domingo, 28 de agosto de 2022

La terna deja buenas impresiones entre la mansedumbre de los Torrealba


Plaza de toros de Collado Mediano. En tarde calurosa y con más de tres cuartos en los tendidos, se anunciaba un encierro de Torrealba; para los diestros Jorge Martínez (Oreja y silencio tras aviso), Álvaro Burdiel (Silencio y ovación con saludos tras dos avisos) y Sergio Rodríguez (Dos orejas y oreja). El festejo dio comienzo con retraso, posiblemente por la cola que había en taquilla.

Abrió plaza Zorrito, número 17, negro de capa, bien rematado y de buenas hechuras, cornidelantero y estrecho de sienes. Metió bien la cara en el recibo, mostrando síntomas de poca fuerza, echando las manos por delante. Tomó un picotazo en buen sitio, en el que se dejó pegar, con eso fue suficiente. Tardo en banderillas, pudimos ver un buen par por parte del tercero; el burel buscó los adentros, llegando a instalarse próximo a chiqueros al finalizar el tercio. Se le hizo una buena lidia, dándole tiempo y bregando a favor del cornúpeta. En la muleta tuvo que cuidarlo Jorge Martínez, llevándolo a media altura y sin obligarlo, pues cualquier brusquedad y perdía las manos. Terminó por echarse en un trasteo que pese a las buenas formas del espada, fue a menos y no hubo conexión con los tendidos por la carencia de emoción. A pesar de lo que se puso a la defensiva el utrero, insistió el murciano y terminó con manoletinas una faena larga. Mató de buena estocada aprovechando la querencia a los chiqueros, pues lo colocó en la suerte contraria y enfilando a la misma puerta, aunque perdió los trastos en el embroque. Oreja y silencio en el arrastre.

Hizo segundo Bucería, número 3, negro de capa, cuajado y bien encornado, al que recibió templado Álvaro Burdiel, mientras salía abanto de cada lance, teniendo que ganar terreno y dejando dos buenos lances a la verónica. Recibió un puyazo fuerte al relance, que fue delantero y rectificó a trasero el montado, en un segundo puyazo que le recetó en esa única entrada, de la que salió suelto y con castigo más que de sobra administrado. Metió bien la cara en la brega, y se vieron buenos pares, siendo la nota negativa la querencia que marcó a los adentros. Brindó a Ángel Merenciano, mayoral que se encuentra convaleciente tras sufrir un aparatoso accidente en el campo, para iniciar a continuación con ayudados por alto al hilo de tablas, sacándolo más allá del tercio con temple. Continuó con la diestra, llevándolo tapado y sin dejar que se le marchase a chiqueros, para dejar unos buenos naturales acto seguido, muy relajados y de buen concepto. Pese al buen planteamiento y trabajar bien tiempos y distancias, el morlaco renegó de la pelea, adornándose en los remates ya en los adentros. Pinchazo hondo, tirándose al hilo, al que siguió un pinchazo arriba y finalmente una estocada entera atravesada. Un descabello le bastó a Burdiel para pasaportarlo. Silencio y silencio también al arrastre.

En tercer lugar salió un colorado ojo de perdiz, más recortado y bajo, con el número 30, de nombre Rastreador y que en el recibo se dejo atrás los cuartos traseros, arrastrándolos, de total invalidez. Pese a todo tomó un puyazo, entre protestas se banderilleó en dos pasadas tras la que el palco no quiso ver el estado del animal y sustituirlo. Brindó Sergio Rodríguez al público semejante birria y la faena tuvo que transcurrir sin obligarlo, levantándole la mano por lo que se resintió el utrero, que querer quería tomar los engaños con codicia, pero no podía terminar de hacerlo con la profundidad que lo hubiera hecho en plenitud. Dejó el abulense buena cuenta de su dominio en el cuidar flojeras y terminó con templados naturales a pies juntos, antes de volcarse encima para recetarle una estocada contraria y perpendicular, algo trasera y de buena ejecución, que le valió para cortar el doble trofeo. Pitos en el arrastre.

Vitoriano tuvo por nombre el cuarto, número 27, castaño listón, bien encornado y que en el recibo humilló y se enceló en los buenos lances de Jorge Martínez, aunque parándose pronto y teniendo que sacar las verónicas prácticamente una a una. Tardeó en el caballo, teniendo que salir el montado a buscarlo, sin que tampoco dejase cuenta de sus buenas dotes para hacer la suerte y provocar la arrancada. Le recetó un picotazo caído en el que el astado se dejó pegar, saliendo muy agarrado al piso. Cortó y esperó a los rehileteros, que no lo tuvieron fácil, cambiando el palco con tres palos. En la muleta acometió a arreones, dejando cuenta de que estaba no sólo apenas picado sino además sin haberse empleado, por lo que tuvo el murciano que llegarle mucho con los engaños y dominar el genio. Le ganó la acción revolviéndose y le tropezó, cayendo el diestro a la arena, en la que le buscó sin impedirle continuar la lidia, pese a lo feo de un pitonazo que pareció golpearle en el rostro y otro en el muslo. Volvió a la diestra y sin dudar regresó a jugársela sin miramientos, tomando también la zurda, con arrojo y sacando lo que tenía. Pinchazo en la suerte natural, en el que no le ayudó nada, agarrado al piso, tal como le sucedió en un segundo y tercer pinchazo. El cuarto fue hondo y sonó el primer aviso, teniendo lugar un quinto y finalmente una estocada desprendida. Silencio y silencio en el arrastre.

En quinto lugar salió el 7, Norteño, castaño de capa, aleonado. Se quedó corto en los lances de recibo, marcando en cuanto se le pudo su querencia a chiqueros y desentendiéndose de la pelea. Salió suelto tras tardear a un puyazo trasero, en el que no se empleó, volviendo a su parcela de chiqueros y sin querer saber nada de capotes. Por ello ordenó el diestro que la cabalgadura acudiese a la puerta de chiqueros, donde se le pudo pegar un segundo puyazo al mansurrón, con buen criterio y sentido de la lidia. Banderillearon de una en una, en todos los terrenos, sin conseguir fijarlo. La faena no tuvo Burdiel más remedio que intentarla junto a chiqueros, pero el bóvido no pasaba, defendiéndose y sin humillar, por lo que con acierto optó por aliñarse y doblarse con él en un macheteo de pitón a pitón de buena factura para pasaportarlo. Muy difícil se lo puso, echándole la cara alta. Consiguió agarrar media contraria atravesada después de pinchar en siete ocasiones y escuchar dos avisos. Ovación con saludos. Pitos en el arrastre.

Cerró la tarde un 22 de nombre Rosa, negro salpicado, el peor arreglado de pitones del conjunto, más propio de un festejo de rejones, aunque de buen cuajo. Se paró pronto tras el recibo, acometiendo a oleadas y colándose. Cumplió con fijeza durante el buen puyazo delantero que le colocó Mazariegos Leiro, del que salió y buscó chiqueros. Ante los de plata desarmó al lidiador, les hizo recorrer todos los terrenos, aquerenciado en los adentros, tardeando y midiendo, dejando los rehiletes de uno en uno entre las oleadas hacia tablas del novillo. Cerró el tercio un buen par cuadrando en la cara. Brindó el joven diestro Sergio Rodríguez a Javier Lozoya, aficionado y antiguo miembro de la corporación municipal durante años en la localidad. A base de sobarlo pudo sacarlo al tercio, donde acortando distancias ligó un par de pases, sin poder sacar mucho más antes de que se le volviese a escapar a las tablas, donde lo intentó al natural sin que le ayudase el burraquito, que rajado de solemnidad se instaló en la puerta de chiqueros. Insistió a base de arrimón y por actitud no quedó, pero no había jugo que exprimir, aunque consiguió meter a la concurrencia en su labor. Mató de buena estocada, algo tendida tras un pinchazo, saliendo el burel de arreón con la muleta en los lomos; muriendo, cosas de la vida, en la contraquerencia. Oreja paisanera, pues mueve muchos seguidores; y pitos en el arrastre.

Una lástima que los novilleros de los que más se puede esperar se hayan dejado llevar una vez más en los despachos por «las garantías», por aquello del encaste y la procedencia, las hechuras...y hayan optado por la que finalmente no ha resultado dar tal regularidad ni opciones de triunfo. Habrá que estar atentos a su trayectoria y próximos compromisos, pues han dejado una grata impresión.

Rubén Sánchez.

sábado, 27 de agosto de 2022

La finura de Marcos Linares y la garra de Gutiérrez entre variados Valdefresnos

Plaza de toros de Collado Mediano. En tarde soleada y con más de tres cuartos de entrada se anunciaba un encierro de José Enrique Fraile de Valdefresno, aunque se lidiaron 5 con el hierro de Valdefresno y 1 con el anunciado (1°). De presentación desigual, vareados varios de ellos y evidenciando dudas en la integridad de astas unos más que otros, siendo el tercero premiado con la vuelta al ruedo; para los novilleros Diego García (oreja y dos orejas), Leandro Gutiérrez (oreja y silencio) y Marcos Linares (oreja y silencio tras aviso). Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio.

En primer lugar salió Carasucia, herrado con el número 1 y nacido en noviembre del 18, negro de capa, bien presentado, que remató en tablas y tuvo celo en el templado recibo que lo saludó, conduciéndolo hasta los medios sin dejar su lidiador que le enganchase las telas. Recibió un puyazo trasero en el que cumplió, quedándose a empujar sobre un pitón en el peto, con celo. Quitó el diestro por chicuelinas, a una embestida muy templada y escasa de fuerzas. En banderillas tuvo una acometida rebrincada, sin celo y siempre distraído, sin humillar ni poder emplearse en la lidia de Mario Campillo. Diego García brindó al respetable e inició el trasteo en los medios por el derecho, sin dejar que se le marchase a su querencia de tablas, sujetándolo con oficio. Salía desentendido del embroque, aunque con un buen empleo de distancia, altura y perderle pasos, consiguió someterlo y que siguiese las telas por abajo, rematando faena en el tercio con un desplante y una tanda por el derecho, el mejor pitón del astado. Cerró con manoletinas, de poco ajuste, estando ya la faena hecha y el burel pidiendo la muerte, desentendido de la pelea. Mató de media estocada en buen sitio, ligeramente desprendida. Palmas en el arrastre y oreja.

