin dejar el madrileño que se luciese el burel, que acudió pronto a tomar un refilonazo, en buen sitio, sin celo en emplearse, saliendo suelto. En el segundo tercio midió y marcó su terreno en los adentros, siempre fijo en quien le citaba, cortando el terreno y dejando ver una buena embestida en la brega, un punto gazapona. La cuadrilla no supo resolver las complicaciones, pasando y sin lograr agarrar los palos uno a uno. Aguilar vio condiciones para la muleta y lo brindó al público, iniciando su faena en los medios, donde el astado acudió pronto. Allí ligó una primera tanda, continuando en series muy largas que no terminó de rematar. Por el izquierdo el burel se revuelve antes, venciéndose, por lo que finalizó su trasteo por el derecho, sin que terminase de entregarse el astado, a base de perderle pasos. Pasaportó Aguilar de estocada tendida y caída tras pinchazo a este segundo, con algo de casta y soso para la muleta, que fue silenciado en el arrastre, al igual que su matador.
Cárdeno bragado, muy cuajado y armado por delante fue el tercero, Perlasnegras de nombre, que fue recibido con aplausos a su estampa. No tuvo mucho celo en los primeros lances, y fue lucido en la primera entrada al caballo, colocado de largo, acudiendo con prontitud el astado a tomar un puyazo muy trasero en el que se empleó. Algo más cerrado acudió al segundo encuentro, también muy alegre y pronto, tomando una vara algo caída pero delantera, en la que cabeceó. Se cambió el tercio sin dejar verlo en una tercera entrada, desatando la lógica protesta. En banderillas fue distraído, cortando mucho por el pitón izquierdo, pudiéndose ver un buen par de Juan Contreras, por el que saludó, en un premio excesivo a mi entender. Inició con suavidad su faena Pérez Mota, sacándolo al tercio, donde le acompañó sin apretarle y sin apretarse él con el toro. Aprovechó la prontitud del astado dándole distancia, logrando trasmitir, mandando y tirando de la buena embestida que tenía a media altura por el derecho, aunque sin llegar a colocarse y ajustarse. Por el izquierdo siguió la muleta también a media altura y con nobleza, dejando una tanda toreando desde fuera en la que ligó varios muletazos, pero sin llegar a conectar. Tomó la de acero y el público le recriminó que aún tenía embestidas que aprovechar, pero apenas si le pegó una tanda más a derechas, cargando la suerte pero despegado y sin bajarle la mano, llevándolo más bien por alto. Agarró una buena estocada tras dos pinchazos, siendo prendido al echarse encima haciendo la suerte. Ovación fuerte en el arrastre para este Perlasnegras, que tuvo trasmisión por su prontitud y una buena embestida, noble y a media altura en la muleta. Pitos para el coletudo.
Un precioso ejemplar lucero hizo aparición en cuarto lugar, al paso, mostrando su gran cuajo, lo badanudo y redondo de carnes y sus buenas puntas, de nombre Callejero. No terminó de calentarse aunque apretó y punteó con violencia en los lances de capa. En la primera vara, fuerte pero en buen sitio, el morito cumplió empleándose sobre un pitón, logrando incluso romanear. Lo dejó Robleño de largo a un segundo encuentro en al que arrancó pronto y en el que se empleó cumpliendo mientras recibió un buen puyazo, fuerte pero delantero de parte de El Legionario, que hizo bien las cosas. Tras un quite a la verónica de Aguilar se cambió a banderillas, capítulo en el que el astado fue pronto y algo distraído, cortando y haciendo hilo con trasmisión. Inició faena en el tercio, por el pitón derecho, por donde el morlaco humillaba sin tener un viaje muy largo, más allá de la inercia que tenía al arrancarse con todo a media distancia, protestando en tanto se le obligaba por abajo, quedándose más tobillero en esos casos. Optó el diestro madrileño por aliviarle a media altura en el final del muletazo, sin llegar a conectar con los tendidos, también debido a la falta de asiento en sus zapatillas. Al natural abusó de ventaja, despidiendo fuera los muletazos tras citar con un fuerte toque desplazador hacia afuera, pasándoselo sin apreturas y encorvando la figura. Regresó al derecho, volviéndose a ver una embestida noble y aprovechable, sin terminar de humillar y echando la cara a media altura a final del lance, pero repitiendo, sin que la labor del diestro lograse coger entidad. Mató de estocada muy baja, teniendo que descabellar, sin estar muy acertado, sonando un aviso. El astado, que hizo buena pelea en varas y tuvo trasmisión y nobleza para la muleta, con su casta, pagó su falta de poder en el arrastre, pues apenas fue aplaudido, siendo Robleño silenciado con algún pito de fondo.
