miércoles, 11 de septiembre de 2019

Impactante Francisco Montero

La espectacular portagayola al sexto.
Foto Julián López para Aplausos.

Con lleno en los tendidos por la expectación creada tras el encierro lidiado el pasado año (con el que desgraciadamente no ha tenido que ver nada el de esta edición) y pese a lo desapacible de una tarde ventosa y la bajada de temperaturas, se ha lidiado una novillada de Monteviejo, desigual de presentación aunque con varios novillos excelentemente presentados, con mucha expresión, de estampa y con juego manso en general, algo justos de fuerzas y sin posibilidades muleteras para el toreo moderno. La terna ha puesto bastante de su parte, enseñándolos en varas y exponiendo con la muleta para sacar lo que tenían y un poco más, a base de corregirles algunas brusquedades. A destacar la actitud de Francisco Montero, en novillero, con disposición, ganas y ambición tremendos, tirando de valor seco, que no dejó a nadie indiferente.

En primer lugar embistió a media altura, saliendo suelto de lances de recibo el utrero, que romaneó al apretar con la cara alta mientras recibió un puyazo fuerte. Fue colocado de largo a la segunda, pero no acude y lo arriman, llendo desde allí con prontitud, cumpliendo en tanto que le pegaron fuerte, hasta salir escaso de fuerzas. El propio José Cabrera dio cuenta del segundo tercio, teniendo enfrente una embestida tarda y necesitando un exceso de capotazos de brega para la colocación. Llegó al tercer acto con una acometida a media altura, de corto recorrido, sin sobrar fuerzas y algo soso, sobre la que planteó el almeriense un trasteo aseado y voluntarioso. Perdió el burel las manos al entrar a matar, costándole levantarse, dejando tras ese pinchazo una estocada trasera y caída. Pitos en el arrastre y silencio.

Cristóbal Reyes recibió a portagayola a su primero, ovacionado de presentación y que salió con pies y repitiendo a los lances. Se le recetaron tres varas fuertes y traseras, la primera fue a relance, empujó saliendo suelto, en la segunda cumplió, llegando a acudir una tercera con prontitud, teniendo que ir a sacarlo del peto. Tardo y medidor frente a los de plata, haciendo hilo y necesitando muchos capotazos de brega, muy parado. Acomete brusco con tornillazo fuerte, queriendo enganchar la muleta defensivamente con los dos pitones, muy complicado. Poco a poco fue corrigiendo el diestro, con técnica, algunos defectos, posiblemente le faltó confiarse algo más, pero tuvo mucho mérito lograr extraer algunos pasajes por ambos pitones a un burel difícil, que no perdonó un error y que no admitió ni el toque ni el enganchón. Despachó de estocada en el sótano tras un pinchazo hondo bajo y otro también bajo. Pitado en el arrastre. Silencio.

Con pies salió el tercero, disponiéndose a lancear a la verónica mientras el viaje se queda corto, reponiendo, hasta desarmarle y tropezar a Francisco Montero, viniendo un desorden total en la lidia, llegando incluso a tener a merced al bregador al hilo de los tableros. Tomó una primera vara muy fuerte, trasera y caída a relance, sin estar fijado ni haber llegado el jaco a contraquerencia, en la que romaneó, apretando. Para la segunda fue puesto de largo, cabeceando en el peto mientras se dejaba arrear en buen sitio. Gazapón, con mucha movilidad, medidor, haciendo hilo, cortando con listeza, venciéndose en la buena brega, sin pasar...el segundo tercio tuvo mucha emoción, además con un buen par de Ismael Mora, siendo prendido sin aparentes consecuencias en el segundo cuarteo. La emoción continuó en la faena, muy firme, dispuesto, en novillero. Poco a poco logrando que se vaya tragando un cuarto de muletazo tras haber iniciado sin que pasase, hasta lograr finalmente ligar por el derecho. Parecía impensable que con las condiciones del astado, que pintaba de macheteo y espada pronta en manos de la mayoría del escalafón superior (especialistas incluidos), se pudiese llegar a las cotas que cogió el trasteo, acompañado merecidamente por el pasodoble, habiendo gran trasmision, con el público totalmente entregado, emocionado ante las dificultades, el mérito y la apuesta del espada, que tapó con arrojo y valor su tosquedad ante este encastado patasblancas que no perdonó un ápice. El certamen no otorga premio a la mejor estocada, pero pudo instaurarse tras la que ejecutó Montero a este tercero de la tarde, que tardaremos en volver a ver; asegurando su triunfo al volcarse sobre el morrillo, tirándose desde largo (en corto se le seguía arrancando), firme y perfecta de colocación, con un efecto espectacular que dejó otra estampa de casta y dureza con el morito en los medios resistiendo a doblar los cuartos traseros. Oreja con fuerte petición de la segunda, división en el arrastre entre quienes quisieron ovacionar la casta y los que recordaban su mansedumbre y malas ideas.

