lunes, 20 de julio de 2015

Disposición y oficio de Gerardo Rivera en la interesante novillada de Los Chospes



El viento aflojó un poco el calor asfixiante de los últimos días en la tarde madrileña de este domingo, se lidiaban utreros de Los Chospes, un hierro que tenía merecido repetir tras dos buenas novilladas la pasada temporada y un encastado remiendo. La presentación cumplió con creces, tanto en seriedad por delante como en remate y cuajo de los novillos, pese a la disparidad en las edades. El juego fue variado, y aunque predominó la mansedumbre en general, los novillos mantuvieron el interés y tuvieron el fondo y la casta necesaria para afrontar la lidia.

Se anunciaba una terna debutante al completo, el mejicano Gerardo Rivera dió la cara, se llevó el mejor lote y demostró atesorar oficio y venir preparado a debutar como ha de ser a la primera plaza del mundo, sin que la novillada se le hiciese todo lo cuesta arriba que se les suele hacerse a los "nuevos en esta plaza". Recibió ambos novillos de rodillas con larga cambiada frente a chiqueros, estirándose después a la verónica y parando ambos.



El primero de la tarde repetía presto a los vuelos, con fiereza; en varas manseó en las tres entradas que acudió sin apenas emplearse, con la cara y saliendo suelto, sin apenas recibir una vara, quedando crudo para el poder y la intención medidora y de arreones que estaba demostrando al colarse en embestidas que terminaron por desarmar e ir al bulto de los lidiadores. Banderilleó el espada, sin importarle la condición del novillo se decidió y aunque algo traseros puso dos pares cuadrando en la cara y un tercero de exposición al violín quebrando al hilo de tablas, en el que perdió un tiempo y clavó en la mitad del toro, tras pasarle rozando la punta del pitón izquierdo. En la muleta inició por bajo y se mostró firme y templado, sin dejar nunca que le enganchase el trapo y bajando la mano, lo que le hizo poder con el novillo, de modo que pudo mandar sobre su embestida, que hizo más clara y aumentó recorrido, tapando bastantes complicaciones al encastado animal, al que todo lo que se le hiciese trasmitía al quinto de plaza asistente.



Por el contrario al natural alivió el lance por alto en varias ocasiones sin llegar a rematarlo hasta el final, algo que también hizo en el cuarto, un novillo que desarrolló más nobleza en la muleta sin haberse empleado en varas, que tuvo movilidad y en el que anduvo demostrando oficio pero también ventaja y descolocación, pues el novillo lo permitía, nada que ver con su anterior que no perdonaba al revolverse si las cosas no se habían hecho bien. Se retorció citando agachado desde fuera, sin encajar los riñones, en un astado que tuvo trasmisión, repitiendo y entregándose. Mató ambos novillos de dos buenas estocadas, tirándose muy decidido y en la rectitud, además atracándose de toro, pues ambas enteras se fueron un pelín contrarias, retrasando la muerte de los morlacos, qué en el caso del primero, duro de patas, vendió cara su vida en terreno de los medios mientras el espada se atragantaba con el verduguillo.



Su buena ejecución a espadas, junto a su disposición y capacidad demostrada hizo que el público tras ovacionar este cuarto le hiciese saludar, premio que hubiese sido suficiente y bien ganado, pero que quiso ampliar por su cuenta en una vuelta al ruedo que no suscitó manifestación de desacuerdo.



Alejandro Conquero fue silenciado en ambas actuaciones, tras estar en novillero, eso sí, aunque mostró un concepto muy ventajista, abusando de la colocación al hilo o desde fuera así como del cite con el pico de la muleta, en un novillo como su primero, al que recibió con cuatro largas cambiadas en el tercio mientras iba y venía, para después fijarlo algo aturullado rectificando las zapatillas y estirándose a la verónica, que por cierto, dibuja con buen trazo. El burel salió suelto de las dos entradas suelto, apenas se empleó ni se le pegó, y en la lidia brilló por su ausencia el orden, tomando la segunda vara a relance. Escarbó ante el cite de un quite a la verónica de Sánchez Mejía que ejecutó rectificando la posición de las zapatillas y en el que al rematar con la media el pitón le rajó el capote. Mostró mucha querencia a tablas durante el tercio de banderillas, en el que la dominadora y buena lidia de "Porritas" hicieron mejorar la condición del animal, que llegó a la muleta acusando un volteretón que se pegó al clavar un pitón en el albero, cosa que hizo hasta en tres ocasiones durante su lidia. Inició de rodillas pasándoselo cambiado por la espalda, en el que pudo llevárselo por delante, prosiguió con voluntad pero despegado, hasta que el animal se desentendió y sin entregarse utilizó su movilidad para buscar las tablas, donde muy en corto optó el onubense por rematar con manoletinas, tirándose incluso de rodillas para ello. Mató de bajonazo tras pinchar dos veces dejando el brazo atrás.



