lunes, 10 de abril de 2017

Ni bravos y nobles, ni fieros y encastados: Correosos y parados victorinos.



 En una tarde calurosa y con un gran ambiente, más de 17000 almas en el coso venteño atraídos en su mayoría por la expectación de ver las reses de la A coronada, el ganadero de Galapagar ha pasado muy discretamente por su primera cita este año con la primera plaza del mundo. Varios de sus astados fueron ovacionados por su lámina y presentación al pisar el ruedo, pero en cuánto a su comportamiento dejaron que desear frente a la expectación creada. Fueron duros y correosos tal como puede esperarse en la casa, pero apenas regalaron una embestida siguiendo la muleta con algo de recorrido, ni tuvieron la movilidad, fiereza o brío que les caracteriza y que hacen notable su peligro en los tendidos. Los de hoy mantuvieron ese peligro traducido en complicaciones pero sin la movilidad y el nervio esperado de cuando no sale el que sigue la muleta por abajo hasta el final. En cuánto a la terna podemos destacar una muy digna actuación de Gómez del Pilar, un petardo muy sonoro de Fandiño y un Alberto Aguilar que dió de cal y de arena.

El confirmante Gómez del Pilar abrió plaza yéndose a portagayola para recibir a un morlaco que salió muy parado, tal como fue durante toda su lidia. Tras un buen recibo capotero, trató el toricantano muy asentado de dirigir el tercio de varas con miras al lucimiento del astado, que puso en evidencia a su divisa, tardeando a un primer encuentro al que se le dejó a mucha distancia y teniendo que ser cerrado a la raya, algo que ocurrió también en la segunda entrada (inexplicablemente demandado por la afición), pues fue de nuevo puesto de largo, tras haberse ya visto lo que le costó arrancarse sin aún saber dónde iba. Juan Manuel Elena "El Patilla" toreó bien a caballo, cruzándose con el toro y citando muy enérgico, pero si el toro no quiere no se puede hacer más. En ambos encuentros le pegaron fuerte, cumpliendo el toro y saliendo suelto, llegando a banderillas muy parado, esperando, muy tardo ante los cites. Destacó Raúl Martí con los palos y tras un emotivo brindis al cielo en memoria del pequeño Adrián Hinojosa, por el que también se guardó un respetuoso minuto de silencio al finalizar el paseíllo, fallecido de cáncer a los 8 años de edad y que quería ser torero, inició el trasteo muletero pasando por alto a su adversario, saliendo al tercio tras evidenciar sus complicaciones y lo corto que se quedaba por ambos pitones. Muy dispuesto y tras aguantar por el derecho teniendo incluso varios sustos, logró algunos detalles por el izquierdo, sin más, regresando al pitón derecho donde tras otro aviso serio optó por cambiar la ayuda por la de verdad para después de doblarse con él muy torero, macheteando de pitón a pitón y andándole, despacharlo de una estocada tendida y trasera. Estaquero, que así se llamaba, demostró mansedumbre, falta de casta y de movilidad, fue despedido con pitos, mientras que su matador recibió una justa aunque discutida ovación a su digna actuación.



Barbacano fue a la postre el único que regaló embestidas con algo más de recorrido en la muleta, salió con pies, llevando a Fandiño por diversos terrenos de la plaza en el recibo de capa, muy brusco, defendiéndose más que enseñando al toro a humillar y seguir el engaño. El animal ya había mostrado varias características propias del que sale bueno en su encaste, pies de salida, difícil de torear a la verónica en el recibo, humillador...además acudió con prontitud al caballo, tomando dos puyazos fuertes, cumpliendo en el primero y...vaya, saliendo repuchado del segundo. Tras un quite por chicuelinas de Aguilar que finalizó el toro al desarmarle, Jarocho destacó con la brega pese a las dificultades, pues aunque humillando, apenas si pasaba y además hacía mucho hilo. Diego Ramón Jiménez dejó un buen par para cerrar tercio y pasar a una faena que inició con brusquedad al pasarlo, logrando ligar los muletazos a continuación por el derecho y un buen natural al tomar la zurda, regresando enseguida el vizcaíno a su mejor mano, sin acordarse de que no era el mejor pitón del albaserrada, faltando colocación y abusando de la ventaja del pico. La faena calló tras algunos detalles de nuevo al natural en cuánto acortó distancias, quedando mecha todavía que aprovechar por el izquierdo. Tampoco anduvo acertando con lo que él era seguro, la espada, dejando una estocada muy baja y atravesada. El manso encastado y a menos con buen izquierdo fue pitado, al igual que Iván Fandiño.

En tercer lugar, Buscador salió con pies, brioso, aunque enseguida se paró tras el recibo capotero. En varas tuvo un buen comportamiento, empujando en la primera y cumpliendo con fijeza en la que vino después, muy caída y fuerte. Llegó al segundo tercio cortando y midiendo, ante él anduvieron rápidos, eficaces los de a pie, evitando pasadas en falso que tanto le hubiesen orientado. A partir de ese momento y sin motivo aparente el animal cantó que no quería más pelea, volviendo la cara hacia tablas tras recular y buscando las tablas del 5. Su matador, inteligentemente, no se empeñó como estamos acostumbrados a tratar de llevarse a base de tirones al toro al terreno donde no quiere estar, e inició por bajo centrando su faena en los terrenos de los adentros en el sol. El burel se quedaba corto y buscaba, orientándose por momentos, pegando un brusco tornillazo en el embroque, hechos éstos que hicieron tomar al diestro las lógicas precauciones, aunque quitándose demasiado, algo que acentuaba más si cabe el sentido que iba cogiendo el cornúpeta. Tras dejar algunos detalles aguantando mucho por el derecho, llegando al público por el notable peligro, volvió al izquierdo sin asentar las zapatillas y el toro le tropezó, desplazándolo de un golpe que le provocó una caída y tener que entrar en la enfermería, tirando tras ello la toalla en su difícil empresa y sin obcecarse en algo importante como someterlo antes de coger la de verdad, pues se dobló sin mucho afán ante la incierta embestida y pasaportó de media estocada en lo alto a este manso encastado con peligro que fue pitado en el arrastre, recibiendo palmas el diestro Alberto Aguilar.


