viernes, 6 de septiembre de 2019

Gran tarde de la Quinta para iniciar el Alfarero

Diego San Román recibiendo a Romero.
Foto Julián López para Aplausos.

En tarde cálida y con tres cuartos del aforo cubiertos ha abierto el certamen de novilladas Alfarero de Oro con un completo encierro de La Quinta. La divisa sevillana ha presentado un conjunto parejo y entipado, variado de capas y accidentales propias de Buendía, sin atisbo de mansedumbre ni querencias marcadas en su juego, sin renunciar nunca a la pelea y pidiendo todo por abajo. La terna actuante ha paseado varios trofeos y dejado buenos pasajes, como buena disposición para rivalizar en quites, no perdonando ninguno Rafael González, quien además enseñó su lote en varas, pero sin llegar a estar a la altura en ninguno de los casos a la ocasión que brindaron sus oponentes.

Abrió la tarde un primero que evidenció justeza de fuerzas en los primeros compases, acudiendo al caballo en dos entradas, llegando a romanear tras coger el jaco por los pechos en la segunda, midiéndosele el castigo. Fue alegre en el segundo tercio, llegando a la muleta con un buen pitón derecho, en el que derrochó fijeza y prontitud, humillando y con recorrido e inercia para repetir, pudiendo ligar Rafael González varias series al ofrecerle distancia, cuestión acertada. Faltó el ajuste que arrancáse a crujir la plaza, algo que no había logrado al tomar la zurda, ya con la faena prácticamente hecha, sin que tuviese esas posibilidades el animal, que apenas tuvo recorrido por ese pitón. Ovación tras pinchazo y estocada caída. Buen novillo que se despidió con palmas en su arrastre.

Humillando aunque saliendo suelto de los primeros lances hizo su aparición el jugado en segundo lugar, que tomó un puyazo en el que se enceló a empujar con la cara fija, desplazando la montura hasta terrenos de presidencia. Una lástima los dos boquetes previos al puyazo que le fueron recetados estando ya en el peto, evidenciando gran falta de oficio por parte de su picador. Ante los de plata cortó y apretó a los adentros, arrancándose con prontitud. Llegó al último tercio con un buen derecho que aprovechó Ignacio Olmos para dejar nota de buen gusto, aunque sin lograr la ligazón y ajuste necesarios para conectar. La labor fue a menos tras tomar la zocata, al cambiar la embestida. Descabelló tras cinco pinchazos, no ejerciendo como debiera de matador, sino de matarife, pues una cosa es ejecutar la suerte suprema y otra muy distinta apuntillar la res a golpe de verduguillo. Ovación en su camino al desolladero y silencio.

Con pies y muy complicado, buscando por abajo, punteando cual tejón el vuelo de las telas de Diego San Román -que coge largo su capa, ofreciendo mucho vuelo y no siempre pudiendo tener el mando necesario sobre el mismo-, reponiendo y muy codicioso salió Romero, herrado con el número 52, corto de manos y una pintura de capa, cárdeno claro aldiblanco. Fue capaz de llevarlo muy largo por bajo, enseñándole a embestir, saliendo a los medios tras dejar varias verónicas templadas y de buen trazo, algunas empañadas por enganchones por soltar tanta capa. Tomó una vara en la que cumplió sobre un pitón. Salió parado de la misma y se pasó a banderillas quizá sin que atisbase que podría venir tan arriba después. La lidia fue mala, el burel empezó a reponer correoso, necesitando mucho sitio, perder muchos pasos y mucho oficio, técnica que es normal que un joven novillero tenga aún por adquirir. Pese a todo logra San Román acoplarse a la distancia y a la cambiante, encastada, desbordante y muy humilladora embestida, dejando pases templados muy bien rematados con lentos de pecho antes de que llegaran enganchones y se impusieran las complicaciones de este santacoloma que pidió carnet de matador especialista, de gran transmisión. Estocada desprendida y decabello tras aviso. Ovación cerrada con petición de vuelta al ruedo camino del desolladero y oreja benévola.


El corrido en cuarto lugar fue el de menor contenido, no por presentar mansedumbre, querencias o poco interés por la pelea, sino por su sosería en ella. Salió más templado, tomó dos varas en las que se dejó pegar acudiendo a la segunda a la distancia y con prontitud; sin humillar en la brega -no en vano le faltaba cuello-; llegando a la muleta pasando sin más hasta aplomarse, siendo complicado entrar a matar, momento en que fue sorprendido Rafael González con algunos arreones, despachando de estocada tras tres pinchazos. Silencio para ambos. Conviene reseñar que este cuarto, un novillo medio de cualquier tarde, fue en esta ocasión el de menos contenido, de modo que pueda tenerse en cuenta el nivel ganadero que ha tenido el festejo.

El que hizo quinto fue ovacionado de salida, negro entrepelado lucero, que tomó con pies los lances del buen recibo. En varas se vivió bastante desorden, quedando el novillo mal colocado en suerte para la primera vara, en la que el caballo buscó pitón recargando su costado sin que estuviera apretando el morlaco, cayendo la cabalgadura y su jinete, quedando a mercer y solo protegido por el monosabio -ojo al valor y exposición- el equino, al que llegó el morito a cornear en la cabalgadura e incluso a recetar algún varetazo en la grupa, terminando por levantarse el jaco y huir coceando sin gobierno y con el burel encelado hasta que en pocos metros se estampase con las puertas de acceso, las cuales no pudieron aguantar, doblándose los cerrojos y quedando abierta la doble hoja en unos instantes de mucha tensión y peligro con el utrero aún punteando el peto. Dos entradas más pegándole con fuerza y apretando el astado, mostrando casta, bravura y poder, pese al pánico que se había adueñado del ruedo y la mala colocación en suerte y los capotazos de más. Saludó en banderillas Rafael González Amigo tras dos buenos pares dejándose ver, ante este pronto y alegre número 53. Ignacio Olmos le fue poco a poco cogiendo el aire con la franela hasta hacerse con una embestida noble y con transmisión, dejando buenas series, imprimiendo gusto al trazo. La estocada cayó baja, aunque paseó un trofeo; ovacionada la res en su arrastre.

El que cerró plaza salió con pies y también fue ovacionada su presentación. En varas cabeceó tras acudir muy pronto y fijo, levantándose la concurrencia en pie con Tito Sandoval en los dos puyazos que administró, tirando el palo y toreando a caballo con mas espectacularidad que temple de jinete en el cite, pero tan efectivo como vistoso para la distancia. Con las frías destacó Juan José Trujillo ante una embestida con transmisión que terminó por ir a menos en el tercio final, aunque permitió buenos pasajes previos a una buena estocada que le valió al mexicano una oreja. Ovación en el arrastre.

Finalizado el festejo y tras la salida a hombros, muchos aficionados permanecieron en sus localidades para obligar a saludar al mayoral de la casa ganadera, persistiendo en sus vítores, teniendo que dar la vuelta al ruedo.

Gran inicio de certamen que esperemos continúe a este nivel tan difícil de superar. Como detalle, he echado en falta valores de humildad y agradecimiento en la terna, especialmente cuanto mayor ha sido su triunfo, que han preferido disfrutar en solitario, sin acordarse (o sin nadie del entorno que les recordase) de que no es solo gracias al público y a su esfuerzo, sino también a las condiciones del oponente.

Rubén Sánchez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario