lunes, 30 de marzo de 2015

Gesto sin aldabonazo


Tarde de gran expectación, aficionados venidos de toda España y Francia, finalmente se logró colgar el No hay billetes, un gesto sin precedentes, vaya por delante mi agradecimiento por que el ambiente que hemos vivido y las cosas que se han visto en la plaza hayan podido ocurrir. Si bien todo es mejorable, hemos podido ver a un Fandiño que ha matado con dignidad, es decir, sin estar por debajo de ningún toro, pero sin la variedad y sobre todo esa ambición que le hubiese hecho embestir a él cuando el toro lo hacía a medias. Quizá la presión por autoexigirse, el guión mental previo y demás planificación sin aún conocer las condiciones de cada toro, sobrecargaron al de Orduña, que pese a estar ante un público deseoso de toros, de verle, y de que pasasen cosas, muy receptivo, llegó a perder el ánimo al ver que la tarde avanzaba y se esfumaba sin algo gordo, e incluso a perder los papeles, completamente desbordado en el final del festejo. Vayamos mejor toro por toro:



Abrió plaza Medallito II que fue recibido con una ovación que llegó incluso a hacerle girarse, pues el toro miró hacia chiqueros nada más salir ante el ruido, a su paso el público tributó aplausos a su bella estampa desde los tendidos que iba recorriendo. Mostró el animal sosería en el recibo capotero y una alarmante falta de fuerza. Se confirmó su flojedad en el tercio de varas, pues metió el animal la cabeza y parte del cuello bajo la cabalgadura y no fue capaz apenas de desplazarla, cuando en otras condiciones, un toro con algo de poder, tumba el caballo, y un toro con poder se lo habría echado sobre los lomos. Pese a que ambas varas fueron meter cuerdas y sacar inmediatamente, no se empleó y pese a los extremos cuidados, perdió las manos al salir del peto. La afición, ilusionada y con ganas, protestó muy timidamente, como lo hizo toda la tarde hasta practicamente el quinto, respetando muchísimo y apoyando al ganado y al espada. Quitó garboso Fandiño por navarras, mientras el cárdeno acudía al paso con mucha sosería, perdiendo de nuevo los aplomos delanteros. En banderillas, pese a estar muy agarrado al piso, al menos fue pronto en la buena brega de Jarocho. Inició faena por alto, cogiendo enseguida la diestra entre las dos rayas de picar, la prontitud del burel no escondía su sosería, llena de bondad y embestidas despaciosas. La tercera tanda llegó a los tendidos, por templada y ajustada en redondo. Acortó distancias y como buen pablorromero, fue cambiante y pasó a defenderse en la acometida, rebrincándose. Se puso al natural, echando la pata alante, pero sin decir nada por la falta de motor. Se salió de la suerte en un primer pinchazo y fue más derecho para dejar una estocada atravesada que hizo guardia. Fue silenciado tras descabellar.

Flojo, noble y soso. A menos.



En segundo lugar salia Azafato, un albaserrada de Adolfo Martín al que cuajo Fandiño un buen recibo capotero a la verónica, aguantando los saltos inciales de un toro que no se volvía sobre las manos como es típico de su encaste, sino que repetía tras desplazarse recorrer algo de terreno, tiempos que no aprovechó el de Orduña para dar el paso hacia delante y ganar terreno hacia los medios. Remató con una buena media y con los picadores en el ruedo se dispuso a ponerlo en suerte con chicuelinas al paso, rematadas con un recorte garboso. Puyazo caído, aunque delantero, a la segunda vara acudió al paso, pues quedó el toro muy gazapón, se le señaló delantero pero no se le pegó, no iba sobrado el toro de poder, ni hizo alarde de gran bravura, pero tampoco manseó. Miguel Martín bregó con eficacia y alargando el viaje a un toro que medía cada movimiento y tanto Pedro Lara como Jesús Arruga cuadraron en la cara en tres buenos pares. Se dispuso Iván a brindar y tras tirar la montera en la boca de riego se dispuso a torear con la diestra, ligando una tanda que hizo crujir la plaza, ajustados limpios y con suavidad, dejando algunos sueltos ya en las dos siguientes tandas, aunque sin poderle someter todo lo deseado, pues pese a la gran nobleza y humillación del morlaco, las fuerzas eran las justas. Por el izquierdo se quedaba más corto, llegando a desarmarle, pero con tanta nobleza que dio sensación de docilidad ver como el propio diestro a cuerpo limpio le quitaba sin apuro alguno la muleta que tenía colgada de una de las velas. Tuvo que tragarle miradas y algún parón en los despaciosos remates, con valor, empeñándose después en alargar el trasteo, que culminó con un pinchazo hondo y trasero, saliéndose de la suerte. Descabelló.