Hizo segundo el número seis, con el hierro de Valdefresno, de nombre Bailador y nacido en enero de 2019, de capa negra y alto de agujas, algo vareado de carnes, que salió con brío, rematando en tablas. Repitió en los lances de recibo a la verónica, de buen trazo. Hizo una buena pelea, con la cara abajo y fijo, mientras recibía una vara trasera y barrenando, tras haber marrado al señalar. En el segundo tercio anduvo tardo y sin celo, aunque se centró al quedarse sólo ante la muleta de Leandro Gutiérrez, a la que embistió templado desde cierta distancia, calamocheando y a media altura por el derecho. Por el izquierdo desistió el coleta ante lo tardo y el poco recorrido, tras probarlo ayudándose con el estoque simulado, regresando a la diestra, donde ligó una tanda de poca emotividad. No cejó el colombiano en su empeño de torearlo al natural e insistió, sin demasiado éxito inicialmente, especialmente por la falta de humillación y la poca codicia en la acometida, aunque poco a poco lo fue metiendo y ligó muletazos. Faena larga, quizá en demasía, demostrando ganas y actitud. Despachó de buena estocada, tirándose derecho y perdiendo la muleta, que quedó levemente delantera pero en todo lo alto. Se atascó el tercero con la puntilla, cabreando a la concurrencia tras varios cachetazos, lo que no impidió que solicitasen un trofeo, que a la postre fue concedido. Palmas en el arrastre.

En tercer lugar hizo aparición Joyas, de Valdefresno, herrado con el número 3 y nacido en Noviembre de 2018, carbonero de capa y alto de agujas, vareado y astifino. Remató en tablas y se empleó repitiendo en los lances de recibo, evidenciando falta de fuerzas y estar lesionado de los cuartos traseros. Cumplió en el puyazo que recibió, fuerte y en buen sitio, quedándose a empujar y dejándose pegar con la cara fija. En el quite por chicuelinas galopó algo rebrincado, sin dejar de mostrar su invalidez por estar dañado de atrás. Pronto ante los de plata, y siempre fijo a cuántos le citaron, que cerraron el tercio con un buen par. Inició Marcos Linares por bajo pasándolo en el tercio, para seguir por la diestra en los medios, sin llegar a acoplarse. Tomó la zurda sin llegar a cogerle el aire, optando por abreviar tras llegar al público con algunos remates y un buen pase de pecho. Dejó una buena estocada, que el burel escupió, resultando duro de patas para echarse. Oreja y vuelta al ruedo para el astado, un premio excesivo y carente de sentido.

En cuarto lugar fue lidiado Cantinillo, número 12, de Valdefresno, negro bragado meano corrido jirón, alto de agujas y con seriedad, aunque se escobilló al llegar a tablas. Vareado de carnes, fue recibido por parte del madrileño con una larga cambiada de rodillas, llegando a los medios intercalando verónicas con chicuelinas y rematando con una desdibujada serpentina, entre lo abanto del astado, que se abría tras cada lance, teniendo que ganar terreno para recoger sus acometidas. Desmontó al jinete en varas, sin llegarlo a echar a tierra, manteniéndose en su montura pese a haber perdido la vara, mientras el cornúpeta se dejaba pegar. Muy parado en el segundo tercio, aquerenciado en tablas y dejando ver un buen pitón izquierdo en la brega. El espada supo verlo y tras iniciar tomó la zurda, logrando ligar varias tandas, ante una embestida con transmisión, humillada y codiciosa, ante la que sus muletazos no llegaron a emocionar, pues aunque no faltó el empeño, la actitud no pudo tapar la tosquedad y la falta de ajuste. Una tanda a derechas, por el que se le coló y se dispuso a rematar una faena media y bien planteada. Estocada algo caída, perdiendo Diego García el engaño. Dos orejas, debió el utrero ser premiado también con los honores de vuelta al ruedo siguiendo el mismo criterio, pues fue mejor que el anterior. De hecho en su arrastre hubo más palmas.

El quinto fue Fardero, de Valdefresno, número 22, playero de cara, negro de capa y bien presentado. Remató en tablas pese a lo abanto que fue, hasta que Leandro Gutiérrez logró hilvanar varios delantales ganando terreno. Tomó un puyazo trasero y caído, fuerte, apretó sobre un pitón con la cara alta, del que salió huído y buscando terreno de chiqueros, el más clásico lisardo mansurrón que suele esperarse. En el segundo tercio imperaron a partes iguales las complicaciones y la falta de oficio, dando lugar a tremendo desorden, optando el palco por cambiar el tercio con tres palos tras la enésima pasada. La faena de muleta fue todo voluntad y oficio, pero ante una embestida que no decía nada, sin apenas recorrido ni entrega, carente de profundidad y entre las idas y venidas de los medios hacia tablas. Estocada tras pinchazo. Silencio. También silenciado el manso en el arrastre, digno de algunos pitos, al igual que el joven de luces pudo merecer una ovación.

Cerró la tarde Manzano, número 13, negro de capa y vareado de carnes. Remató en tablas y salió suelto de los lances, a los que repetía tras provocarlo acometiendo algo cruzado a los vuelos, parándose pronto. Puyazo fuerte y trasero, en el que se dejó pegar, llegando a tomar un segundo en el mismo sitio, en el que se le tapó la salida y se le pegó por demás, sin que la pelea destacase. Salió con la cara alta durante la brega, con prontitud aunque con poco celo al hacer hilo. Marcos Linares mostró finura en su toreo desde el inicio del trasteo, que fue a menos pese a sus ganas, pues la sosería, el poco recorrido y la falta de entrega no ayudaron. Estocada corta tendida y atravesada, ya en la penumbra del ocaso, por lo extenso de faenas y también de las vueltas al ruedo. Silencio tras aviso y silencio en el arrastre.

Mejor de lo esperado el juego de los lisardos, aunque sigue quedando incrementar a la par que la bravura, el punto de casta. Habrá que estar atentos a la evolución tras partir la vacada. 

Rubén Sánchez.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Impactante Francisco Montero

La espectacular portagayola al sexto.
Foto Julián López para Aplausos.

Con lleno en los tendidos por la expectación creada tras el encierro lidiado el pasado año (con el que desgraciadamente no ha tenido que ver nada el de esta edición) y pese a lo desapacible de una tarde ventosa y la bajada de temperaturas, se ha lidiado una novillada de Monteviejo, desigual de presentación aunque con varios novillos excelentemente presentados, con mucha expresión, de estampa y con juego manso en general, algo justos de fuerzas y sin posibilidades muleteras para el toreo moderno. La terna ha puesto bastante de su parte, enseñándolos en varas y exponiendo con la muleta para sacar lo que tenían y un poco más, a base de corregirles algunas brusquedades. A destacar la actitud de Francisco Montero, en novillero, con disposición, ganas y ambición tremendos, tirando de valor seco, que no dejó a nadie indiferente.

En primer lugar embistió a media altura, saliendo suelto de lances de recibo el utrero, que romaneó al apretar con la cara alta mientras recibió un puyazo fuerte. Fue colocado de largo a la segunda, pero no acude y lo arriman, llendo desde allí con prontitud, cumpliendo en tanto que le pegaron fuerte, hasta salir escaso de fuerzas. El propio José Cabrera dio cuenta del segundo tercio, teniendo enfrente una embestida tarda y necesitando un exceso de capotazos de brega para la colocación. Llegó al tercer acto con una acometida a media altura, de corto recorrido, sin sobrar fuerzas y algo soso, sobre la que planteó el almeriense un trasteo aseado y voluntarioso. Perdió el burel las manos al entrar a matar, costándole levantarse, dejando tras ese pinchazo una estocada trasera y caída. Pitos en el arrastre y silencio.

Cristóbal Reyes recibió a portagayola a su primero, ovacionado de presentación y que salió con pies y repitiendo a los lances. Se le recetaron tres varas fuertes y traseras, la primera fue a relance, empujó saliendo suelto, en la segunda cumplió, llegando a acudir una tercera con prontitud, teniendo que ir a sacarlo del peto. Tardo y medidor frente a los de plata, haciendo hilo y necesitando muchos capotazos de brega, muy parado. Acomete brusco con tornillazo fuerte, queriendo enganchar la muleta defensivamente con los dos pitones, muy complicado. Poco a poco fue corrigiendo el diestro, con técnica, algunos defectos, posiblemente le faltó confiarse algo más, pero tuvo mucho mérito lograr extraer algunos pasajes por ambos pitones a un burel difícil, que no perdonó un error y que no admitió ni el toque ni el enganchón. Despachó de estocada en el sótano tras un pinchazo hondo bajo y otro también bajo. Pitado en el arrastre. Silencio.

Con pies salió el tercero, disponiéndose a lancear a la verónica mientras el viaje se queda corto, reponiendo, hasta desarmarle y tropezar a Francisco Montero, viniendo un desorden total en la lidia, llegando incluso a tener a merced al bregador al hilo de los tableros. Tomó una primera vara muy fuerte, trasera y caída a relance, sin estar fijado ni haber llegado el jaco a contraquerencia, en la que romaneó, apretando. Para la segunda fue puesto de largo, cabeceando en el peto mientras se dejaba arrear en buen sitio. Gazapón, con mucha movilidad, medidor, haciendo hilo, cortando con listeza, venciéndose en la buena brega, sin pasar...el segundo tercio tuvo mucha emoción, además con un buen par de Ismael Mora, siendo prendido sin aparentes consecuencias en el segundo cuarteo. La emoción continuó en la faena, muy firme, dispuesto, en novillero. Poco a poco logrando que se vaya tragando un cuarto de muletazo tras haber iniciado sin que pasase, hasta lograr finalmente ligar por el derecho. Parecía impensable que con las condiciones del astado, que pintaba de macheteo y espada pronta en manos de la mayoría del escalafón superior (especialistas incluidos), se pudiese llegar a las cotas que cogió el trasteo, acompañado merecidamente por el pasodoble, habiendo gran trasmision, con el público totalmente entregado, emocionado ante las dificultades, el mérito y la apuesta del espada, que tapó con arrojo y valor su tosquedad ante este encastado patasblancas que no perdonó un ápice. El certamen no otorga premio a la mejor estocada, pero pudo instaurarse tras la que ejecutó Montero a este tercero de la tarde, que tardaremos en volver a ver; asegurando su triunfo al volcarse sobre el morrillo, tirándose desde largo (en corto se le seguía arrancando), firme y perfecta de colocación, con un efecto espectacular que dejó otra estampa de casta y dureza con el morito en los medios resistiendo a doblar los cuartos traseros. Oreja con fuerte petición de la segunda, división en el arrastre entre quienes quisieron ovacionar la casta y los que recordaban su mansedumbre y malas ideas.

Suelto de los lances y con muchos pies hizo aparición el cuarto, acometiendo con la cara a media altura, punteando con tornillazos los vuelos, algo justo de fuerzas. La primera vara fue tan fuerte como trasera, cumplió y salió perdiendo las manos. Fue colocado a una segunda de largo pero optó por buscar los capotes, por lo que tuvo Cabrera que dejarlo más cerca, agarrándose, esta vez sí, delantero, cumpliendo pero cabeceando. A la tercera lo colocaron y no acudió cambiando acertadamente el tercio tras enseñarlo. Un quiebro jugando con el novillo para colocarlo fue lo más destacado del tercio de banderillas que protagonizó el coletudo, necesitando menos lances de brega esta vez y aseado con los palos ante una embestida pronta, con buen nivel de casta. Inició por el derecho, tenía poco viaje por el izquierdo, reponiendo, llendo a menos el trasteo, pasándolo sin más, con el viaje cada vez más corto y defensivo por la escasez de fuerzas. Estocada trasera tras pinchazo bajo. Silenciados ambos.

Le tocaron las palmas a su salida al precioso y bajo de agujas que hizo quinto. Pegaba tornillazo en los lances que para detenerlos instrumentó Cristóbal Reyes en chiqueros, echando las manos por delante. Recibió una primera vara fuerte y trasera, rectificada; en la que el utrero empuja y se emplea. A la segunda, trasera, acude de largo, pronto aunque saliendo blandeando. Pitos para el montado, antes de verse una buena brega a este vega-villar fijo y un pelín tardo, humillador por el izquierdo y al que pusieron buenos pares. El último tercio transcurrió con la montera puesta al no brindar, frente a una acometida muy violenta por el derecho, a media altura; mientras que por el izquierdo humilló tobillero. Demasiado insistente se puso el joven diestro, se agradece la voluntad pero pudo complicarse la suerte suprema. Estocada caída tras pinchazo.

Francisco Montero no conforme con el impacto que ya había dejado, decidió poner los tendidos de La Sagra bocabajo al echarse al brazo su capote de paseo como quien abandona el coso, liándoselo a continuación y tomando rumbo al amplio portón de chiqueros, desplegando allí el capotillo, consiguiendo con ello ejecutar sin las calamidades previsibles una larga cambiada de rodillas. La plaza fue un hervidero, puesta en pie, totalmente entregada al arrojo y valor del espada, muy metida en los lances de recibo que continuó pegando tras cambiar, de nuevo, la seda por el percal. Salió huida la res de la primera vara, mientras que en la segunda, tras tardear, recibió un puyazo caído en el que se empleó, mejorando respecto a la anterior. Distraído fue en rehiletes, siempre avisado con la cara arriba, pendiente de todo, al igual que en su estancia en corrales. Se vieron buenos pares, cuarteando mucho por lo tardo y medidor, siendo obligado a saludar montera en mano Daniel Sánchez. Montero logró voluntarioso llegar al público frente a la embestida tarda y sin recorrido del serio ensabanado capirote, aprovechando sus querencias a los adentros, chiqueros y puerta del encierro, muy firme, pese al susto que le dio con el pitón en el abdomen, sorprendiéndole y avisándole a la mínima que se confió, aunque sin lograr las cotas del tercero simplemente porque éste no tenía su motor ni su casta, siendo también complicado pero más suave, lo que restó transmisión. Una lástima que matase de estocada baja, pese a que se tirase con verdad, pues de no ser así la oreja concedida habría tenido total merecimiento y con ella la salida a hombros. Pero debió quedar en una clamorosa vuelta al ruedo.

Pese a la baja nota en bravura del encierro, la forma de acometer, las dificultades y los picos de casta hicieron que no decayese el interés, siempre con atención a lo que acontecía, haciéndose corta la tarde; sumado además a la disposición de la terna, sorprendiendo Montero y con la gran alegría de ver un actuante tan en novillero, con esas ganas y ese querer ser, querer impactar que tuvo el chiclanero a base de valor quizá irracional en ocasiones. No debemos dudar que para llegar hacen falta muchas cosas y una de ellas es ese punto de locura para jugarse la vida como lo hizo.

Rubén Sánchez.

martes, 10 de septiembre de 2019

Tarde entretenida, Cebada mantuvo el interés

El tercero, Labrador, fue premiado con la vuelta al ruedo. Foto Julián López para Aplausos

Para la cuarta del Alfarero se ha lidiado un encierro de Cebada Gago, bien presentado y de juego variado. Compuso la terna Jorge Isiegas, que dejó una buena actuación, Aquilino Girón, que ha recuperado sitio respecto de actuaciones anteriores y Héctor Gutiérrez, que lució un elegante vuelo de capote, temple con la muleta y cuidó tanto su colocación como la lidia de sus oponentes, agradando.

Aplaudido de salida fue el rompeplaza, humilló en el capote, sin sobrarle fuerzas, antes de recibir una primera vara muy larga en la que tardan en sacarlo, cabeceando en la segunda, a la que acudió desde la distancia, pronto, pero saliendo suelto. En banderillas vimos una buena brega, humillando el burel; llegando a la muleta sin repetir, aunque tomando bien las telas cuando iba embarcado, pero levantando la cara al salir del muletazo. Bien Isiegas que sacó lo que tenía este noble pero falto de transmisión utrero. Buena estocada que condujo a una petición de oreja no mayoritaria (en cuanto a pañuelos) que no fue atendida. Optó el coletudo por una digna y merecida vuelta al ruedo, empañando su triunfo al pegarse otra sin venir a cuento, provocando la mofa de los tendidos. Habría bastado con saludar desde el tercio al finalizar la primera.

Buenas formas de salida tuvo el segundo, que tomó una primera vara de la que salió suelto, tras empujar con fijeza mientras le recetaron un puyazo fuerte y trasero. Fue colocado de largo a una segunda, de la que también se fue suelto tras agarrarse el montado en buen sitio. Pronto fue en banderillas, pero sin hacer hilo, antes de que llegase un buen inicio de faena, entendiéndolo por el derecho pero escaso de ajuste, pasando al izquierdo, por donde vinieron los enganchones, violentándose la acometida, terminando a menos el trasteo, con las arrancadas ya sin pasar y venciéndose. Despachó de estocada caída tras dos pinchazos. Silencio y palmas en el arrastre.

Abanto hizo aparición el jugado el tercer lugar, que acudió en tres entradas al jaco, cumpliendo, señalándosele un buen segundo puyazo, al igual que el tercero, cumpliendo el novillo y acudiendo con prontitud. Se desmonteró Jesús Aguado frente a un morlaco alegre y con transmisión, que la mantuvo para la muleta, además con nobleza. Lo entiende bien el diestro, sin permitir que le toque la muleta, cuidando la colocación, dejando buenas series y remates variados, cuajando una buena faena que rubricó con una estocada atravesada. Oreja y vuelta al ruedo al utrero.

Frío como el anterior salió el que hizo cuarto, muy bien recogido por Isiegas, pecando finalmente de exceso de lances. Tomó dos puyazos, fuerte el primero, partiéndose la vara mientras romaneaba, tirando de cuello para ello, con la cara alta. En el segundo señaló en buen sitio, aunque puesto en suerte en la raya. Mucho desorden y pasadas en falso, sumado a exceso de capotazos se vieron en el segundo acto, ante una embestida a media altura. Sorprendió a mejor en la muleta, con más humillación y recorrido, especialmente por el izquierdo, por donde presentó una embestida con profundidad. La labor tuvo altibajos, con buenos pasajes de ligazón, aunque faltó un punto más de intensidad y sobró el final encimista en terreno de chiqueros. Gran estocada y descabella. Oreja tras aviso. Ovación en el arrastre.

El quinto salió con pies y sin emplearse en el recibo. Hizo sonar el estribo mientras recibía un buen puyazo, repuchándose del segundo,  que fue trasero. Se desmonteró Ecijano tras poner dos pares de exposición por lo que cortaba el cornúpeta, que se mostró suelto y distraído. Tras un inicio de faena en el que repuso y repitió codicioso, buscó terreno de chiqueros, saliendo distraído.  Sobraron enganchones y aliviar por alto los muletazos, aunque se vio un Aquilino Girón más confiado que en otras citas de la temporada. Aviso. Despachó de estocada correcta, en la que le prendió la taleguilla, haciendo hilo por él antes de que descabellase, sonando un aviso.

Emotivo recibo se le recetó al sexto, hilvanando un ramillete de verónicas ganando terreno. En la primera vara el caballo fue a tierra, se agarró trasero y al rectificar el cebada se vino arriba; en la segunda hizo una buena pelea, aunque irregular cabeceando. Aparentó prontitud y embestida alegre en la brega, a la par que algo pastueña, cambiando por completo en la muleta, desarrollando complicaciones, sorprendiendo, cambiante y sin entrega. La estocada cayó baja aunque se volcó haciendo la suerte.

Interesante y variada tarde, con cosas de nota entrelazadas entre mansedumbre, aunque manteniendo nivel de casta.

Rubén Sánchez.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Decepción con los Ibanes


Benedicto Cedillo se llevó la ovación de la tarde.
Foto Juan Carlos Maestre - ABC

Con más de tres cuartos, superando las entradas anteriores, acudió la afición de La Sagra a los esperados Ibanes, que esta vez no hicieron gala de su habitual regularidad. El conjunto terminó por echar el freno y agarrarse al piso, bajos de casta y manseando, en una gran decepción, pues podrán salir de mayor o menor nota, pero siempre con la esperada movilidad. Juan Carlos Carballo hizo gala de buen director de lidia, Antonio Grande anduvo un tanto a la deriva y El Rafi dejó impronta de temple con las telas, que nunca fueron enganchadas pese a que no fue cosa fácil.

 Abrió plaza el que fue a la postre el mejor del encierro, que salió ya con pocos pies y sin humillar. Tomó tres varas acudiendo tardo, delantera la primera de ellas, en la que peleó con la cara alta, sin emplearse. Ante los de plata cortó por el derecho, rebrincado en la buena brega de Téllez. Bruto de acometida en el último tercio, punteando y algo rebrincado. Se acrecentó por los sucesivos enganchones en un planteamiento de faena por alto en los remates y media altura en los muletazos. Estocada al encuentro algo trasera y atravesada, descabello. Manso justo de casta, silenciados ambos.