Suelto de los lances y con muchos pies hizo aparición el cuarto, acometiendo con la cara a media altura, punteando con tornillazos los vuelos, algo justo de fuerzas. La primera vara fue tan fuerte como trasera, cumplió y salió perdiendo las manos. Fue colocado a una segunda de largo pero optó por buscar los capotes, por lo que tuvo Cabrera que dejarlo más cerca, agarrándose, esta vez sí, delantero, cumpliendo pero cabeceando. A la tercera lo colocaron y no acudió cambiando acertadamente el tercio tras enseñarlo. Un quiebro jugando con el novillo para colocarlo fue lo más destacado del tercio de banderillas que protagonizó el coletudo, necesitando menos lances de brega esta vez y aseado con los palos ante una embestida pronta, con buen nivel de casta. Inició por el derecho, tenía poco viaje por el izquierdo, reponiendo, llendo a menos el trasteo, pasándolo sin más, con el viaje cada vez más corto y defensivo por la escasez de fuerzas. Estocada trasera tras pinchazo bajo. Silenciados ambos.

Le tocaron las palmas a su salida al precioso y bajo de agujas que hizo quinto. Pegaba tornillazo en los lances que para detenerlos instrumentó Cristóbal Reyes en chiqueros, echando las manos por delante. Recibió una primera vara fuerte y trasera, rectificada; en la que el utrero empuja y se emplea. A la segunda, trasera, acude de largo, pronto aunque saliendo blandeando. Pitos para el montado, antes de verse una buena brega a este vega-villar fijo y un pelín tardo, humillador por el izquierdo y al que pusieron buenos pares. El último tercio transcurrió con la montera puesta al no brindar, frente a una acometida muy violenta por el derecho, a media altura; mientras que por el izquierdo humilló tobillero. Demasiado insistente se puso el joven diestro, se agradece la voluntad pero pudo complicarse la suerte suprema. Estocada caída tras pinchazo.

Francisco Montero no conforme con el impacto que ya había dejado, decidió poner los tendidos de La Sagra bocabajo al echarse al brazo su capote de paseo como quien abandona el coso, liándoselo a continuación y tomando rumbo al amplio portón de chiqueros, desplegando allí el capotillo, consiguiendo con ello ejecutar sin las calamidades previsibles una larga cambiada de rodillas. La plaza fue un hervidero, puesta en pie, totalmente entregada al arrojo y valor del espada, muy metida en los lances de recibo que continuó pegando tras cambiar, de nuevo, la seda por el percal. Salió huida la res de la primera vara, mientras que en la segunda, tras tardear, recibió un puyazo caído en el que se empleó, mejorando respecto a la anterior. Distraído fue en rehiletes, siempre avisado con la cara arriba, pendiente de todo, al igual que en su estancia en corrales. Se vieron buenos pares, cuarteando mucho por lo tardo y medidor, siendo obligado a saludar montera en mano Daniel Sánchez. Montero logró voluntarioso llegar al público frente a la embestida tarda y sin recorrido del serio ensabanado capirote, aprovechando sus querencias a los adentros, chiqueros y puerta del encierro, muy firme, pese al susto que le dio con el pitón en el abdomen, sorprendiéndole y avisándole a la mínima que se confió, aunque sin lograr las cotas del tercero simplemente porque éste no tenía su motor ni su casta, siendo también complicado pero más suave, lo que restó transmisión. Una lástima que matase de estocada baja, pese a que se tirase con verdad, pues de no ser así la oreja concedida habría tenido total merecimiento y con ella la salida a hombros. Pero debió quedar en una clamorosa vuelta al ruedo.

Pese a la baja nota en bravura del encierro, la forma de acometer, las dificultades y los picos de casta hicieron que no decayese el interés, siempre con atención a lo que acontecía, haciéndose corta la tarde; sumado además a la disposición de la terna, sorprendiendo Montero y con la gran alegría de ver un actuante tan en novillero, con esas ganas y ese querer ser, querer impactar que tuvo el chiclanero a base de valor quizá irracional en ocasiones. No debemos dudar que para llegar hacen falta muchas cosas y una de ellas es ese punto de locura para jugarse la vida como lo hizo.

Rubén Sánchez.

martes, 10 de septiembre de 2019

Tarde entretenida, Cebada mantuvo el interés

El tercero, Labrador, fue premiado con la vuelta al ruedo. Foto Julián López para Aplausos

Para la cuarta del Alfarero se ha lidiado un encierro de Cebada Gago, bien presentado y de juego variado. Compuso la terna Jorge Isiegas, que dejó una buena actuación, Aquilino Girón, que ha recuperado sitio respecto de actuaciones anteriores y Héctor Gutiérrez, que lució un elegante vuelo de capote, temple con la muleta y cuidó tanto su colocación como la lidia de sus oponentes, agradando.

