Inició la trigésima de San Isidro guardándose un minuto de silencio en memoria de Ignacio Echevarria, Se anunció y lidió un encierro muy bien presentado de Adolfo Martín, con ejemplares muy cuajados y de gran serieda por delante, aunque sin ser destartalados, como en anteriores ocasiones. Su juego fue descastado en general, a excepción del sexto, trasmitiendo poco y muy parados.
En primer lugar se jugó Comadrón, un cárdeno oscuro muy largo y serio por delante, que se coló buscando en la primera toma de contacto con las telas de Antonio Ferrera, partiéndole la taleguilla. Se repuso rápido el pacense, logrando a continuación lidiarlo ganando terreno, rematando con gusto en la media verónica genuflexa. En la primera vara, que el astado tomó, en corto, cumplió empujando sobre u pitón mientras se le recetaba una vara trasera que fue bien rectificada. Ferrera lo sacó del peto quitando por chicuelinas, rematando con un recorte para dejarlo a tomar la segunda. Volvió la cara al caballo en el cite, buscando capotes antes de tomarla tras ser puesto de nuevo, saliendo suelto después de no haberse empleado. En el segundo tercio aprovecharon su prontitud los dos matadores, que compartieron tercio, citando desde los medios mientras se aquerenció el burel en el burladero de matadores. Cerró el extremeño con las frías con un par de dentro a fuera, antes de coger la muleta para iniciar el trasteo saliendo a los medios pasándolo por bajo. Allí tomó la zurda, donde trató de sobarlo y llevarlo para irle alargando el viaje a una embestida que se quedaba corta y que echaba la cara alta, revolviéndose para el siguiente algo tobillero. Aguantó parones y escapó cuando le buscó en una ocasión, tirando de valor y con firmeza sin que sus esfuerzos lograsen que siguiese la muleta. Despachó de estocada trasera tras pinchar y pegarle varios por bajo. Silenciado en el arrastre este primero, soso y con peligro, sin codicia por emplearse en la pelea y escaso de casta. Silencio también para su lidiador.
En segundo lugar correspondió Buscador, un toro más recortado y bajo, algo falto de cuello, pero que humilló en los primeros lances de Juan Bautista, revolviéndose presto antes de que lo desarmase. Puchano se agarró bien en la primera vara, delantero y arriba, en la que el astado romaneó con poder sobre un pitón, no dejando Bautista que se luciese en la segunda, a la que acudió pronto pero de corta distancia, cumpliendo en esta segunda vara fuerte en buen sitio, de la que salió suelto. Llegó al segundo tercio con prontitud a los cites, cortando por el derecho y mostrando una buena condición en la buena brega de Rafael González. En el tercio final la embestida fue noble aunque exigente, humillando y repitiendo, revolviéndose para el siguiente y sin mucha codicia ni trasmisión; pero aprovechable si le hubiese puesto gusto, despaciosidad y ajuste el torero, que anduvo muy ventajista y con dudas, además de frío; abreviando para agarrar media estocada atravesada tras tres pinchazos en los que se salió de la suerte. Algunos pitos de fondo entre el silencio tanto para el matador como su oponente, manso y descastado, pero noble y más aprovechable.
Escribano recibió a portagayola a Murcianito, bajo de agujas y bien conformado, con buen cuajo. Se fue cruzado a los lances de capa del sevillano, que le dejó a su aire; sin llevarlo por bajo alargando el viaje, antes de que tomase una primera vara trasera y caída al relance, en la que empujó con fijeza, costando sacarlo. De nuevo corrido a la segunda entrada, en la que se agarró Esquivel delantero, arreándole un buen puyazo en el que cumplió sin más, quitándolo Ferrera del peto, en un detalle de agradecer, pues pocos hay que no manden al peón de brega por el arreón complicado de sobrellevar que suelen pegar los toros en tanto dejan de empujar en el peto. Compartieron el tercio con las frías ambos espadas, sin demasiado lucimiento al cuadrar un poco a toro pasado. El astado se arrancó con prontitud y estuvo fijo en ellos, haciendo hilo a tablas. En la muleta el burel fue soso y tiró la cara alta, tornillazo constante a cada muletazo, optando el coletudo por abreviar tras intentarlo, entre algún que otro arreón. Despachó de estocada muy trasera y caída, a este descastado y soso tercero, que fue pitado en el arrastre. Silencio para Manuel Escribano.