Aplaudido de salida y con pies hizo aparición el segundo, apretando a los adentros, desarmando al coletudo cuando trataba de sacarlo al tercio, viniendo un gran desorden. Tres entradas al caballo, en la primera tumbo fuerte al coger por los pechos al piquero, que se no volvió a subir al jaco, picando a partir de la segunda Rafael Agudo, que citó ante el tardeo de la res, marrando y reventando las dos paletillas mientras se empleaba con la cara alta. Bien Jarocho, especialmente en un segundo par de exposición frente a una embestida brusca y agarrada al piso, con la cara alta y algo rebrincada; llegando sin recorrido a la muleta, con fijeza pero sin pasar, a menos debido a la hemorragia que no coaguló del segundo puyazo caído. Estocada caída tras tocar la música al irse el diestro a por la de verdad. Hay que revisar el criterio, no se puede tocar en todas las faenas por sistema. Duro de patas. Silencio ambos, alguna palma en el arrastre al punto de casta y dureza.

El jugado en tercer lugar embistió a media altura de salida, tomando dos varas en las que cabecea con la cara alta, tardeando a la segunda, ambas muy traseras. En banderillas continuó a media altura, algo rebrincado; llegando al tercer acto con repetición por el derecho aunque necesitando perderle pasos. Logra que no le enganche la muleta pero se centró el diestro en el pitón izquierdo, algo más manejable al poder ir uno a uno permitiendole rectificar la colocación. Mató de pinchazo hondo en buen sitio y dos descabellos. Algún pito en el arrastre y silencio.

El cuatro mostró humillación en el recibo pero enseguida se paró. Dos varas con magistral ejecución de la suerte por parte de Benedicto Cedillo, aunque arreó un puyazo trasero en primer lugar y buena segunda vara, a la que tardeó el burel. En banderillas muy agarrado al piso, llega a la muleta empleándose al tirar de él en el inicio, reservándose a continuación y sin querer pasar. Muy por encima el espada, dispuesto y valiente, quizá algo insistente. Mató de pinchazo, enhebrando después la espada y dos descabellos con mucha exposición por lo reservado y las fuerzas que mantenía el astado.

Hizo quinto un negro salpicado de mucha alzada, salió con pies echando las manos por delante, estaba algo fastidiado de atrás. Recibió tres varas en las que le pegaron fuerte y sin dejarlo en suerte, al relance las dos primeras. Buen par de Jarocho y buen aire en la brega, con una movilidad que fue un espejismo, pues en la muleta tras el inicio le tropezó los vuelos y pasó a violentarse por completo, reservándose y defendiéndose, ante un espada que no supo por donde hacerse con él para prepararlo antes de estoquear. Descabelló tras agarrar dos pinchazos. Ovación en el arrastre y pitos.

Blandeó de salida el último, que tomó un primer picotazo a relance del que sale coceando, una segunda en la que apreta con nota, con la cara fija, recibiendo un puyazo trasero tras quitarse el palo que había señalado en buen sitio. Justo de fuerza y parado, ordenando cambiar el tercio. Poco recorrido en la brega, tirando la cara arriba y algo frenado. Buena disposición, sin dejar que le enganche nunca la muleta pero sin nada que sacar, se puso insistente frente a un novillo totalmente aplomado. Mató de buena estocada.

Rubén Sánchez.

sábado, 7 de septiembre de 2019

Jandilla, un novillo de nota entre descaste general

El primero de la tarde embistiendo por el derecho.
Julián López - Aplausos
Con temperatura agradable y tres cuartos de entrada se ha lidiado una novillada de Jandilla para la segunda del Alfarero, desigual de presentación y descastada en general aunque con condiciones para la muleta, a excepción de un novillo completo que fue jugado en primer lugar. La terna estuvo compuesta por Francisco de Manuel, que ha retrocedido respecto a su paso por la pasada edición, Manuel Diosleguarde, que dejó buenos pasajes, con disposición; y Alejandro Mora, que mostró su concepto vertical. Los tres calamitosos con los aceros.

Templado de inicio salió el primero, prácticamente sin que necesitase pasar por el peto más que para descongestionar. Recibió un puyazo en buen sitio, en el que cumplió, viéndose en banderillas una buena brega de Juan Carlos Rey que dejó entrever un estupendo pitón derecho; cuadrando en la cara Raúl Ruiz. Tuvo mucha profundidad por el derecho y un izquierdo con recorrido también, aunque punteando y precisando más recursos para poder ligar. Faena aseada, dejando ver las condiciones del astado, aunque sin el ajuste que precisaba el triunfo que la ocasión brindaba, pese a ligar series largas antes de unos vistosos remates. Estocada caída que hace guardia, tres pinchazos y descabello tras aviso. Silencio y ovación en el arrastre a un novillo con buen punto de casta y a bravo.

En segundo lugar se lidió un utrero soso y flojo, descastado. Salió evidenciando justeza de fuerzas, tomó dos varas en las que apretó con la cara alta. Destacó Jesús Talaván con los palos, perdiendo las manos en la brega el burel, tal como sucedió durante una faena de muleta en la que acometió sin terminar de humillar y sin transmisión. Estocada fea, atravesada tras tres pinchazos por parte del salmantino. Silenciados ambos.

Como tercero fue jugado un novillo soso pero embestidor, que tomó un puyazo en el que echa la cara alta, sin decir mucho en la brega, llegando a la muleta con movilidad y condiciones para repetir aunque sin emplearse, pues obligarle suponía superar sus fuerzas y que perdiese las manos. Lo entiende bien el espada, tirando de él a base de llevarlo en línea recta, levantándole la mano al final del muletazo, aliviándole. Extrae lo que tiene aunque sin llegar a conectar. Mal a espadas, terminando con bajonazo tras varios pinchazos. Palmas en el arrastre y silencio.

Frio de salida fue el cuarto, saliendo suelto, abanto, de los lances de recibo. Mucho desorden para fijarlo en varas, recibiendo dos, acudiendo con prontitud a la segunda, mejorando tras tardear en la primera. Fea la pelea, saliendo suelto tras cabecear. Frente a los de plata continuó algo distraído, llegando a la muleta sin transmisión en una faena a menos, evidenciando mucha escasez de casta. Estocada trasera y descabello. Ovación tras petición.

El quinto fue aplaudido a su salida, por lo ofensivo de cara. Tenía fastidiado el corvejón, lo que le influyó en su galope durante toda la lidia, al no poder emplearse en plenitud. Tomó tres varas saliendo de najas sin que llegase a recibir un puyazo fuerte ni desgastarse empujando. Frente a los rehileteros, arreones y cara alta, bruto acometiendo, arrollando en su forma de embestir. Elías Martín puso dos buenos pares y Talaván destacó con su buena brega. Diosleguarde estuvo dispuesto, sacando lo que tenía el morito, con ganas de agradar aunque sin demasiadas opciones a tenor de la embestida. Estocada contraria atravesada tras pinchazo caído. Silenciados ambos.

El cierraplaza hizo su aparición con pies aunque sin humillar, cabeceando con la cara alta en el puyazo que recibió. En el segundo tercio tardea y mide, agarrado al piso, sobresaliendo con las frías González Amigo que de nuevo se desmonteró. Llegados al tercio final, dispuesto el espada ante la embestida brusca de la res, sacando lo que tiene sin lograr ligar con lucimiento. Estocada    algo atravesada y descabellos tras levantarlo al cachetear. Silencio ambos.

Una lástima que tras la tarde vivida de emociones nos topasemos con el aburrimiento por momentos.

Rubén Sánchez.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Gran tarde de la Quinta para iniciar el Alfarero

Diego San Román recibiendo a Romero.
Foto Julián López para Aplausos.

En tarde cálida y con tres cuartos del aforo cubiertos ha abierto el certamen de novilladas Alfarero de Oro con un completo encierro de La Quinta. La divisa sevillana ha presentado un conjunto parejo y entipado, variado de capas y accidentales propias de Buendía, sin atisbo de mansedumbre ni querencias marcadas en su juego, sin renunciar nunca a la pelea y pidiendo todo por abajo. La terna actuante ha paseado varios trofeos y dejado buenos pasajes, como buena disposición para rivalizar en quites, no perdonando ninguno Rafael González, quien además enseñó su lote en varas, pero sin llegar a estar a la altura en ninguno de los casos a la ocasión que brindaron sus oponentes.

Abrió la tarde un primero que evidenció justeza de fuerzas en los primeros compases, acudiendo al caballo en dos entradas, llegando a romanear tras coger el jaco por los pechos en la segunda, midiéndosele el castigo. Fue alegre en el segundo tercio, llegando a la muleta con un buen pitón derecho, en el que derrochó fijeza y prontitud, humillando y con recorrido e inercia para repetir, pudiendo ligar Rafael González varias series al ofrecerle distancia, cuestión acertada. Faltó el ajuste que arrancáse a crujir la plaza, algo que no había logrado al tomar la zurda, ya con la faena prácticamente hecha, sin que tuviese esas posibilidades el animal, que apenas tuvo recorrido por ese pitón. Ovación tras pinchazo y estocada caída. Buen novillo que se despidió con palmas en su arrastre.

Humillando aunque saliendo suelto de los primeros lances hizo su aparición el jugado en segundo lugar, que tomó un puyazo en el que se enceló a empujar con la cara fija, desplazando la montura hasta terrenos de presidencia. Una lástima los dos boquetes previos al puyazo que le fueron recetados estando ya en el peto, evidenciando gran falta de oficio por parte de su picador. Ante los de plata cortó y apretó a los adentros, arrancándose con prontitud. Llegó al último tercio con un buen derecho que aprovechó Ignacio Olmos para dejar nota de buen gusto, aunque sin lograr la ligazón y ajuste necesarios para conectar. La labor fue a menos tras tomar la zocata, al cambiar la embestida. Descabelló tras cinco pinchazos, no ejerciendo como debiera de matador, sino de matarife, pues una cosa es ejecutar la suerte suprema y otra muy distinta apuntillar la res a golpe de verduguillo. Ovación en su camino al desolladero y silencio.

Con pies y muy complicado, buscando por abajo, punteando cual tejón el vuelo de las telas de Diego San Román -que coge largo su capa, ofreciendo mucho vuelo y no siempre pudiendo tener el mando necesario sobre el mismo-, reponiendo y muy codicioso salió Romero, herrado con el número 52, corto de manos y una pintura de capa, cárdeno claro aldiblanco. Fue capaz de llevarlo muy largo por bajo, enseñándole a embestir, saliendo a los medios tras dejar varias verónicas templadas y de buen trazo, algunas empañadas por enganchones por soltar tanta capa. Tomó una vara en la que cumplió sobre un pitón. Salió parado de la misma y se pasó a banderillas quizá sin que atisbase que podría venir tan arriba después. La lidia fue mala, el burel empezó a reponer correoso, necesitando mucho sitio, perder muchos pasos y mucho oficio, técnica que es normal que un joven novillero tenga aún por adquirir. Pese a todo logra San Román acoplarse a la distancia y a la cambiante, encastada, desbordante y muy humilladora embestida, dejando pases templados muy bien rematados con lentos de pecho antes de que llegaran enganchones y se impusieran las complicaciones de este santacoloma que pidió carnet de matador especialista, de gran transmisión. Estocada desprendida y decabello tras aviso. Ovación cerrada con petición de vuelta al ruedo camino del desolladero y oreja benévola.