Liebre se llamaba el quinto, todo un pájaro. Muy bien armado y cuajado, con una expresión de pocos amigos, viva y medidora. Cabeceó en los primeros lances de capa, colándose incluso, sin demasiados pies, no llegando a galopar. Metió riñones con fijeza en un primer buen puyazo, al que acudió pronto y de buena distancia, al igual que en el segundo encuentro, en el que el varilarguero se agarró trasero, mientras el astado metió riñones empujando la cabalgadura contra los tableros. Tomó una tercera vara en la que únicamente fue señalarlo para que se pudiese ver la bravura, pues apenas hizo falta provocarlo para que se arrancase, quedándose en el peto una vez llegó. En el segundo tercio destacó con las frías César del Puerto, con un buen par en la cara, a una embestida pronta y reposada, templada del cárdeno. Brindó su labor al público Alberto Aguilar, iniciando en los medios con la diestra, tardeando el astado al acudir, hasta que se arrancó con todo hacia las telas, humillando al seguirlas, repitiendo con trasmisión antes de que le tropezase en uno de los muletazos. Sucedido esto el diestro tomó sus precauciones, tomando la zurda tras dudarle por el derecho. Por dicho pitón tuvo nobleza en una embestida pronta y repetidora, humillando y saliendo a media altura del muletazo, a la que Aguilar no terminó de someter, un tanto despegado y acelerado en los muletazos. Los mejores pasajes vinieron con la diestra a continuación, donde más entregado mandó sobre la embestida, concuciéndola en redondo, con ajuste y buenos pases de pecho en los remates. Los doblones finales tuvieron sello, ante una embestida aún con pujanza, antes de que lo cazase de estocada baja. El astado fue premiado con una justa vuelta al ruedo, bravo en el caballo y con nobleza y humillación en la muleta, mostrando buen nivel de casta toda su lidia. Pero he de añadir que la dio el palco por su cuenta sin que nadie la solicitase, debiendo quizá haber aguardado a conocer la reacción del respetable antes de nada. El diestro saludó con división.
Cerró la tarde Coquinero, muy bien presentado, que se vino cruzado apretando a tablas en los primeros lances de Pérez Mota, acudiendo con prontitud a una primera vara en la que se dejó pegar, siendo también pronto a la segunda desde buena distancia, cumpliendo en esta, que estuvo colocada en buen sitio al igual que la anterior, con fijeza en el peto. Raúl Caricol se lució en garapullos, mientras el astado mostró una embestida noble y a media altura por ambos pitones. En tanto llegó a la muleta demostró ser un toro muy exigente, humillando y con gran codicia por las telas por ambos pitones, desbordando al espada, que no terminó de someterlo y no contento con ello abrevió sin dejar que se viese al toro descubrirle más. Una lástima que la embestida tan humilladora y de trasmisión que tuvo no pudiese ser aprovechada. Lo despachó de estocada en buen sitio tras metisaca. Ovación fuerte para el burel, a su casta, trasmisión y poder; mientras que hubo pitos para Pérez Mota.
Saludos del mayoral a su buena corrida, todo mi reconocimiento al mérito de lidiar cinco toros de impecable presencia y que los cinco sean prontos y cumplan en el caballo, sin un mínimo atisbo de mansedumbre a lo largo de toda su lidia y además con condición exigente y aprovechable para la muleta, con niveles mayores o menores de casta pero manteniendo siempre el interés. Es algo mu dificil de conseguir y de ahí mi admiración hacia la ganadería.
Rubén Sánchez.
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