lunes, 30 de septiembre de 2013

Potrero, un novillo de premio de La Interrogación en una concurso "Desierta"

Manuel José Bernal, muy torero citando al de Sánchez Cobaleda.
Foto: Juan Pelegrín

Plaza de Toros Monumental de Las Ventas. Corrida de novillos concurso.

8-Garbancito, de D. Juan Luis Fraile y Martín. 12/09. Negro. Duro y encastado, complicado. Aplaudido en el arrastre.

35-Batanerillo, de Sánchez Cobaleda. 12/09. Negro bragado meano lucero calcetero. Manso encastado, poderoso y fiero.

35-Morisqueño, de D. José Joaquín Moreno de Silva. 04/10. Cárdeno. Manso descastado, distraído y a menos.

38-Pelotera, de D. Manuel Quintas. 05/10. Berrendo en negro aparejado. Manso, fijo y a menos.

66-Fumisto, de Paloma Sánchez-Rico de Terrones. 11/09. Negro listón chorreado. Manso, a menos y defendiéndose. Pitos en el arrastre.

6-Potrero, de La Interrogación. 10/09. Negro. Novillo de nota. Bravo y encastado, alegre y fijo en 4 varas, recargando hasta empotrar contra tablas la cabalgadura. Fijo y pronto en banderillas. Embestida humillada, pronta y repetidora con nobleza, y con mayor profundidad por el izquierdo. Palmas en el arrastre.



  • Francisco Pajares (Catafalco y oro) : Buena estocada tras pinchazo (palmas tras aviso) // Estocada tras una que hizo guardia (Pitos tras aviso)
  • Jesús Fernández (Blanco y oro con cabos negros) : Estocada casi entera atravesada. Descabello (Silencio) // Dos pinchazos hondos tras pinchazo. Descabello (Silencio)
  • Alberto Escobar (Fucsia y oro) : Estocada trasera, tendida, caída y atravesada (Silencio) // Media estocada tras pinchazo hondo y otra media, huyendo de la suerte (Silencio -le salvó la megafonía-)


Novillada concurso de ganaderías, quizá haya quien refiera que si los utreros son aquello que por nota, reata, confianza o hechuras, no se deja para cuatreño, no entiende el sentido de poner a concursar entre sí aquello que no es la flor de las vacadas. Tampoco es extraño escuchar y sin falta de razón, que echar un novillo bueno es  más sencillo que echar un toro bueno. Pero al hilo de estas cuestiones, creo que en caso de ganaderos como los de hoy, que se dedican sin más remedio, practicamente excepto Juan Luis Fraile y Moreno de Silva, a lidiar a pie utreros (si tienen la suerte de poder lidiarlos, que algunas, ni eso) el que tengan una oportunidad por recuperar la ilusión, el que compitan con lo mejor de su camada, y el que los aficionados conozcan ganaderías nuevas, y los aspirantes a futuros matadores lo que deben llevar a cabo en la lidia para enseñar un animal durante los tres tercios; me parece algo importante con motivos para apoyarlo. No quita lo cortés, que Madrid también merezca su Corrida de Toros concurso y con los hierros en mejor momento, no como oportunidad a ganaderos, muchos de ellos por no poder presentar seis novillos, sino como muestra de bravura y del momento de las ganaderías, que para la variedad, debería estar toda la temporada.

No evocan a Ibarra, ni a graciliano estas puntas.
Foto: Juan Pelegrín

Abrió plaza un graciliano (según papeles) que ni mucho menos lo parecía, algo vareado pero con un morrillo más prominente de lo habitual en su linea, su hocico era lo más ibarreño del conjunto, no así su alzada y mucho menos su veleta y playera cornamenta. Sin humillar repitió en los compases de recibo. Tomó tres varas algo distraído, peleando sin fijeza, pegando mucho gañafón al peto, saliendo suelto, pero desarrollando conforme el tercio proseguía, una mejor condición en su pelea, ya que si en el primer gran puyazo de Paco María derrotaba, saliendo suelto del segundo, en la tercera entrada, desde la distancia, cumplió con algo más de fijeza, si bien es de justicia añadir que marró el varilarguero, pegando el puyazo una vez ya estaba debajo y no antes de que en el encontronazo llegase al peto.

Paco María señaló el mejor puyazo de la tarde en el primero de los tres que recibiese Garbancito.
Foto: Juan Pelegrín
Tardo y distraído, echando la cara alta y haciendo hilo se mostró en banderillas, llegando a la muleta con un pitón derecho en el que poco a poco fue corrigiendo levemente el calamocheo y los derrotes, aunque finalmente se orientó, al igual que ocurría con el izquierdo, por el que buscaba y se frenaba. La faena se alargó mucho, Pajares estuvo firme pero citando mucho con la muleta retrasada para aprovechar el escaso recorrido, lo que le hizo destaparse en varias ocasiones, cogiendo el encastado utrero la ubicación exacta de lo que iba dejando atrás. Se le complicó para la suerte suprema.