El corrido en cuarto lugar fue el de menor contenido, no por presentar mansedumbre, querencias o poco interés por la pelea, sino por su sosería en ella. Salió más templado, tomó dos varas en las que se dejó pegar acudiendo a la segunda a la distancia y con prontitud; sin humillar en la brega -no en vano le faltaba cuello-; llegando a la muleta pasando sin más hasta aplomarse, siendo complicado entrar a matar, momento en que fue sorprendido Rafael González con algunos arreones, despachando de estocada tras tres pinchazos. Silencio para ambos. Conviene reseñar que este cuarto, un novillo medio de cualquier tarde, fue en esta ocasión el de menos contenido, de modo que pueda tenerse en cuenta el nivel ganadero que ha tenido el festejo.

El que hizo quinto fue ovacionado de salida, negro entrepelado lucero, que tomó con pies los lances del buen recibo. En varas se vivió bastante desorden, quedando el novillo mal colocado en suerte para la primera vara, en la que el caballo buscó pitón recargando su costado sin que estuviera apretando el morlaco, cayendo la cabalgadura y su jinete, quedando a mercer y solo protegido por el monosabio -ojo al valor y exposición- el equino, al que llegó el morito a cornear en la cabalgadura e incluso a recetar algún varetazo en la grupa, terminando por levantarse el jaco y huir coceando sin gobierno y con el burel encelado hasta que en pocos metros se estampase con las puertas de acceso, las cuales no pudieron aguantar, doblándose los cerrojos y quedando abierta la doble hoja en unos instantes de mucha tensión y peligro con el utrero aún punteando el peto. Dos entradas más pegándole con fuerza y apretando el astado, mostrando casta, bravura y poder, pese al pánico que se había adueñado del ruedo y la mala colocación en suerte y los capotazos de más. Saludó en banderillas Rafael González Amigo tras dos buenos pares dejándose ver, ante este pronto y alegre número 53. Ignacio Olmos le fue poco a poco cogiendo el aire con la franela hasta hacerse con una embestida noble y con transmisión, dejando buenas series, imprimiendo gusto al trazo. La estocada cayó baja, aunque paseó un trofeo; ovacionada la res en su arrastre.

El que cerró plaza salió con pies y también fue ovacionada su presentación. En varas cabeceó tras acudir muy pronto y fijo, levantándose la concurrencia en pie con Tito Sandoval en los dos puyazos que administró, tirando el palo y toreando a caballo con mas espectacularidad que temple de jinete en el cite, pero tan efectivo como vistoso para la distancia. Con las frías destacó Juan José Trujillo ante una embestida con transmisión que terminó por ir a menos en el tercio final, aunque permitió buenos pasajes previos a una buena estocada que le valió al mexicano una oreja. Ovación en el arrastre.

Finalizado el festejo y tras la salida a hombros, muchos aficionados permanecieron en sus localidades para obligar a saludar al mayoral de la casa ganadera, persistiendo en sus vítores, teniendo que dar la vuelta al ruedo.

Gran inicio de certamen que esperemos continúe a este nivel tan difícil de superar. Como detalle, he echado en falta valores de humildad y agradecimiento en la terna, especialmente cuanto mayor ha sido su triunfo, que han preferido disfrutar en solitario, sin acordarse (o sin nadie del entorno que les recordase) de que no es solo gracias al público y a su esfuerzo, sino también a las condiciones del oponente.

Rubén Sánchez.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Los Maños regresa a Madrid con buena nota



Regresaba la divisa aragonesa al coso venteño tras su buen debut el año pasado con una novillada desigual de presentación, variada de capas y que tuvo un denominador común en su comportamiento, el de la casta.

Abrió la tarde Aviador, que salió con muchos pies, muy codicioso, desbordante, reponiendo y repitiendo a cada lance con nervio y humillando por los dos pitones con el mismo ímpetu. Supo José Cabrera sacarlo a los medios con la capa, rematando mal su ramillete al soltar a una mano, enseñando mucho al novillo al zafarse tras la revolera. Fue mal picado, como todo el encierro en su conjunto, recibiendo una primera pescuecera y caída, de la que salió perdiendo las manos tras cumplir, tomando una segunda trasera en la que no apretó demasiado aunque se dejó pegar. Colocó los rehiletes el coletudo en un auténtico desastre con varias carreras en falso, nulo conocimiento de terrenos y teniendo siempre que tomar el olivo tras clavar, cuando clavó, poco reunido y en mal sitio, por no hablar del sin fin de lances de brega que fueron necesarios para la colocación del burel. En la muleta apenas pudo verse hasta donde llegaban las condiciones del morito, que dio atisbo de no ser fácil, pero con una humillación y recorrido que probablemente habrían sido más patentes de haberlo podido, puesto que el trasteo estuvo compuesto de dudas y falta de asiento. Despachó de estocada tendida tras dos pinchazos, siendo silenciado a la par que el novillo en el arrastre.

Cupletero lucía por nombre el segundo, humillador y con recorrido, más templado de recibo, parándose antes de repetir a cada lance, teniendo que ser citado para ello. Jorge Isiegas dejó buenos lances a la verónica y dos buenas medias. Cumplió apretando en la primera vara y dejándose pegar en la segunda, ambas muy traseras; llegando al segundo tercio tardeando, lo mismo que acusó en la muleta, más agarrado al piso y costando que repitiese, algo que sí hizo cuando el aragonés tiró de él y le provocó metiéndose en su terreno, detalle este último del que quizá abusó, ahogándolo en la corta distancia. Pudo verse buena clase por ambos pitones, humillando y con temple en los buenos muletazos que trazó el espada, aunque carentes del ajuste que le hubiese permitido un triunfo más sonoro. Mató de estocada perpendicular, escuchando ovación con saludos en el tercio y siendo también ovacionado el morlaco en el arrastre.

El tercero fue el de mayor nota de los jugados, Saltacancelas, reata conocida de la casa gracias a un toro del mismo nombre triunfador de la concurso de Vic Fezensac, que hizo su aparición también de salida humillando mucho y repitiendo. En varas asistimos a un nuevo desastre, al no agarrarse el jinete en la primera entrada, en la que empujó con mucho poder hasta que le recetó el puyazo, tomando una segunda trasera en la que cumplió. Viose una buena brega en banderillas de parte de Jesús del Monte, saludando Javier Cerrato montera en mano tras buenos pares, especialmente el tercero, de gran exposición, ante una embestida pronta, humilladora y con recorrido. La faena de Daniel Barbero estuvo bien planteada, ofreciendo distancia y con mucha firmeza, muy en novillero; variado en los inicios y en los remates, dejando entre medias buenos muletazos a los que por poner un pero quizá podrían haber sido más templados, aunque a resaltar que fue una actuación más que digna para ser su presentación, con valor y haciendo valer recursos técnicos, puesto que tenía un oponente extraordinario y encastado, con la exigencia que conlleva estar a la altura de una embestida humilladora y pronta, con recorrido y repetición como tuvo el cárdeno. La espada le privó de un triunfo más brillante al dejar un bajonazo tras aviso con cuatro pinchazos previos, saludando una ovación entre división de opiniones, no habiendo tales en el arrastre, que transcurrió entre ovación cerrada y con fuerte petición de vuelta para el santacoloma.

Secretario salió templado, fue el de peor nota del encierro, puesto que manseó en varas en las tres entradas a las que acudió, algo cambiante a la hora de acudir y muy hábil para quitarse la puya, saliendo huido de la pelea, siendo un despropósito el modo en que le fue aplicado el castigo, con picotazos muy traseros. Tardeó en el segundo tercio y se dolió con los rehiletes, llegando reservado y a la defensiva a la muleta, con casta y complicaciones que se acrecentaron por la falta de oficio y la brusquedad en los toques de José Cabrera, que despachó de pinchazo hondo.

El quinto fue aplaudido de salida por su lámina, hizo su aparición rebrincado dejándose pegar en el peto aunque con la cara alta, llegando a acudir una tercera entrada gracias a que su lidiador optó por lucirlo a la distancia, en la que metió la cara abajo, mejorando en la pelea pero de la que salió suelto tras únicamente señalar el puyazo, tras ser muy mal picado en las dos entradas previas a las que acudió con magnífica fijeza y prontitud. Frente a los de las frías, esperó agarrado al piso, teniendo que llegarle mucho cuarteando para que se arrancase. Inició faena Isiegas por el izquierdo, pitón por el que acometió con temple pero con la cara alta y sin recorrido, logrando algo de ligazón por el derecho y con la misma carencia de ajuste que en el segundo de la tarde, yendo el trasteo, que fue demasiado largo, a menos. Mató de una estocada contraria de efecto fulminante tras aviso y un pinchazo, saludando una ovación con división. Silencio en el arrastre de este Zamorano.

Con una ovación fue recibido el cierraplaza, Embajador en la tablilla, que salió con temple para los lances de recibo, quedando parado y fijo antes de la primera vara muy trasera que recibió fuerte, en la que peleó apretando, cumpliendo en la segunda con la cara abajo. Fue pronto en garapullos, apretando y cortando, haciendo hilo; llegando a la muleta con poco recorrido a un trasteo que inició por bajo, tendiendo el utrero a echar la cara alta antes de que acortase Daniel Barbero la distancia en una versión muy distinta de la ofrecida en su primero, estando siempre a merced y sin planteamiento alguno para la faena, que fue a menos, quedando las dudas de lo que pudo sacarse al cornúpeta tras poderle. Media estocada tras pinchazo que puso broche a una buena tarde de toros en la que se mantuvo el interés en todo momento. Silencio para ambos.



Gran parte de la poca afición que acudimos al coso (una lástima que con el buen debut en las nocturnas del año pasado no acudiese más personal al regreso de este hierro) nos quedamos a esperar que abandonasen el ruedo los espadas, cuadrillas y mulilleros para ovacionar al mayoral de la vacada, que salió a saludar la misma tras un buen conjunto, con hasta cuatro novillos con posibilidades muleteras, sin querencias a los adentros ni a ningún terreno en concreto, acometiendo en cualquier terreno, todos ellos prontos en varas y con una pelea sin atisbo de mansedumbre salvo en el caso del cuarto. Una ovación cuyo merecimiento probablemente vaya a ser discutido, puesto que los aficionados veteranos siempre hablaron de un mínimo de cuatro reses completas y de nota en todos los tercios para conceder ese premio, pero que quizá tenía un listón demasiado exigente y que poco a poco está tomando una medida algo más equilibrada a mi entender.