Aplaudido de salida fue el rompeplaza, humilló en el capote, sin sobrarle fuerzas, antes de recibir una primera vara muy larga en la que tardan en sacarlo, cabeceando en la segunda, a la que acudió desde la distancia, pronto, pero saliendo suelto. En banderillas vimos una buena brega, humillando el burel; llegando a la muleta sin repetir, aunque tomando bien las telas cuando iba embarcado, pero levantando la cara al salir del muletazo. Bien Isiegas que sacó lo que tenía este noble pero falto de transmisión utrero. Buena estocada que condujo a una petición de oreja no mayoritaria (en cuanto a pañuelos) que no fue atendida. Optó el coletudo por una digna y merecida vuelta al ruedo, empañando su triunfo al pegarse otra sin venir a cuento, provocando la mofa de los tendidos. Habría bastado con saludar desde el tercio al finalizar la primera.

Buenas formas de salida tuvo el segundo, que tomó una primera vara de la que salió suelto, tras empujar con fijeza mientras le recetaron un puyazo fuerte y trasero. Fue colocado de largo a una segunda, de la que también se fue suelto tras agarrarse el montado en buen sitio. Pronto fue en banderillas, pero sin hacer hilo, antes de que llegase un buen inicio de faena, entendiéndolo por el derecho pero escaso de ajuste, pasando al izquierdo, por donde vinieron los enganchones, violentándose la acometida, terminando a menos el trasteo, con las arrancadas ya sin pasar y venciéndose. Despachó de estocada caída tras dos pinchazos. Silencio y palmas en el arrastre.

Abanto hizo aparición el jugado el tercer lugar, que acudió en tres entradas al jaco, cumpliendo, señalándosele un buen segundo puyazo, al igual que el tercero, cumpliendo el novillo y acudiendo con prontitud. Se desmonteró Jesús Aguado frente a un morlaco alegre y con transmisión, que la mantuvo para la muleta, además con nobleza. Lo entiende bien el diestro, sin permitir que le toque la muleta, cuidando la colocación, dejando buenas series y remates variados, cuajando una buena faena que rubricó con una estocada atravesada. Oreja y vuelta al ruedo al utrero.

Frío como el anterior salió el que hizo cuarto, muy bien recogido por Isiegas, pecando finalmente de exceso de lances. Tomó dos puyazos, fuerte el primero, partiéndose la vara mientras romaneaba, tirando de cuello para ello, con la cara alta. En el segundo señaló en buen sitio, aunque puesto en suerte en la raya. Mucho desorden y pasadas en falso, sumado a exceso de capotazos se vieron en el segundo acto, ante una embestida a media altura. Sorprendió a mejor en la muleta, con más humillación y recorrido, especialmente por el izquierdo, por donde presentó una embestida con profundidad. La labor tuvo altibajos, con buenos pasajes de ligazón, aunque faltó un punto más de intensidad y sobró el final encimista en terreno de chiqueros. Gran estocada y descabella. Oreja tras aviso. Ovación en el arrastre.

El quinto salió con pies y sin emplearse en el recibo. Hizo sonar el estribo mientras recibía un buen puyazo, repuchándose del segundo,  que fue trasero. Se desmonteró Ecijano tras poner dos pares de exposición por lo que cortaba el cornúpeta, que se mostró suelto y distraído. Tras un inicio de faena en el que repuso y repitió codicioso, buscó terreno de chiqueros, saliendo distraído.  Sobraron enganchones y aliviar por alto los muletazos, aunque se vio un Aquilino Girón más confiado que en otras citas de la temporada. Aviso. Despachó de estocada correcta, en la que le prendió la taleguilla, haciendo hilo por él antes de que descabellase, sonando un aviso.

Emotivo recibo se le recetó al sexto, hilvanando un ramillete de verónicas ganando terreno. En la primera vara el caballo fue a tierra, se agarró trasero y al rectificar el cebada se vino arriba; en la segunda hizo una buena pelea, aunque irregular cabeceando. Aparentó prontitud y embestida alegre en la brega, a la par que algo pastueña, cambiando por completo en la muleta, desarrollando complicaciones, sorprendiendo, cambiante y sin entrega. La estocada cayó baja aunque se volcó haciendo la suerte.

Interesante y variada tarde, con cosas de nota entrelazadas entre mansedumbre, aunque manteniendo nivel de casta.