Ante el quinto volvió a mostrar su buen trazo capotero frente a un novillo que se revolvía rápido pidiendo tela y terreno a cada lance, así cómo sus ganas, pero nada más. El animal salió suelto tras cumplir empleándose en varas, resultando tardo en banderillas llegando a la muleta muy venido a menos, aplomado y sin querer las afueras, terreno donde el novillero se mostró insistente. Bastó media estocada para pasaportarlo.



Completaba la terna Santiago Sánchez Mejía, novillero colombiano de escaso bagaje y que demostró que además de su poco oficio y conocimiento del mismo, anda muy justo de valor y la papeleta le vino muy grande. Su primero fue un novillo que no llegó a tablas de salida, emplazado pidiendo que fuesen hombres a él, y Santiago acudió tras comprobar que otra lidia no era posible, a recogerlo. Cuando vió que era posible que en vez de él, lo hiciese otro, así lo hizo, pues dejo toda la lidia a Raúl Cervantes (que por cierto, estuvo eficaz y profesional), como si el novillo no le tocase a él en suerte Mostró el cornúpeta fiereza en los primeros compases, para luego repucharse en el peto. Entró por vez primera en terrenos del 9, siendo amonestado el picador por el público, de modo que se colocó en la puerta de Madrid, pero finalmente al tardear y junto al modo de hacer la suerte cuarteando del jinete, que además llegó a citar desde la raya, atención ¡tocando el testuz con la puya!, volvió a repucharse cerca de terrenos del anterior encuentro. Gerardo Rivera quitó por zapopinas, en las que el animal solo arrancó pronto para la de inició, para la que con torería tiró la montera, tardeando y midiendo sin embargo en las siguientes. Lo mismo hizo en banderillas, esperando y marcando su querencia en el tercio del tendido 5. Llegado a la muleta, el colombiano no hizo más que enseñar al novillo a diferenciar entre el engaño y su cuerpo, a base de ponerse y quitarse sin planteamiento, sin asentarse, sin firmeza, con brusquedad en el manejo de los avíos, aliviándose por alto por no aguantar la embestida hasta el final, llegando el novillo a rebrincarse y buscar, topando con mayor brusquedad que en los primeros tercios, algo que hizo hasta el final de una larga faena, siempre pronto a los toques. Escuchó un aviso antes de que un pinchazo hondo y delantero precedido de dos pinchazos acabase con el del hierro bellotero. Se libró de la cornada tras ser volteado en una de las entradas.



En sexto lugar salió Laceador I, un novillo que acusó en la muleta el castigo en varas, ya que al salir del caballo en la primera vara Anderson Murillo le cortó en la parte trasera del lomo, llegando a los hijares. Tras emplearse poco y salir suelto, destacó Raúl Cervantes con los palos, aunque el tercio pudo ser accidentado, pues tropezó a la salida del primer par, cayendo en la cara del burel, tras cuadrar un par en la cara, al igual que hizo en el segundo, del que salió airoso. En la muleta prosiguieron las dudas, dando distancias y acortándolas evitando tener que estar tanto tiempo en la cara, pues al final el novillo solo acometía citándolo en corto, buscó el cabezazo que tiraba y lo pasó por alto, finalizando arrimándose sin llegar a someterlo. Unos extraños remates por alto y por la espalda precedieron un sartenazo final metiendo la mano para pasaportar a este último manso que se vino a menos posiblemente por la herida del lomo.

Me hubiese gustado ver la interesante novillada de Los Chospes en otras manos distintas, probablemente novillos como el segundo y el tercero hubiesen podido desarrollar mejor condición en su embestida y la labor artística hubiese sido de mayor calidad. Habrá que volver a ver a Gerardo Rivera para ver su evolución.

Rubén Sánchez.