Noble y humillador, aunque justo de fuerzas.



Un precioso y bajito toro melocotón apareció por tercero. Primillo decía la tablilla. Salió muy frío, suelto de los capotazos, de huida, reservándose. Fandiño le dejo llegar muy cruzado a la jurisdicción de su capote al hilo de tablas, teniendo que despedirlo mas que enseñándole a embestir, y no salió a las afueras a intentar fijarlo y recogerlo. Esquivel le arreó una vara muy fuerte recargando y tapándole la salida en terrenos del 3, pues no cortó Alberto Zayas su acometida hacia el caballo que guardaba puerta. El astado mostró su poder, pues apretaba con la salida tapada, y también confirmó su mansedumbre al salir suelto en terreno de querencia. Lo mismo hizo al ser puesto en suerte frente a chiqueros, dónde M. J. Bernal le pegó fuerte mientras apretaba antes de que le abriese salida con el ramal. Midió en la brega, tardeando, gazapeando y sin emplearse, reservando sus fuerzas, aún así le colaron tres buenos pares Curro Robles y Alberto Zayas. Centró el de Orduña su faena en el pitón izquierdo , por que cabeceaba rebrincado, poniéndole los pitones en la barbilla, logrando algún buen natural suelto. Por el derecho además de defenderse, busca y acomete aprovechando cuando el torero quedaba descubierto. Un peligro que por lo reservón, no estaba llegando a los tendidos en proporción a lo que tenía. Hizo bien en lidiarlo sobre las piernas, aunque quizá no todos los allí presentes quedaron convencidos de que no había más que sacar. Saliéndose de la suerte dejo una estocada arriba, que por ponerle un pero, se fue dos dedos trasera. Buena estocada.

Manso con poder, encastado y con sentido.



Sin pies, midiendo y reconociendo terreno salió Curioso I, de Escolar Gil, buscando el frescor de la arena amontonada en el burladero del 1, rascándose la testuz tras hacer varias astillas. De nuevo muy al hilo de tablas saludó Iván con un buen ramillete de verónicas, ante una embestida muy fija y con prontitud, pero sin ganar terreno. Muchos riñones apretando en la primera vara, empotrando la cabalgadura de Israel de Pedro contra los tableros en una vara fuerte. Desde los medios el toro busca capotes, pues el propio animal se desconcertó entre tanto murmullo estruendoso que produjo el colocarlo tan de largo. Pero tras colocarlo de nuevo Fandiño, dejándolo con una larga en el mismo sitio, el buen hacer a caballo del jinete provocó la acometida, y que el público lo celebrase en pie. Se fue trasero el puyazo, cumplió y salió suelto. Ovación para el varilarguero tras un quite por ajustadas chicuelinas en terreno de los medios, rematados con buena media. Entre el revuelo, un espontáneo se tiraba con su muleta, pero buscó más los medios que pegar un muletazo y fue expulsado por los banderilleros. Tres señores pares de banderillas por parte de Jarocho y Víctor Martínez fueron coronados por la exquisita brega de Javier Ambel, que con un toro que mostró fijeza y prontitud, hicieron que la plaza los ovacionase para que se desmonterasen y saludar. Inició muy en tablas del 7, cuando el toro había estado respondiendo bien en las afueras, salió a las rayas, pero abusó del toque brusco, seco. Y la embestida que hasta el momento tenía el toro en la brega se agrió por completo, buscando quedándose corto y a media altura, por o que tuvo recurrir a sacar uno a uno los muletazos por el izquierdo, logrando alguno notable, tragándole y aguantando mucho al toro. Tras comenzar a tirar hachazos y frenarse buscando, dejo media estocada, algo tendida pero en lo alto, tirándose derecho al encuentro, llevándose un golpetazo en la cara. Descabella.


Encastado, pronto y fijo. Espectacular en varas y con complicaciones en la muleta.

Fue el primer momento de la tarde en que parte del público se puso de parte del toro y se escucharon algunos pitos al espada.



El de Victorino, algo fuera del tipo de la casa habitual, salió midiendo con pocos pies, barbeando con nervío, pero tras apretar con cojones empotrando contra tablas en una vara fuerte, derribó. Siendo puesto a distancia, acudiendo pronto a cumplir en una vara trasera y caída. Humillaba y se desplazaba en los capotazos del lidiador por ambos pitones, haciendo un surco. Era el toro para cortarle las orejas, pero ahí la suerte no estuvo y tuvo que ser debidamente devuelto, pues arrastraba un cuarto trasero, y pese a aguantar por si se tratase de un calambre, la lesión fue mayor y no llegaba a apoyar. Una gran decepción. También debió serlo para Fandiño, que si no tiró la toalla en ese momento, al menos se desanimó al ver a la parada de bueyes llevarse la que posiblemente hubiese sido guinda en el pastel.