Rubén Sánchez.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Decepción con los Ibanes


Benedicto Cedillo se llevó la ovación de la tarde.
Foto Juan Carlos Maestre - ABC

Con más de tres cuartos, superando las entradas anteriores, acudió la afición de La Sagra a los esperados Ibanes, que esta vez no hicieron gala de su habitual regularidad. El conjunto terminó por echar el freno y agarrarse al piso, bajos de casta y manseando, en una gran decepción, pues podrán salir de mayor o menor nota, pero siempre con la esperada movilidad. Juan Carlos Carballo hizo gala de buen director de lidia, Antonio Grande anduvo un tanto a la deriva y El Rafi dejó impronta de temple con las telas, que nunca fueron enganchadas pese a que no fue cosa fácil.

 Abrió plaza el que fue a la postre el mejor del encierro, que salió ya con pocos pies y sin humillar. Tomó tres varas acudiendo tardo, delantera la primera de ellas, en la que peleó con la cara alta, sin emplearse. Ante los de plata cortó por el derecho, rebrincado en la buena brega de Téllez. Bruto de acometida en el último tercio, punteando y algo rebrincado. Se acrecentó por los sucesivos enganchones en un planteamiento de faena por alto en los remates y media altura en los muletazos. Estocada al encuentro algo trasera y atravesada, descabello. Manso justo de casta, silenciados ambos.

Aplaudido de salida y con pies hizo aparición el segundo, apretando a los adentros, desarmando al coletudo cuando trataba de sacarlo al tercio, viniendo un gran desorden. Tres entradas al caballo, en la primera tumbo fuerte al coger por los pechos al piquero, que se no volvió a subir al jaco, picando a partir de la segunda Rafael Agudo, que citó ante el tardeo de la res, marrando y reventando las dos paletillas mientras se empleaba con la cara alta. Bien Jarocho, especialmente en un segundo par de exposición frente a una embestida brusca y agarrada al piso, con la cara alta y algo rebrincada; llegando sin recorrido a la muleta, con fijeza pero sin pasar, a menos debido a la hemorragia que no coaguló del segundo puyazo caído. Estocada caída tras tocar la música al irse el diestro a por la de verdad. Hay que revisar el criterio, no se puede tocar en todas las faenas por sistema. Duro de patas. Silencio ambos, alguna palma en el arrastre al punto de casta y dureza.

El jugado en tercer lugar embistió a media altura de salida, tomando dos varas en las que cabecea con la cara alta, tardeando a la segunda, ambas muy traseras. En banderillas continuó a media altura, algo rebrincado; llegando al tercer acto con repetición por el derecho aunque necesitando perderle pasos. Logra que no le enganche la muleta pero se centró el diestro en el pitón izquierdo, algo más manejable al poder ir uno a uno permitiendole rectificar la colocación. Mató de pinchazo hondo en buen sitio y dos descabellos. Algún pito en el arrastre y silencio.

El cuatro mostró humillación en el recibo pero enseguida se paró. Dos varas con magistral ejecución de la suerte por parte de Benedicto Cedillo, aunque arreó un puyazo trasero en primer lugar y buena segunda vara, a la que tardeó el burel. En banderillas muy agarrado al piso, llega a la muleta empleándose al tirar de él en el inicio, reservándose a continuación y sin querer pasar. Muy por encima el espada, dispuesto y valiente, quizá algo insistente. Mató de pinchazo, enhebrando después la espada y dos descabellos con mucha exposición por lo reservado y las fuerzas que mantenía el astado.

Hizo quinto un negro salpicado de mucha alzada, salió con pies echando las manos por delante, estaba algo fastidiado de atrás. Recibió tres varas en las que le pegaron fuerte y sin dejarlo en suerte, al relance las dos primeras. Buen par de Jarocho y buen aire en la brega, con una movilidad que fue un espejismo, pues en la muleta tras el inicio le tropezó los vuelos y pasó a violentarse por completo, reservándose y defendiéndose, ante un espada que no supo por donde hacerse con él para prepararlo antes de estoquear. Descabelló tras agarrar dos pinchazos. Ovación en el arrastre y pitos.

Blandeó de salida el último, que tomó un primer picotazo a relance del que sale coceando, una segunda en la que apreta con nota, con la cara fija, recibiendo un puyazo trasero tras quitarse el palo que había señalado en buen sitio. Justo de fuerza y parado, ordenando cambiar el tercio. Poco recorrido en la brega, tirando la cara arriba y algo frenado. Buena disposición, sin dejar que le enganche nunca la muleta pero sin nada que sacar, se puso insistente frente a un novillo totalmente aplomado. Mató de buena estocada.