Rubén Sánchez.

sábado, 25 de agosto de 2018

Notable debut de Los Maños pese a la masacre en varas.

En noche fresca y agradable se han lidiado seis novillos de Los Maños, de buena presentación, destacando el sexto, que fue ovacionado de salida, presentando varios bonita lámina de capa cárdena clara. Su juego fue de buena nota en general, manteniendo el nivel de casta y cumpliendo en el caballo. Aunque se encargó de dar cuenta de la novillada una terna, parecieron seis espadas distintos, pues no tuvieron nada que ver en su actitud en su primero que al lidiar su segundo.

Jesús Martínez estuvo a cargo de la lidia del primero, que barbeó y remató en tablas a su salida, cumplió abajo apretando con riñones y sin reservarse en las dos fuertes varas que tomó, a las que tardeó, mientras tenía al cite una lección de la antítesis de como hacer la suerte. Para el segundo tercio el burel esperó y midió, dejando ver un buen pitón izquierdo en la brega. La faena inició bien por bajo, siguiendo al natural, sin que llegase el madrileño a templarlo, pues le enganchó la tela, logrando solo detalles de ligazón en los que el morito repitió. La faena fue larga, el aviso sonó antes de entrar a matar, pero no terminó de aprovechar las cualidades del utrero, aunque se mostró el diestro dispuesto y en novillero. Estocada atravesada que hace guardia y media estocada. Rueda de peones que tira al astado y deficiente actuación del puntillero. Encastado y de buena condición para la muleta, fue despedido con ovación en el arrastre. Silencio para el coletudo.

Ante el cuarto, que salió con muchos pies estuvo Jesús Martínez aseado en su recibo momentos antes de que al contrario que en su anterior novillo, en el que dirigió más ordenadamente el tercio de varas; lo dejase en suerte prácticamente desde dentro de las rayas tras haberle hecho hilo, cayendo desmontado el varilarguero en el envite, produciéndose el desorden total. Salió suelto mostrando mansedumbre, pero se le recetaron a continuación dos varas excesivas a las que tardeó pero en las que se empleó. Buscó los adentros ante las frías, midiendo y haciendo hilo. De nuevo hizo honores a su condición de manso pero encastado en la muleta, aquerenciado a tablas y reservón, tardeando a los cites. Las veces que embistió humilló y siguió la muleta que a distancia de precaución del cuerpo del espada, le citaba, en un recital de colocación espantosa y nulo planteamiento. Mató de estocada entera, soltando la muleta y con carrera hasta tomar el olivo, escuchando pitos tras ser aplaudido el santacoloma en el arrastre.

Brioso, con pies, salió el segundo al que Aquilino Girón saludó con buenos lances, precedidos de una larga de rodillas, saliendo del tercio con determinación a por él tras pararse y medir después de llegar a los burladeros. Bravo en varas aunque tardo, la lidia estuvo bien dirigida y luciendo al animal. Ángel Téllez sorprendió con un quite por chiquelinas sacando del peto al astado en la segunda vara, tras empujar desplazando la cabalgadura hasta las tablas. En banderillas fijo, pronto y cortando; antes de que iniciase el granadino su trasteo valiente con estatuarios, llevándolo por alto, aguantando parones en los que el burel le localizó. Sereno y templado pese a como le midió al pasar el astado y buscándole, llevándolo con temple por el derecho hasta ser fuertemente volteado y previsiblemente herido. Siguió al natural exponiendo hasta que se paró el encastado utrero, que se fue orientando, despachando de pinchazo tras estocada caída haciendo muy bien el volapié, de efecto fulminante. Silencio para ambos.

Optó Aquilino Girón ante el quinto por ir a portagayola a recibirlo, siguiendo lances a los que el cornúpeta repitió con fijeza, volteando al diestro al irlo a dejar en suerte, previo a la masacre que tuvo lugar en varas tardando en sacarlo, pegándole sin piedad y en mal sitio, ante la pasividad del jefe de filas. El astado se empleó en ambos encuentros, siendo total la bronca al picador. En la muleta se quedó corto y supo encontrar al que le dejo opción de cogerle, volteándole en dos ocasiones mientras aguantaba con valor estoico, un punto tremendista. Estocada baja, palmas en el arrastre y ovación con saludos.

Completaba la terna Ángel Téllez, dejando buenas maneras en el recibo ante el jugado en tercer lugar, que barbeó los tableros. Tropezó en varas el toledano, cayó quedando a merced y con suerte el astado se fijó en el capote caído, rematando en él. La pelea fue con la cara alta y se repuchó de la segunda entrada tras apenas dejarse pegar. Pronto ante los rehileteros, cortando, destacando un buen par de Juan Navazo. Buen inicio, templado, de una faena aseada en la que a falta de ajuste hubo ligazón, el astado repitió y  tuvo movilidad, aunque salía un poco disperso de cada lance. Al menos el novillo se vió, hubo disposición. Muy en novillero. Tiró la muleta sobre la arena venteña al cuadrar para matar, dejando media espada atravesada. No le hizo daño y tuvo que volver a entrar a matar, dos pinchazos y estocada contraria. Dos avisos, se echó sin que lograse descabellar. Ovación para un manso con movilidad y transmisión por su punto de casta y para el espada.

Muy buen recibo andándole, sacándolo a los medios y enseñándole a embestir por abajo el que recitó el toledano a la salida del que cerró plaza, de nuevo previo a otra masacre en ambas varas, en las que se emplea con poder y bravura la res, siendo una pena que no se luciese, pues tuvo la prontitud que a sus hermanos les faltó y pudo dar espectáculo dosificando un castigo medido en tres entradas. Jesús Martínez se despidió con un quite insípido, antes de que ante los subalternos cortase con prontitud, llegando a la muleta afligido, llendo a menos y buscando tablas, acusando haberse dejado mucho en el peto y el castigo exagerado que se le aplicó. Además el toledano se puso pesado y de arrimón, ahogándole; por lo que terminó por claudicar y echarse, teniendo que ser apuntillado.

En resumen, un buen resultado para ser la primera vez, una buena manera de tomar antigüedad.

Rubén Sánchez.

Esta reseña será publicada tras traducción en la Revista TOROS (Francia).

domingo, 18 de febrero de 2018

Un gran Emilio de Justo en un descafeinado homenaje por parte de sus toros a D. Victorino

Decoración del ruedo, a cargo del artista Nicolás de Maya (Mundotoro).

Con más de media plaza y buen ambiente en los alrededores del coso carabanchelero comenzó la temporada en Madrid con el programado homenaje al ganadero de Galapagar; homenaje que por parte de los ejemplares lidiados con su hoy divisa negra de duelo no llegaron a propiciar en su esplendor honrando y recordando al concepto impreso a la vacada por parte del recordado D. Victorino Martín Andrés. La corrida estuvo aceptablemente presentada para el coso y su categoría, aunque siempre mejorable al no dejar de estar esta plaza de segunda en Madrid. En cuánto a su juego, en general se echó de menos no ya un punto más de bravura en los caballos, que también, sino sobre todo la chispa y la casta siempre esperada de las reses marcadas con la A coronada. Tuvieron algo atípico todos a excepción del cuarto, y es que dejaron torear a los diestros con el capote en el recibo, metiendo la cara con embestidas que salían sueltas de los lances frente al clásico albaserrada tobillero que se revuelve apoyándose sobre el tren delantero, sobre las manos. Y es que a la postre el mejor fue el cuarto, el que cumplió con ese patrón de comportamiento de salida. Se pararon bastante también en general, medidores, agarrados al piso y defendiéndose por lo justos que estuvieron varios de fuerza; y en lo que sí honraron al victorino que cualquier aficionado tiene en su cabeza fue en lo duros de patas que fueron para doblar, tragándose la muerte y sin rendirse hasta el final.

La terna estuvo compuesta por Curro Díaz, que podría ser un torero mucho más importante de lo que es si se le exigiese más, pues capacidad tiene de sobra y así lo demuestra en ciertos destellos entre el alivio y la ventaja, no solo perdonada -injustamente para otros- sino además aclamada; Daniel Luque, que optó por quitarse de enmedio pronto a sus oponentes, sin terminar de ver clara la manera de lidiar este encaste, mostrando inseguridad especialmente ante el quinto en una tarde en la que se le notó cierto despiste, al pedir el cambio de tercio sin estar los cuatro arpones puestos y no contento, inició el brindis sin que estuviese el tercio cambiado, algo que denota que aunque afirmase recientemente en una entrevista que "el público de Vistalegre es el de Madrid", no se ha debido mentalizar de la misma manera. Y cerraba Emilio de Justo, que ha dado una lección de lo que es tener disposición y valor, de triunfar sea como sea y llegar al público toque el toro que toque, en una actuación muy importante del cacereño que tuvo muy clara la importancia de la cita a las puertas de Las Ventas y con la pequeña pantalla presente. Además fue el único dispuesto a enseñar el comportamiento de su lote en el caballo, aún pechando con dos mansos y frente a una cuadra de picar que presentó equinos infumables en cuánto a su movilidad, y realizándose la suerte, todo sea dicho, fuera de la contraquerencia máxima que se sitúa frente a chiqueros, algo inconcebible en una corrida de toros y más de corte torista, homenaje a uno de los exponentes de la bravura y el poder en el primer tercio. Como nota general, si bien es cierto que el ganado y sus fuerzas no pudieron propiciar varias entradas al caballo, se echó en falta poder ver algún quite, pues ni uno en toda la tarde. Y en cuánto al desarrollo de la corrida y su acompañamiento, a modo de anécdota destacar que la banda de música encargada de amenizar en Vistalegre dejó patente la escasez de festejos taurinos celebrados en el moderno coso, pues que uno de los diestros esté cuadrando al toro para estoquearlo, montando la espada prácticamente, y que la banda siga tocando a su aire; es para hacérselo mirar.