Un señor pavo.
Foto: Alberto de Isidro.

Un señor con toda la barba hizo segundo, ovacionado de salida, astifino y muy serio por delante, el pintado patasblancas recordaba en lámina a los de Luciano Cobaleda. Pese a que le costó salir por la puerta de chiqueros, desconfiando, tuvo mucho brío, pies, fiereza, poder, nervío...mucho temperamento, encampanándose en cada una de las acometidas a aquellos estímulos que le hacían fijarse.¡Acudía como un misil!

Agresividad del patasblancas en el primer tercio.
Foto: Paloma Aguilar

Pese a los malos presagios al verle echar las manos por delante y salir suelto de los lances, verle arrancarse con esa ímpetu desde los medios, así como emplearse en la vara trasera de Manuel José Bernal, hicieron recobrar unas esperanzas de bravura (que no de casta y emoción) que se vieron frustradas al ver como desde más allá de la circunferencia, se distraía y cantaba la gallina volviendo la cara al montado. Volviéronlo a colocar y, tras desentenderse acudió al cite de un capote, al que acudió presto, dejándose ver con astucia el picador charro, fijándose en él el cornúpeta, que salió despedido de najas hacía chiqueros conforme llegó a jurisdicción, confirmó lo que había cantado antes. Ya que no había humillado nunca y estaba muy entero, tomó la decisión (a mi juicio acertada) de pegarle un puyazo, y si para ello hacia falta que saliese con valor el varilarguero a buscarlo, ahorrando capotazos para meterlo debajo y taparle, y demostrando la habilidad como jinete que demostró, para en las afueras, cerrarle la puerta y entre gañafones administrar una vara tal como Bernal lo hizo, pues bienvenida sea la lidia heroica a la antigua pese a los ignorantes del "no te pases de la raya". Ya empezaba a cortar y a buscar, la emoción y el riesgo seguían latentes, pero la intensidad del primer tercio en cuanto a la agresividad del astado, recuerdo pocas veces que me llegaba a trasmitir hasta ese punto.

 Cogió el terreno de la puerta de caballos para el tercio de banderillas, mostrándose desafiante y muy pendiente de todos los estímulos, quizá pareció distraído, pero a mi entender, quería acometer a cuánto le llamaba, que dio esa sensación sin que así fuese, vi un novillo fijo por de más.

Firmeza de J.Fernández
Foto: Paloma Aguilar

En la muleta era para doblarse con él, obligarlo a descolgar y no estar mucho tiempo por la cara, ni dejarlo pensar, ya que después toca salir limpiamente después de tirarse a matar, de aquellas guadañas. Pero aunque es digno de admiración y respeto, el valor con que el novillero barcelonés dio la cara, entregado, con voltereta muy certera (quizá puntazo) incluida, Fernández aguardó mucho tiempo tratando de ponerse a pegar pases a un muy complicado, poderoso y encastado animal, lidiándolo eso sí finalmente.

El saltillo, en tipo.
Foto: Alberto de Isidro

En tipo y hechuras de su encaste, estaba el cárdeno Morisqueño, repetidor y reponiendo de salida, desbordó en cierta medida al coleta madrileño, que no ganó terreno en los lances. Muy desentendido y distraído en varas, tardeando, haciendo una pelea descompuesta, con la cabeza alta, derrotando y haciendo sonar el estribo, saliendo además suelto. Bonito detalle de Pajares el de acudir a quitarlo del peto, y realizar un autentico quite, valga la redundancia, para colocarlo garboso en los medios tras la segunda vara. Pero pese a que no humillaba, las fuerzas no sobraban y cambió Alberto Escobar el tercio. Muy aplomado en banderillas, el mansito llegó a la muleta con sosería pero sin malicia, el coletudo no lo entendió, ni tenía conocimiento ni poseia el recurso, el oficio para ello. ¡Ay madre si le llega a salir un saltillo de D. Joaquín de los de algunos años atrás!

El aparejado de Martínez, un pavo
Foto: Juan Pelegrín.

Aparejado, con alzada, con mucho esqueleto y seriedad por delante estaba presentado el de Quintas, al que le tocaron las palmas de salida. Metió la cara al pasar agachando solamente el pitón, pero saliendo suelto y desentendido de los lances. Tuvo la mala fortuna de que no le cortasen y recibiese una vara más de muerte que de castigo en terreno de querencia, larga y en la que además el animal, se llevó mucho afán en empujar con celo y fijeza, apretando, lo que le condicionó para toda su lidia. Ya en contraquerencia arrancó sorprendiendo al picador, que metió las cuerdas en mal sitio, sin emplearse el berrendo. Desde los medios se arrancó a la que creímos tercera vara, pero acometió a un capote y sonaron clarines. Su comportamiento ante los rehileteros fue aplomado y distraído, resolviendo bien el tercero, Francisco Javier Gómez Pascual. Noble pero soso, parado pese a su virtud de prontitud, no trasmitía en la muleta, metía la cara, o el pitón quizá en medio muletazo, teniendo un pitón derecho por el que tenia mayor recorrido, quedándose más y protestando por el izquierdo. Francisco Pajares alargó mucho el trasteo, un sin fin de pases que no llegaron a decir nada, además pasándose de faena.

El de Terrones, un tío de buenas hechuras
Foto: Alberto de Isidro

El de mejores hechuras era este gamero cívico, muy en su línea, la de Clairac que presentaba en quinto lugar Paloma Sánchez-Rico. Y también se le recibió con aplausos. Pero manseó desde los primeros compases, saliendo suelto de los lances y marchándose allí donde no se le atacaba, buscando inicialmente en su cobardía, el amparo de las tablas en el sol, llegando finalmente a entablerarse en chiqueros. En varas demostró cierta bravuconería, tomando desde corta distancia la primera, en la que salio suelto de la pelea, regresando enseguida y con todo, en un buen gesto de su picador al no echar el palo, dejando los puyazos para cuando se arrancase puesto en suerte. Desde el tercio acude pronto a un segundo, repuchandose de la pelea y haciendo amagos de volver al peto, pero se quedaron en amagos, pues prefirió acularse en la barrera. Tras sacarlo de allí con insistencia, acudió alegre desde la distancia, a un puyazo que en ejecución tuvo gran pureza, echando el palo y el cuerpo detrás de este, con el pecho por delante, que junto al tranco del burel, le dieron gran espectacularidad pese a que de colocación se fuese un pelín. Salió suelto tras cumplir sobre un pitón, y Antonio García, picador, fue ovacionado.

Llegó a la brega sin emplearse y aplomado, defendiéndose en la muleta, con muchas complicaciones, protestando, y con el sinsabor de la sosería, dando pocas opciones a Jesús Fernández, que pese a algún descuido, volvió a dar la cara.

Quizá más cuesta arriba y con más longitud de pitón de lo habitual en coquilla, pero un gran novillo.
Foto: Juan Pelegrín


Cerraba la tarde Potrero, un coquilla de La Interrogación, y que pese a su disparidad en tipo, resultó un gran novillo en comportamiento. Ya de salida se empleó, repitiendo y humillando, la primera vara resultó muy caída, rectificando. La pelea fue buena, apretando fijo y abajo. Distancia para la segunda, a la que se arranca pronto y alegre, con todo y en la que cumple sobre un pitón, con mucho celo en el peto. Más lejos para la tercera, el astado muy fijo en el caballo, también en los capotes si se movían. Movía bien el jinete su cabalgadura, pero faltaba ese punto de salir para delante con el caballo decidido, tampoco vendría mal que algún dia, el vociferante e imperativo personal aguardase más en silencio escuchando la voz del picador y permitiendo que el novillo la oiga. Gran tercio de varas nos brindo el bravo Potrero, ya que en esta tercera empujó hasta empotrar contra la barrera al caballo, desmontando en el encuentro en una cuarta vara, desde la misma distancia y apretando abajo hasta chocar con las tablas. Pero su bravura no se terminó aquí, y pese a aplomarse un poco en banderillas, siempre enseñó fijeza.

No es cosa del instante. Así embestía Potrero por el izquierdo.
Foto: Juan Pelegrín.
Inició faena sentado en el estribo, y tras pasarlo por alto, lo estrelló contra la madera, en un golpe seco que pudo descordar al novillo, pero en el tercio se echó la muleta a la zurda, dejando ver en dos lances a un animal que humillaba y repetía, con prontitud y nobleza, pero con una embestida encastada, que el coleta no supo canalizar ni someter, ni aprovechar, cambiando a la diestra, donde se sentía algo más confiado, más seguro, y por donde la noble y pronta embestida surgía con menor profundidad. Pero tampoco lo vio por el derecho, y su expresión era la de "abrevio por imposible", todo un despropósito tratándose de un novillero con hambre y ante un novillo de apostar y tener un triunfo entre la afición tras haberlo lucido tan bien en el caballo. Pero mayor despropósito el del jurado, que o no lo vieron o no lo quisieron ver ni votar para no desmerecer al muchacho. Pero el novillo era de premio.

La cerradura guardaba un festejo muy interesante y de muchos matices.
Foto: Juan Pelegrín

Muy interesante y con muchos matices esta concurso, fue de todo menos aburrida, un festejo que se me pasó particularmente rápido, y del que en cada momento había mucho que analizar, la Fiesta (o al menos mi afición) necesita más tardes como esta. Mi reconocimiento a la empresa, particularmente a los veedores por los seis escogidos, y mi desmerecimiento a la novillería mas cuajada por evadirse de dar la cara en festejos de este tipo y a la empresa por la selección de los coletas y sus cuadrillas, creo que debiese de echar imaginación y motivar de mayor manera a los novilleros a no dar la espalda a esto, a los aficionados a participar e implicarse y a las cuadrillas, especialmente en un festejo de estas características, los de a caballo, motivándolos a la superación con un premio y poniendo en valor su oficio y la bravura escogiendo a seis picadores destacados.

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