Rubén Sánchez.

sábado, 7 de septiembre de 2019

Jandilla, un novillo de nota entre descaste general

El primero de la tarde embistiendo por el derecho.
Julián López - Aplausos
Con temperatura agradable y tres cuartos de entrada se ha lidiado una novillada de Jandilla para la segunda del Alfarero, desigual de presentación y descastada en general aunque con condiciones para la muleta, a excepción de un novillo completo que fue jugado en primer lugar. La terna estuvo compuesta por Francisco de Manuel, que ha retrocedido respecto a su paso por la pasada edición, Manuel Diosleguarde, que dejó buenos pasajes, con disposición; y Alejandro Mora, que mostró su concepto vertical. Los tres calamitosos con los aceros.

Templado de inicio salió el primero, prácticamente sin que necesitase pasar por el peto más que para descongestionar. Recibió un puyazo en buen sitio, en el que cumplió, viéndose en banderillas una buena brega de Juan Carlos Rey que dejó entrever un estupendo pitón derecho; cuadrando en la cara Raúl Ruiz. Tuvo mucha profundidad por el derecho y un izquierdo con recorrido también, aunque punteando y precisando más recursos para poder ligar. Faena aseada, dejando ver las condiciones del astado, aunque sin el ajuste que precisaba el triunfo que la ocasión brindaba, pese a ligar series largas antes de unos vistosos remates. Estocada caída que hace guardia, tres pinchazos y descabello tras aviso. Silencio y ovación en el arrastre a un novillo con buen punto de casta y a bravo.

En segundo lugar se lidió un utrero soso y flojo, descastado. Salió evidenciando justeza de fuerzas, tomó dos varas en las que apretó con la cara alta. Destacó Jesús Talaván con los palos, perdiendo las manos en la brega el burel, tal como sucedió durante una faena de muleta en la que acometió sin terminar de humillar y sin transmisión. Estocada fea, atravesada tras tres pinchazos por parte del salmantino. Silenciados ambos.

Como tercero fue jugado un novillo soso pero embestidor, que tomó un puyazo en el que echa la cara alta, sin decir mucho en la brega, llegando a la muleta con movilidad y condiciones para repetir aunque sin emplearse, pues obligarle suponía superar sus fuerzas y que perdiese las manos. Lo entiende bien el espada, tirando de él a base de llevarlo en línea recta, levantándole la mano al final del muletazo, aliviándole. Extrae lo que tiene aunque sin llegar a conectar. Mal a espadas, terminando con bajonazo tras varios pinchazos. Palmas en el arrastre y silencio.

Frio de salida fue el cuarto, saliendo suelto, abanto, de los lances de recibo. Mucho desorden para fijarlo en varas, recibiendo dos, acudiendo con prontitud a la segunda, mejorando tras tardear en la primera. Fea la pelea, saliendo suelto tras cabecear. Frente a los de plata continuó algo distraído, llegando a la muleta sin transmisión en una faena a menos, evidenciando mucha escasez de casta. Estocada trasera y descabello. Ovación tras petición.

El quinto fue aplaudido a su salida, por lo ofensivo de cara. Tenía fastidiado el corvejón, lo que le influyó en su galope durante toda la lidia, al no poder emplearse en plenitud. Tomó tres varas saliendo de najas sin que llegase a recibir un puyazo fuerte ni desgastarse empujando. Frente a los rehileteros, arreones y cara alta, bruto acometiendo, arrollando en su forma de embestir. Elías Martín puso dos buenos pares y Talaván destacó con su buena brega. Diosleguarde estuvo dispuesto, sacando lo que tenía el morito, con ganas de agradar aunque sin demasiadas opciones a tenor de la embestida. Estocada contraria atravesada tras pinchazo caído. Silenciados ambos.

El cierraplaza hizo su aparición con pies aunque sin humillar, cabeceando con la cara alta en el puyazo que recibió. En el segundo tercio tardea y mide, agarrado al piso, sobresaliendo con las frías González Amigo que de nuevo se desmonteró. Llegados al tercio final, dispuesto el espada ante la embestida brusca de la res, sacando lo que tiene sin lograr ligar con lucimiento. Estocada    algo atravesada y descabellos tras levantarlo al cachetear. Silencio ambos.

Una lástima que tras la tarde vivida de emociones nos topasemos con el aburrimiento por momentos.

Rubén Sánchez.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Gran tarde de la Quinta para iniciar el Alfarero

Diego San Román recibiendo a Romero.
Foto Julián López para Aplausos.

En tarde cálida y con tres cuartos del aforo cubiertos ha abierto el certamen de novilladas Alfarero de Oro con un completo encierro de La Quinta. La divisa sevillana ha presentado un conjunto parejo y entipado, variado de capas y accidentales propias de Buendía, sin atisbo de mansedumbre ni querencias marcadas en su juego, sin renunciar nunca a la pelea y pidiendo todo por abajo. La terna actuante ha paseado varios trofeos y dejado buenos pasajes, como buena disposición para rivalizar en quites, no perdonando ninguno Rafael González, quien además enseñó su lote en varas, pero sin llegar a estar a la altura en ninguno de los casos a la ocasión que brindaron sus oponentes.