Aplausos.es

Abrió plaza Bolsico, un cárdeno claro de bonita lámina que despertó algunos aplausos a su briosa salida, rematando en tablas y saliendo suelto de los lucidos lances de recibo, rematados con dos buenas medias que recetó Curro Díaz. Con un recorte garboso, dejó el jienense al toro en suerte, aunque acabo siendo más lucido que eficaz, pues el astado entró al peto a relance, al tener que ser provocado con un capote desde la margen izquierda de la cabalgadura, en la que recibió un picotazo, saliendo perdiendo las manos del encuentro, desatando algunas protestas por su falta de fuerzas. Buen detalle por parte de los tendidos la reacción al cambiarse el tercio, mostrando su disconformidad, algo que denotó ganas de ver el tercio de varas con al menos dos entradas, y no reducido a la mínima expresión del monopuyazo; una noticia que o bien denota algo más de conocimiento en el público asistente o simplemente que va acudiendo menos público y más aficionados. Llegó el burel a banderillas distraído y gazapón, antes del que el espada brindase su labor al cielo. Inició Curro su faena pasando por bajo las embestidas, que aliviaba por arriba, dejando ver el astado un buen pitón derecho, al que fue recortando el recorrido demasiado pronto con sus sabrosos remates, embestida que fue empeorando también debido a que fue desplazada hacia las afueras en los pases, llegando el astado a localizar los muslos del coletudo, perdonándole el aviso con una nobleza excesiva a la par que sosa. Anduvo hábil y con oficio, supo conectar con los tendidos pegando su clásico medio muletazo, aprovechando el recorrido que quedaba, aunque deslucido al ser desarmado en varios remates. Por el izquierdo, pitón por el que el viaje era más corto, trató de ligar enfrontilado, sin conseguir hilvanar los muletazos, algo que sí logró de perfil, con el compás abierto, rematando con un desprecio que despertó al público y al director de los músicos, que inició el pasodoble con la faena ya hecha, obligando al diestro a alargar un trasteo que ya había dado de sí lo que tenía. Volvió al derecho y fue desarmado, ligando a continuación y tirando de remates, como un buen trincherazo, aliviándose a continuación al natural y vuelta a las trincherillas con su sello, rubricando la actuación con una buena estocada que precedió a una rueda de peones vergonzosa, como si tratase de una plaza portátil -con el respeto que éstas me merecen-, sin dejar que se viese al astado aguantar en su muerte y sin importar un bledo la protesta generalizada, estando además a punto de doblar, pues la estocada estaba en buen sitio. Fue silenciado en el arrastre este Bolsico, que aunque siempre acudió con prontitud al cite muletero, lo hizo con sosería, sin legar a trasmitir, fruto de su escasez de casta. Petición leve de oreja y ovación saludos para el diestro.

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Mercenario tenía de nombre el segundo, que fue levemente protestado de salida, y que también remató en tablas a su salida, pudiéndose haberse fastidiado algún pitón o más si cabe, al recoger demasiado tarde -digamos mejor que a no recoger- los capotes en las bocanas de las troneras por parte del peonaje, que parece que no lo tienen en cuenta a pesar de los varios toros que se han estropeado o incluso inutilizado al rematar con toda la velocidad de salida en los burladeros. Con personalidad capotera, alternando la verónica con el delantal, recibió el de Gerena al morlaco, que tuvo celo y se revolvió con presteza, llegando a tener que salir algo trastabillado del remate a una mano con el que cerró unos estéticos lances en los que faltó ganar terreno, algo que por momentos le fue ganando el toro. Por delantales galleó para dejarlo en suerte, rematando con una chicuelina, en lo que fueron quizá demasiados lances para la eficacia propia de un galleo. Se empleó con celo en el peto mientras se le recetó un picotazo caído, del que salió algo agarrado al piso y sin demasiado nervio, perdonando al lidiador Raúl Caricol, que tropezó y cayó en la cara del astado sin que hiciese por él, quedando todo en un susto. Juan Contreras destacó en banderillas, saludó montera en mano, dejando sobre todo un buen tercer par cuadrando en la cara, teniendo que cuartear mucho al astado y llegarle a jurisdicción mientras medía y esperaba para poder provocarle la embestida, aunque luego realmente no hizo hilo ni hacia los adentros, pese a su fijeza. Su embestida vislumbraba pocas condiciones, punteando por el izquierdo y echando la cara alta en la brega por el derecho. Lo mejor de la tarde de Daniel Luque vino en el inicio de faena, pasando las embestidas con temple y suavidad por bajo y aliviando por alto, poniendo el toque diferencial la manera de andarle y ganarle terreno para conseguir sacarlo al tercio sin ninguna brusquedad, pues si bajaba la mano o se pasaba obligándole, el astado perdía las manos. A partir de ahí y aunque éste tenía algo más de chispa, la faena tomó la nota habitual en la tauromaquia del sevillano, toreando desde fuera y rematando hacia afuera tras una primera templada tanda con la diestra y un intento al natural, pitón por el que se le coló y regresó la diestra destacando un buen pase de pecho. La faena no tuvo planteamiento y volvió al izquierdo, modificando las distancias y sin terminar de acoplarse, antes de cuadrarlo por bajo adornándose muy torero para dejar una buena estocada, algo caída que produjo derrame, pero haciendo con rectitud la suerte. Este Mercenario de nuevo tuvo una muerte encastada, y aunque le falto fuerza y casta, tuvo sus complicaciones, aunque sin llegar a trasmitirlas por su sosería, siendo despedido con división en el arrastre y escuchando palmas el de Gerena.

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El tercero fue Melonchero, que también fue algo frío de salida para lo habitual en los albaserradas, dando varias vueltas de reconocimiento y haciendo astillas en los burladeros antes de dejarse por el izquierdo en el recibo, mostrando un viaje que inició corto por el derecho y fue mejorando lance a lance en el lucido ramillete. Fue tardo al caballo desde la primera entrada, buscando la excusa de que se moviese algún capote con tal de ir allí antes que al peto, y así fue; por lo que tuvo que ser puesto de nuevo en suerte, esta vez erróneamente más abierto, aunque de agradecer la generosidad por parte del espada. Terminó acudiendo pese a la poca agilidad que tuvo el toreo a caballo, señalando el varilarguero delantero y caído, rectificando a una vara en buen sitio aunque algo caída en la que cabeceó en su pelea el morito. Para la segunda entrada se le colocó aún más largo, teniendo que ser acercado hasta la misma raya, teniendo que salir con valor el piquero a su jurisdicción para recetarle el puyazo; pues entre la voluntad del burel estaba el escarbar, pero no el acudir a la provocación de la cabalgadura, llegando a entrar digamos por error, pues se arrancó al ver un capote y se topó con el caballo que le buscaba. Se le recetó una vara en regla, quizá demasiado fuerte tapando la salida, algo que necesitaba. Como buen manso no dejó dudas en el segundo tercio y se dolió, agarrado al piso y distraído, sin importar esto a Morenito de Arles, que dejó dos buenos pares antes de que el extremeño brindase su labor a los tendidos. Inició faena por bajo y el toro se calentó, sacando movilidad y con ello vino la trasmisión, por fin llegó la esperada emoción de la casta de la casa, estando presentes también las dificultades, que aminoró con inteligencia y conocimiento el matador al sacarlo a los medios, terreno que le pesó más al victorino, que se veía más amparado cerca de los tableros. Allí se puso con firmeza y sin dudar, entregado y con valor tomando la mano diestra, aguantando y mandando con temple la embestida, llegando al público, cruzándose y buscando la pureza en la colocación, consiguiendo trasmitir con el medio muletazo que la acometida permitía de este manso sin entrega que echó la cara alta y tuvo corto viaje, buscando con cierto sentido, llegando a desarmarlo mientras ponía de acuerdo a la plaza al verse como se la estaba jugando . Rubricó con una buena estocada y sonó un aviso entretanto el astado se tragaba la muerte, teniendo el cacereño que descabellar, algo que hizo con acierto y serenidad, iniciándose una rotunda petición, concediéndose una oreja bien cortada. Sorpresa en el arrastre pues se aplaudió la trasmisión, la casta, pese a la mansedumbre de sobra demostrada.

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Mediopelo se anunciaba el lidiado en cuarto lugar, frío por demás en su aparición, llegando a mostrarse huidizo de los capotes que le citaban desde las bocanas de las troneras, sin llegar a tablas, algo que incluso hizo del primer lance que fue a darle Curro Díaz. Gazapeó y se calentó, buscando los adentros, dejando a continuación el de Linares un recital de oficio, conocimiento y capacidad lidiadora al recoger la embestida desde los adentros, muy tapado, llevándolo hacia las afueras por abajo, enseñando a embestir al toro, en definitiva; ganando terreno de espaldas a las afueras, llegando lance a lance hasta la boca de riego, donde remató con una señora media genuflexa tras haber convertido una reacción huidiza en una embestida humilladora y con viaje largo por ambos pitones. En la vara que tomó, apretó con riñones llegando a sacar la cabalgadura hasta los medios, en un pasaje de emoción y muestra de bravura y codicia por emplearse en la pelea, aunque sin el poder necesario para propiciar un derribo, algo que previno el monosabio y jefe de la cuadra, que abusando de sus funciones llegó hasta el centro del platillo auxiliando desde el costado izquierdo a jinete y equino. ¿Y si llega a derribar, allí en el centro del anillo? ¿Cuerpo a tierra? La suerte que la hagan el toro, caballo y picador, los monosabios para antes y después, pero no durante. Tras costar sacarlo del peto, el cornúpeta salió picado, pero no estaba de más vista su nota en el primer puyazo, haberlo puesto una segunda entrada para ver su prontitud y acometida, aunque solo fuese señalarle con el regatón si así lo estimaba el matador atendiendo a las fuerzas. Pero no, no tuvo a bien Curro Díaz tener el gesto y solicitó montera en mano tras ver que con el gesto típico al alguacil que se hace en Madrid no estaba siendo atendida su petición desde el palco y cabreó pero bien a la parroquia, por lo menos a un servidor, terminando de arreglarlo con el teatrillo posterior de pedir permiso al palco y llamar al picador montera en mano para que, demasiado tarde, se pudiese ver al toro una segunda vez. Llegó el cárdeno a banderillas sin mucho celo al emplearse en la brega, templado; antes de que el jinenense iniciase su faena saliendo al tercio con cierta brusquedad, componiendo mucho la figura; antes de ligar una primera tanda de derechazos con la que enseguida conectó con el público, a pesar de que faltó cargar la suerte, pero en la que hubo un muletazo largo y templado con ceñimiento que se hizo eterno. La labor prosiguió un punto más ventajista, citando descolocado, bastante fuera, abusando del pico de la muleta, sin ceñimiento alguno y desplazando hacia fuera las embestidas, algo que hizo que el toro le localizase por el pitón derecho, teniendo que pasar un par de sustos en forma de aviso que le dio, sorprendiéndole. Al natural, el destoreo se hizo aún más patente, aunque eso sí, preciosos los remates; siendo pese a todo aclamado con fervor, pues parece que el pellizco todo lo tapa, ya que es bien sabido que falta tiempo para censurar esa colocación a cualquier otro torero, mientras injustamente todo son olés para Curro. ¡Con lo que podría dar si se le exigiese más, llegando a una faena completa de muletazos como el citado, en el que se ciñó la embestida rematando atrás!. Fue una lástima que la mejor embestida muletera de la tarde, duradera y encastada, noble y que aunque miró a tablas en el epílogo de la faena, demostró ser la de un buen toro, pasase tan lejos de los muslos de su matador, pese a la humillación y trasmisión que tuvo. Estocada caída levemente y una oreja para el esportón, ésta sin el peso de la anterior. Ovación fuerte en el arrastre.