Salió en su lugar un sobrero de nombre Malagueño, de Adolfo Martín, que midió y apretó a los adentros en los lances de capa, teniendo que sacarlo a los medios, algo que el diestro hizo amontonado, algo aturullado sacudiendo las telas entre los enganchones, sin dominio. El burel si se comportó en la línea, volviéndose apoyándose en los delanteros. Tomó con prontitud la primera vara, apretando sobre un pitón a un puyazo en buen sitio, bien cogido. Desde los medios tomó la segunda, fijo y con prontitud y pese a señalar trasero, rectificó sin antes meter cuerdas Rafael Agudo. De nuevo destacados en la lidia los de plata al igual que con los rehiletes, con un toro que mostró más recorrido por el derecho, venciéndose por el izquierdo y que hizo hilo llegando a tablas. Pese a estas condiciones inició faena en el tercio al natural, por el que el toro se le quedó muy corto, venciéndose hacia el torero. Probó el derecho pero no se acopló, y el toro, que no humillaba, también se le empezó a quedar debajo. También hay que decir que en este punto de la corrida, no se vio al torero ni acertado en las decisiones ni tirando de la embestida con el vuelo de la muleta. Dos pinchazos, uno de ellos perdiendo la muleta, pasaportando con estocada tendida.

Fijo y pronto, se defendió llendo a menos.


Cerró la tarde tras unas tímidas palmas de aliento Bonito, de Palha, con muchos pies. No gustó a parte del público su persentación, no ya por lo alto o montado, sino por lo estrecho de culata o la justeza de pitones. Fandiño tiró su último cartucho arrodillándose para pegarle una larga cambiada en tablas, recibiendo después con varios lances de capa que pararon al astado, tan cambiante que tras varios brincos pegó un arreón recorriendo el anillo al galope, desarmando al de Orduña, ya con nulas esperanzas de que pasase algo en su tarde. En varas recibió un duro castigo, en buen sitio, en lo alto para la primera de las tres señoras varas que tomó, en las que metió riñones con poder y la cara fija en el peto. Las dos siguientes entradas fue el toro lucido a la distancia, pues su fijeza y prontitud ante el caballo era cuánto menos espectacular. Cumplió en ambas, pegando un chocazo muy fuerte, llegando en la segunda a perder Esquivel la vara, mientras que en la tercera aseguró agarrándose caído y recargando en el puyazo, mientras apretaba con fijeza el astado. Cuadró Alberto Zayas un buen par en la cara. Comenzó el trasteo pasándolo por bajo, y enseguida buscó el toro amparo de tablas, defendiéndose en este terreno. Fandiño se vio superado por la situación y hacía ya tiempo que no veía ya posibilidad alguna a su tarde, por lo que no se dignó a justificarse y mostrar el toro a una gran cantidad de público que no lo tiene definido en banderillas, pese a sus arreones brincando y sin humillar, debió al menos tratar de cambiarlo de terrenos y someterle, poderle y descolgarle. Y no la espantá de artista no queriendo ni verlo, para luego tener que cuadrarse en largo, dejando que el toro arranque para con habilidad tras salir de la suerte tratar de meter la mano por no haber preparado al toro para matarlo, pegando un pinchazo seguido de pinchazo hondo y varios descabellos, entre la bronca del público y las almohadillas.

Manso encastado, con poder y cambiante.



La papeleta era grande, la apuesta podía hacerle encumbrarse, pero también podía pasar lo ocurrido o peor, por ello es de admirar que sin necesidad se planteen tardes así, para el aficionado, que como se ha visto se ha movilizado. Llenar la plaza ya ha sido un aldabonazo, pero se necesitaba algo más. Como todas las apuestas que dan opción de ganar mucho, ahora también espera San Isidro, y Madrid medirá con exigencia sus actuaciones. Si bien no ha sido un petardo sonoro, si se han echado en falta muchas cosas, como su pureza en la suerte suprema, esa firmeza en ir para delante en cada paso, la suavidad en el toque y muletazo tratándose de varios toros que no admiten el toque brusco...es de reconocer, pese a todo, que no ha estado por debajo de ningún toro, y que estar dignamente no es nada fácil, exceptuando el esperpento del sexto. Pero hace falta algo más.

Rubén Sánchez