Abrió la tarde un primero que evidenció justeza de fuerzas en los primeros compases, acudiendo al caballo en dos entradas, llegando a romanear tras coger el jaco por los pechos en la segunda, midiéndosele el castigo. Fue alegre en el segundo tercio, llegando a la muleta con un buen pitón derecho, en el que derrochó fijeza y prontitud, humillando y con recorrido e inercia para repetir, pudiendo ligar Rafael González varias series al ofrecerle distancia, cuestión acertada. Faltó el ajuste que arrancáse a crujir la plaza, algo que no había logrado al tomar la zurda, ya con la faena prácticamente hecha, sin que tuviese esas posibilidades el animal, que apenas tuvo recorrido por ese pitón. Ovación tras pinchazo y estocada caída. Buen novillo que se despidió con palmas en su arrastre.

Humillando aunque saliendo suelto de los primeros lances hizo su aparición el jugado en segundo lugar, que tomó un puyazo en el que se enceló a empujar con la cara fija, desplazando la montura hasta terrenos de presidencia. Una lástima los dos boquetes previos al puyazo que le fueron recetados estando ya en el peto, evidenciando gran falta de oficio por parte de su picador. Ante los de plata cortó y apretó a los adentros, arrancándose con prontitud. Llegó al último tercio con un buen derecho que aprovechó Ignacio Olmos para dejar nota de buen gusto, aunque sin lograr la ligazón y ajuste necesarios para conectar. La labor fue a menos tras tomar la zocata, al cambiar la embestida. Descabelló tras cinco pinchazos, no ejerciendo como debiera de matador, sino de matarife, pues una cosa es ejecutar la suerte suprema y otra muy distinta apuntillar la res a golpe de verduguillo. Ovación en su camino al desolladero y silencio.

Con pies y muy complicado, buscando por abajo, punteando cual tejón el vuelo de las telas de Diego San Román -que coge largo su capa, ofreciendo mucho vuelo y no siempre pudiendo tener el mando necesario sobre el mismo-, reponiendo y muy codicioso salió Romero, herrado con el número 52, corto de manos y una pintura de capa, cárdeno claro aldiblanco. Fue capaz de llevarlo muy largo por bajo, enseñándole a embestir, saliendo a los medios tras dejar varias verónicas templadas y de buen trazo, algunas empañadas por enganchones por soltar tanta capa. Tomó una vara en la que cumplió sobre un pitón. Salió parado de la misma y se pasó a banderillas quizá sin que atisbase que podría venir tan arriba después. La lidia fue mala, el burel empezó a reponer correoso, necesitando mucho sitio, perder muchos pasos y mucho oficio, técnica que es normal que un joven novillero tenga aún por adquirir. Pese a todo logra San Román acoplarse a la distancia y a la cambiante, encastada, desbordante y muy humilladora embestida, dejando pases templados muy bien rematados con lentos de pecho antes de que llegaran enganchones y se impusieran las complicaciones de este santacoloma que pidió carnet de matador especialista, de gran transmisión. Estocada desprendida y decabello tras aviso. Ovación cerrada con petición de vuelta al ruedo camino del desolladero y oreja benévola.


El corrido en cuarto lugar fue el de menor contenido, no por presentar mansedumbre, querencias o poco interés por la pelea, sino por su sosería en ella. Salió más templado, tomó dos varas en las que se dejó pegar acudiendo a la segunda a la distancia y con prontitud; sin humillar en la brega -no en vano le faltaba cuello-; llegando a la muleta pasando sin más hasta aplomarse, siendo complicado entrar a matar, momento en que fue sorprendido Rafael González con algunos arreones, despachando de estocada tras tres pinchazos. Silencio para ambos. Conviene reseñar que este cuarto, un novillo medio de cualquier tarde, fue en esta ocasión el de menos contenido, de modo que pueda tenerse en cuenta el nivel ganadero que ha tenido el festejo.