Chaparrito fue el que se jugó en cuarto lugar, que hizo una salida medidora y barbeando tablas, echando las manos por delante y volviendo la cara a los lances de Ferrera en tanto le llevó por donde no quería, buscando las tablas de la puerta de caballos. Tomó una primera vara con prontitud, romaneando y propiciando un tumbo espectacular al coger el caballo por los pechos. Acudió pronto y peleó con poder, metiendo riñones y cara abajo en una segunda vara fuerte en buen sitio. En banderillas fue muy complicado, midiendo y echando la cara alta, evidenciando que le faltaba al menos otro puyazo, apretando hacia chiqueros, costando poder dejar los cuatro palos a la cuadrilla, pues no puso los rehiletes el matador. En la muleta el astado salió desentendido de los muletazos, buscando los chiqueros y las tablas tras iniciar por bajo el pacense. Le puso voluntad en tablas del cinco, donde se paró el astado más engallado en su andanza por los terrenos del ruedo desde la zona de matadores. Allí con valor logró conectar con el público, sacando lo que pudo al natural, tirando y aguantando los parones con el poco recorrido que tenía, lograndó los mejores pasajes en paralelo a tablas, antes de doblarse con él para cuadrarlo. Pinchó arriba y agarró un pinchazo hondo tras otros dos, empeñado en la suerte natural pese a que el astado buscó los adentros. Al sonar el segundo aviso le cambió de suerte y le cazó de un bajonazo infame, teniendo que descabellar. Se arrastró en silencio este manso con peligro y mismo premio para el espada.
En quinto lugar hizo aparición Aviador, que salió abanto y suelto de los lances, blandeando de las manos. En varas tomó una primera a relance, trasera y bien rectificada, aplicándosele castigo fuerte mientras se dejó pegar con la cara abajo, lo mismo que hizo en la segunda, esta vez trasera. Se protestó con fuerza, pero cojeaba sin doblar las manos y aguantó hasta la muleta entre la protesta, pasando por un tercio de banderillas en que anduvieron eficaces frente a la sosería del astado. En la muleta fue muy suavón, con una nota mexicana, embistiendo al paso y con la fuerza muy escasa, dulce sobre todo por el izquierdo, por el que Juan Bautista se puso entre solicitud de abrevio generalizada, sacando muletazos templados pero sin trasmisión ni emoción alguna. Mató de pinchazo hondo en buen sitio, saliéndose de la suerte, siendo silenciada su labor; en tanto se despidió con pitos al burel, manso, descastado y flojo.
Tomatillo cerró la tarde. Fue recibido con algunas palmas a su espectacular trapío por delante. En los lances de capa humilló y se revolvió como los albaserradas, tomando una primera vara en corto, gazapeando, de la que salió suelto. Tardeó un poco a la segunda, en la que se empleó, romaneando; sacándolo Ferrera del peto en un auténtico quite, llevándolo muy templado a la verónica, siendo una lástima que lo desarmase en el remate. Se dolió el morito en banderillas, acudiendo pronto a los cites de Escribano, que clavó en los medios y dos pares en tablas, el último por los adentros sin apenas terreno para poder salir, en un alarde no ya de valor sino de temeridad, teniendo que entrar por la tronera en tanto cuadró; y sin haber podido escapar en caso de no estar justo allí el burladero. Inició faena tratando de pasarlo por bajo, pero el astado le apretó y lo sacó a los medios buscando el diestro escapatoria, mientras se le iba subiendo a las barbas. Allí en los medios su actuación fue un mar de dudas, sin saber por donde meter mano a una embestida muy encastada y exigente. Lo intentó por el izquierdo sin llegar nunca a confiarse, pese a que el astado humilló y siguió la muleta cuando ésta iba a rastra, pidiendo el siguiente con presteza, eso sí. Dudó el diestro y buscó quitarle la muleta de la cara, echándose encima y dejando que enganchase las telas en su afán por que pareciese de una condición peor. Por el derecho lo vio aún menos claro, pese a embestida similar, abreviando y cazándolo con una estocada corta, siendo su labor silenciada e inexplicablemente pitado el astado en su arrastre, pues tuvo casta, cumplió en la segunda vara y fue pronto en banderillas, además de tener una embestida humilladora y exigente en la muleta. Parece ser que el afán del diestro por enseñar una embestida sin recorrido y con peligro caló en los tendidos.
Rubén Sánchez
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