De Bosquimano se había hablado mucho por su estampa y fue recibido con una ovación de gala en su salida, su hocico algo chato no era de la casa, pero sí sus dos cornipasos puñales que lucía por delante. En este caso el recibo además de brusco, defendiéndose como en el anterior, no solo no ayudó a enseñarlo a embestir sino que además le enseñó a echar la cara alta. En varas cumplió, con fijeza además en el primer puyazo, siendo ambos fuertes, traseros  y caídos. El animal mostró poder y prontitud, arrancándose con alegría al caballo y necesitando una tercera entrada que además de mostrar su bravura atemperase su embestida, pero Fandiño no estaba por la labor en vista de la bronca en el anterior, de que la gente se pusiese desde tan pronto de parte del toro y cambió el tercio a una res que gazapeó en banderillas, además desparramando la vista y estando pendiente de todo, muy distraído, ante el que Jarocho se desmonteró tras dos buenos pares. La faena inició por bajo, saliendo al tercio, algo acelerado. La embestida, a media altura y sin entrega, pero pasaba; y arrancaba con prontitud a la distancia, logrando el coletudo algún pasaje de ligazón por el derecho, mientras poco a poco el morito se iba orientando, avisando a su matador, que pronto empezó a dudar, algo que cabreó a una afición que ya tenía la escopeta cargada tras lo del toro anterior y de modo que en cuánto se le recriminó, tiró la toalla y mostró una actitud que si bien es verdad que el animal no tenía entrega ni fijeza, dejó mucho que desear. Estocada baja con derrame, bronca. El astado recibió alguna palma (de castigo al torero, posiblemente) pues fue una medianía, no tuvo entrega ni estuvo fijo en la pelea, pese a su poder y buen comportamiento en el caballo.

Murallón debió salir en sexto lugar, pero la estancia de Aguilar en la enfermería recuperándose de dolor en las costillas hicieron que se alterase el orden de lidia. Fue algo protestado, pues por lo playero de cara no destacaba su cuerpo, largo y vareado, como es el toro de albaserrada. Salió con pies, aunque algo renqueante de atrás, de lo que pronto se recuperó. Se dejó pegar en varas cumpliendo sin más, mientras le arrearon con saña en mal sitio, en la paletilla. Llegó a banderillas con movilidad y Carretero aprovechó para salir del paso clavando a la media vuelta. La faena del toricantano en terrenos del tercio fue de mucho tesón, ante una embestida algo gazapona, orientándose por momentos, quedándose corto, buscando. A base de sobarlo logró dejar algún destello al natural, regresando ya con precauciones y sin lograr acoplarse por el derecho. Entró a matar y se le fue abajo, de modo que no soltó y sacó esa fea media espada, finiquitando después con un pinchazo hondo caído y una estocada también caída. Fue despedido con pitos el encastado y correoso albaserrada y silenciado el diestro.



Por último hizo aparición el que hacía quinto en los papeles, teniendo que ser devuelto por inválido tras dos fuertes varas; en su lugar se lidió un sobrero de San Martín, tan inválido o más que el devuelto. Salió con pies, brincando, tirando un pitonazo en el primer lance que pasó cerca de la barbilla de Alberto Aguilar, continuando con la cara alta aunque mejorando según iba concurriendo su lidia. Cabeceó en la primera vara, trasera, yendo a mejor para la segunda, en la que se quedó fijó empleándose, saliendo muy justo de fuerzas y doblando las manos. Pero este era más nobletón y anduvieron más prestos en banderillas, había que mantenerlo, aliviándolo en la brega por arriba y sin miraditas al palco ni tiempos muertos que avivasen la protesta del público, como habían hecho en el anterior. El madrileño le cogió pronto el aire con la muleta, con suavidad y ayudándolo en el remate levantándole el vuelo, de modo que logró ligar varias series por el derecho, pues el animal desarrolló mucha humillación, siguiendo con recorrido el engaño, repitiendo sin apenas levantar la cabeza, además con prontitud y una nobleza un punto empalagosa debido a su templada embestida al paso, sin trotecillo apenas y nada de galope. Las tandas se sucedieron ligadas por ambos pitones llegando al público hasta que optó por acortar distancias, pese a lo pronto que embestía a media distancia. El toro a pesar de su bondad no olvidó su estirpe santacolomeña y dio algún susto a Aguilar, tanto cuando le quitó la muleta, pues él quiso repetir, como cuando abusó del cite descolocado, tirando el gañafón al ver el hueco entre su muslo y el engaño. Lo despachó de una buena estocada, en la que fue cogido y pese a lo bien colocado de la espada, se tragó la muerte, escuchándose un aviso y teniendo que descabellar, escuchando una ovación acabada su labor. El morlaco fue silenciado en el arrastre.

Rubén Sánchez.

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