El que hizo quinto fue ovacionado de salida, negro entrepelado lucero, que tomó con pies los lances del buen recibo. En varas se vivió bastante desorden, quedando el novillo mal colocado en suerte para la primera vara, en la que el caballo buscó pitón recargando su costado sin que estuviera apretando el morlaco, cayendo la cabalgadura y su jinete, quedando a mercer y solo protegido por el monosabio -ojo al valor y exposición- el equino, al que llegó el morito a cornear en la cabalgadura e incluso a recetar algún varetazo en la grupa, terminando por levantarse el jaco y huir coceando sin gobierno y con el burel encelado hasta que en pocos metros se estampase con las puertas de acceso, las cuales no pudieron aguantar, doblándose los cerrojos y quedando abierta la doble hoja en unos instantes de mucha tensión y peligro con el utrero aún punteando el peto. Dos entradas más pegándole con fuerza y apretando el astado, mostrando casta, bravura y poder, pese al pánico que se había adueñado del ruedo y la mala colocación en suerte y los capotazos de más. Saludó en banderillas Rafael González Amigo tras dos buenos pares dejándose ver, ante este pronto y alegre número 53. Ignacio Olmos le fue poco a poco cogiendo el aire con la franela hasta hacerse con una embestida noble y con transmisión, dejando buenas series, imprimiendo gusto al trazo. La estocada cayó baja, aunque paseó un trofeo; ovacionada la res en su arrastre.

El que cerró plaza salió con pies y también fue ovacionada su presentación. En varas cabeceó tras acudir muy pronto y fijo, levantándose la concurrencia en pie con Tito Sandoval en los dos puyazos que administró, tirando el palo y toreando a caballo con mas espectacularidad que temple de jinete en el cite, pero tan efectivo como vistoso para la distancia. Con las frías destacó Juan José Trujillo ante una embestida con transmisión que terminó por ir a menos en el tercio final, aunque permitió buenos pasajes previos a una buena estocada que le valió al mexicano una oreja. Ovación en el arrastre.

Finalizado el festejo y tras la salida a hombros, muchos aficionados permanecieron en sus localidades para obligar a saludar al mayoral de la casa ganadera, persistiendo en sus vítores, teniendo que dar la vuelta al ruedo.

Gran inicio de certamen que esperemos continúe a este nivel tan difícil de superar. Como detalle, he echado en falta valores de humildad y agradecimiento en la terna, especialmente cuanto mayor ha sido su triunfo, que han preferido disfrutar en solitario, sin acordarse (o sin nadie del entorno que les recordase) de que no es solo gracias al público y a su esfuerzo, sino también a las condiciones del oponente.

Rubén Sánchez.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Los Maños regresa a Madrid con buena nota



Regresaba la divisa aragonesa al coso venteño tras su buen debut el año pasado con una novillada desigual de presentación, variada de capas y que tuvo un denominador común en su comportamiento, el de la casta.

Abrió la tarde Aviador, que salió con muchos pies, muy codicioso, desbordante, reponiendo y repitiendo a cada lance con nervio y humillando por los dos pitones con el mismo ímpetu. Supo José Cabrera sacarlo a los medios con la capa, rematando mal su ramillete al soltar a una mano, enseñando mucho al novillo al zafarse tras la revolera. Fue mal picado, como todo el encierro en su conjunto, recibiendo una primera pescuecera y caída, de la que salió perdiendo las manos tras cumplir, tomando una segunda trasera en la que no apretó demasiado aunque se dejó pegar. Colocó los rehiletes el coletudo en un auténtico desastre con varias carreras en falso, nulo conocimiento de terrenos y teniendo siempre que tomar el olivo tras clavar, cuando clavó, poco reunido y en mal sitio, por no hablar del sin fin de lances de brega que fueron necesarios para la colocación del burel. En la muleta apenas pudo verse hasta donde llegaban las condiciones del morito, que dio atisbo de no ser fácil, pero con una humillación y recorrido que probablemente habrían sido más patentes de haberlo podido, puesto que el trasteo estuvo compuesto de dudas y falta de asiento. Despachó de estocada tendida tras dos pinchazos, siendo silenciado a la par que el novillo en el arrastre.

Cupletero lucía por nombre el segundo, humillador y con recorrido, más templado de recibo, parándose antes de repetir a cada lance, teniendo que ser citado para ello. Jorge Isiegas dejó buenos lances a la verónica y dos buenas medias. Cumplió apretando en la primera vara y dejándose pegar en la segunda, ambas muy traseras; llegando al segundo tercio tardeando, lo mismo que acusó en la muleta, más agarrado al piso y costando que repitiese, algo que sí hizo cuando el aragonés tiró de él y le provocó metiéndose en su terreno, detalle este último del que quizá abusó, ahogándolo en la corta distancia. Pudo verse buena clase por ambos pitones, humillando y con temple en los buenos muletazos que trazó el espada, aunque carentes del ajuste que le hubiese permitido un triunfo más sonoro. Mató de estocada perpendicular, escuchando ovación con saludos en el tercio y siendo también ovacionado el morlaco en el arrastre.

El tercero fue el de mayor nota de los jugados, Saltacancelas, reata conocida de la casa gracias a un toro del mismo nombre triunfador de la concurso de Vic Fezensac, que hizo su aparición también de salida humillando mucho y repitiendo. En varas asistimos a un nuevo desastre, al no agarrarse el jinete en la primera entrada, en la que empujó con mucho poder hasta que le recetó el puyazo, tomando una segunda trasera en la que cumplió. Viose una buena brega en banderillas de parte de Jesús del Monte, saludando Javier Cerrato montera en mano tras buenos pares, especialmente el tercero, de gran exposición, ante una embestida pronta, humilladora y con recorrido. La faena de Daniel Barbero estuvo bien planteada, ofreciendo distancia y con mucha firmeza, muy en novillero; variado en los inicios y en los remates, dejando entre medias buenos muletazos a los que por poner un pero quizá podrían haber sido más templados, aunque a resaltar que fue una actuación más que digna para ser su presentación, con valor y haciendo valer recursos técnicos, puesto que tenía un oponente extraordinario y encastado, con la exigencia que conlleva estar a la altura de una embestida humilladora y pronta, con recorrido y repetición como tuvo el cárdeno. La espada le privó de un triunfo más brillante al dejar un bajonazo tras aviso con cuatro pinchazos previos, saludando una ovación entre división de opiniones, no habiendo tales en el arrastre, que transcurrió entre ovación cerrada y con fuerte petición de vuelta para el santacoloma.

Secretario salió templado, fue el de peor nota del encierro, puesto que manseó en varas en las tres entradas a las que acudió, algo cambiante a la hora de acudir y muy hábil para quitarse la puya, saliendo huido de la pelea, siendo un despropósito el modo en que le fue aplicado el castigo, con picotazos muy traseros. Tardeó en el segundo tercio y se dolió con los rehiletes, llegando reservado y a la defensiva a la muleta, con casta y complicaciones que se acrecentaron por la falta de oficio y la brusquedad en los toques de José Cabrera, que despachó de pinchazo hondo.

El quinto fue aplaudido de salida por su lámina, hizo su aparición rebrincado dejándose pegar en el peto aunque con la cara alta, llegando a acudir una tercera entrada gracias a que su lidiador optó por lucirlo a la distancia, en la que metió la cara abajo, mejorando en la pelea pero de la que salió suelto tras únicamente señalar el puyazo, tras ser muy mal picado en las dos entradas previas a las que acudió con magnífica fijeza y prontitud. Frente a los de las frías, esperó agarrado al piso, teniendo que llegarle mucho cuarteando para que se arrancase. Inició faena Isiegas por el izquierdo, pitón por el que acometió con temple pero con la cara alta y sin recorrido, logrando algo de ligazón por el derecho y con la misma carencia de ajuste que en el segundo de la tarde, yendo el trasteo, que fue demasiado largo, a menos. Mató de una estocada contraria de efecto fulminante tras aviso y un pinchazo, saludando una ovación con división. Silencio en el arrastre de este Zamorano.

Con una ovación fue recibido el cierraplaza, Embajador en la tablilla, que salió con temple para los lances de recibo, quedando parado y fijo antes de la primera vara muy trasera que recibió fuerte, en la que peleó apretando, cumpliendo en la segunda con la cara abajo. Fue pronto en garapullos, apretando y cortando, haciendo hilo; llegando a la muleta con poco recorrido a un trasteo que inició por bajo, tendiendo el utrero a echar la cara alta antes de que acortase Daniel Barbero la distancia en una versión muy distinta de la ofrecida en su primero, estando siempre a merced y sin planteamiento alguno para la faena, que fue a menos, quedando las dudas de lo que pudo sacarse al cornúpeta tras poderle. Media estocada tras pinchazo que puso broche a una buena tarde de toros en la que se mantuvo el interés en todo momento. Silencio para ambos.



Gran parte de la poca afición que acudimos al coso (una lástima que con el buen debut en las nocturnas del año pasado no acudiese más personal al regreso de este hierro) nos quedamos a esperar que abandonasen el ruedo los espadas, cuadrillas y mulilleros para ovacionar al mayoral de la vacada, que salió a saludar la misma tras un buen conjunto, con hasta cuatro novillos con posibilidades muleteras, sin querencias a los adentros ni a ningún terreno en concreto, acometiendo en cualquier terreno, todos ellos prontos en varas y con una pelea sin atisbo de mansedumbre salvo en el caso del cuarto. Una ovación cuyo merecimiento probablemente vaya a ser discutido, puesto que los aficionados veteranos siempre hablaron de un mínimo de cuatro reses completas y de nota en todos los tercios para conceder ese premio, pero que quizá tenía un listón demasiado exigente y que poco a poco está tomando una medida algo más equilibrada a mi entender.

Rubén Sánchez.