En quinto lugar saltó al ruedo Ministro, que salió suelto de los lances de recibo, cabeceando sobre un pitón mientras tomó una vara trasera y caída que le fue recetada antes de salir blandeando y dolerse en banderillas, mostrando fijeza y colándose por el izquierdo en la brega, aunque humillador por el derecho. Esperando y cortando a los de plata, entre los que destacó Raúl Caricol, que dejó un buen par. El astado dejó claro que no quería el terreno de los adentros, negándose a llegar al burladero en el que trataron de cerrarlo mientras el diestro tomaba la muleta, antes de iniciar por alto saliendo a las afueras, donde fue desarmado por el derecho, mientras buscaba con la muleta retrasada sacar medio muletazo, sin terminar de aclararse en el planteamiento de la faena, sin la seguridad necesaria, pues optó por cerrarlo, finalmente dudó y siguió en los medios sin verlo claro, algo que notó la parroquia, que fue empezando a protestar. Tras quitarle la muleta de la cara por el derecho, pitón por el que repetía con un viaje aprovechable, optó por justificarse dejando ver las complicaciones, el peligro mejor dicho, del pitón izquierdo, de modo que en tanto se le vio cogido tuvo excusa para machetear y pasaportar este quinto de una estocada tras pinchazo. Pitos en el arrastre para este mansote, flojo y a la defensiva; silenciado el de Gerena.

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Cerró la tarde Jaqueto, que recibió palmas a su salida briosa, en la que en su afán por rematar llegó a levantar levemente uno de los burladeros antes de ser recibido con buenos lances por parte de Emilio de Justo, que de nuevo optó afortunadamente por lucirlo en el caballo y de nuevo se topó con un manso que tardeó para la primera, en la que después cumplió con fijeza, costando sacarlo, pareciendo que iba a ser otra cosa. Pero no, fue dejado de largo para la segunda y aunque el picador fue nulo toreando a caballo para citarlo y provocarlo, no hubo manera de que el astado hiciese por acudir a la cabalgadura, teniendo que cerrarlo a la raya, a la que acudió el piquero a buscarlo, entre la impaciencia del público, que debía guardar más silencio, dejando que se escuche la voz del picador y el estribo, pues si no se oye en los tendidos, es posible que se oiga lo justito en el ruedo. Tras este picotazo en la segunda entrada, llegó agarrado al piso y sin emplearse en la brega, iniciando el espada su labor de uno en uno, pasándolo por bajo, llegando a los medios, entre la sosería de la res y su falta de acometida. No dudó el coletudo en tratar de ponerle todo, con una voluntad admirable, peleándose con él por tal de sacar lo que fuera antes de tener que pasaportar con una estocada caída. Fue aplaudido y despedido con una gran ovación, mientras que su adversario se arrastró entre pitos.

Es esperanzador que esta tarde la plaza registrase una buena entrada, pues puede animar a la empresa Tauroemoción que ha apostado por recuperar festejos en invierno en este coso desaprovechado a seguir con el proyecto e incluso poder ampliarlo, conociendo además que el público asistente, sin el nivel de exigencia del venteño, sí demanda un tipo de espectáculo y responde a él con más fuerza que a los organizados previamente, algo que puede propiciar que los aficionados madrileños podamos arrancar temporada temprano en busca del toro encastado.

Rubén Sánchez.

lunes, 17 de julio de 2017

Escolar puso broche en una tarde con dos Tíos

En conmemoración de los 30 años del inicio de celebración de ferias en Ceret organizados por la Adac, se dio cita un mano a mano entre Robleño y Alberto Aguilar, con toros de una divisa talismán para el coso como es José Escolar. Lidió una corrida desigualmente presentada y de buen juego para la muleta en general, con cuatro toros que permitieron triunfar, dos de ellos con buena nota en varas; y los otros dos, de gran dificultad manteniendo interés y dejando muchos matices. Faltó que la corrida se hubiese picado y medido más en varas, pues se picó más trasero de lo habitual en Ceret, recargando además en el castigo, algo que no va precisamente a favor de la buena evolución del toro, tal comohabitualmente aquí suele hacerse. Los dos espadas dieron la cara y lucharon por no quedarse atrás uno del otro, siendo una pena que no tuviese suerte Robleño a espadas.

Confitero abrió la tarde, un toro serio por delante, pero demasiado vareado de carnes. Fue recibido con unos buenos lances de Robleño que remató con dos medias, antes de que tomase un primer puyazo algo trasero del que costó sacarlo; un segundo algo caído en el que no le pega mucho mientras el cárdeno se quedó a dejarse pegar. La tercera la tomó fijado de largo, más allá de los medios, tras tardear, muy bien provocado por Israel de Pedro, que consiguió que acudiese al paso. Solo señaló y salió en tanto le sacaron. Saludó Jesús Romero tras cuadrar bien en la cara con las frías, destacando tambien la buena brega de Rafael González ante un burel pronto que se desplaza. Torerísmo inició Fernando por bajo, llevándolo enganchado con largura, estando genuflexo, antes de continuar con una buena tanda por el derecho, ligando los muletazos tal como ocurrió con la zurda, muy bien con el toro por ambos pitones. Se gustó ademas en los remates, habiendo aprovechado una embestida buena, noble y exigente, con buen punto de trasmisión. Alargó la faena hasta que le fue costando al cornúpeta, pinchando en una primera ocasión en la que le rompe el estaquillador, dejando a contibuación una estocada baja.  Ovación cerrada para ambos, tanto para el encastado morlaco y con buena nota muletera; como para su valiente y dispuesto diestro.

Castellano I fue el jugado en segundo lugar, un ejemplar rematado y con morrilo, que fue recibido con una ovación. Alberto Aguilar lo recibió bien, pues el morito salía suelto de los lances, más que revolverse sobre las manos haciendo honor a su procedencia. El primero fue un buen puyazo en el que se queda a dejarse pegar, costando sacarlo. Costó fijarlo para la segunda, destacando en esta labor con nota Iván Garcia al buscar el cárdeno los capotes en una de las ocasiones, dejándolo bien colocado sin apenas tener que instrumentar capotazos, pero el toro mostró que no queria ir, destacando de nuevo el de Móstoles,  dejándolo en suerte con eficacia, antes de sucederse un buen puyazo de David Prados, que optó por picarlo al saber que no acudiría una tercera con lucimiento. En banderillas mide y gazapea, agarrado al piso. Un gusto ver a Iván Garcia con el capote, corriendo para atrás y bregando. En la muleta el burel busca y no humilla muy complicado, estando bien con él Aguilar, que logró ligar toreando sobre las piernas, habiendo emoción en la plaza, pues no tardó en localizarle, colándose para cogerlo, muy reservón y toma el estoque, utilizándolo tras machetear a petición de varios aficionados que conocen la lidia que entendieron las condiciones del toro, exigiendo tal como debe ser, en función de las mismas. Lo cazó el coletudo con habilidad, de estocada corta atravesada, teniendo que descabellar. Manso con peligro que obtuvo división en el arrastre, pues parte de la afición reconoció casta y sentido, dificultades. Silencio obtuvo el diestro.

En tercer lugar se esperó con ilusión por reata y tiempo pasado a Chumbero, un pájaro de buena presencia y en tipo. Bien Robleño con el capote, pese a como se revuelve la res, que tomó una primera vara algo trasera en la que cumple; quedando la segunda en buen sitio tras acudir de largo antes de buscar un poco los capotes; acometiendo a una tercera tras cruzarse y fijar bien su mirada en él el picador, qud marró rectificando a buen sitio, mientras el toro se quedó a dejarse pegar, costando sacarlo. Bien con los avivaodores anduvo Miguel Martín, que tuvo qur saludar tras parear a un toro pronto y con pies. Ya en la muleta inicia Robleño en los medios, dispuesto enseguida con la diestra, ligando entendiéndolo bien las dos primeras tandas, hasta que en uno de los pases le ve el astado y le busca. Pero aún así siguió el espada confiado, cambiando  al pitón izquierdo, antes de volver de nuevo al derecho, manteniendo la ligazón y conexió con el público ceretano. Regresa al izquierdo ayudándse bien con el toro, dándole tiempos provocándole la embestida. El viaje era corto y no muy humillador pero supo aporvecharlo antes d finalizar con un pinchazo trasero, al que siguió otro; previo a dejar una estocada corta tendida, teniendo que descabellar y sonando un aviso.  Palmas en el arrastre para este Chumbero, del que tanta fjereza lodía esperarse, siendo finalmente justo de casta y a menos, aunque sin mansear. Ovacion para el coletudo.

Camionero salió y dejo su sello con un impresionante boquete en uno de los burladeros, sin hacerse ni una astilla en el pitón, previo a que Aguilar lo recibiese bien con el capote. Empujó el astado sobre un pitón en la primera buena vara, romaneando y buscando los pechos del caballo. La segunda se fue un poco más trasera, dejándose pegar el astado, que cumple. Acudió pronto a la tercera iniciando al paso su acometida y trotando finalmente pero el picador no se agarró, aguantando con valor el choque. Salió suelto en tanto le citaron. Mala lidia en el segundo tercio, con un desarme y también mal banderilleado, perdiendo tiempos. Añadir que el toro esperó y el mejor detalle fue ver a Iván Garcia sujetando al burel sin tocarlo simplemente asomado fuera del burladero, estando el animal fijo en él, sin que rematase ni una sola vez. Buen toro para la muleta humillador y noble, con codicia en seguir el engaño y repetir. Bien Alberto Aguilar, muy asentado y firme, gustándose en una faena larga por ambos pitones, llegando lo mejor con un pase de pecho genuflexo y sus naturales de frente. Buena estocada corta un punto contraria, que dejó el toro rodado. Oreja y ovacion tras petición vuelta para el toro, no accediendo la presidencia. Camionero fue encastado y noble, de nota en la muleta y en varas.

El corrido en quinto lugar fue Madrileño, un pavo veleto, avacado de cara y de cara muy fina, de gran trapío y el más albaserrada. Remató con saña en el burladero,  siguiendo un buen recibo. En la primera vara, en corto, marra y se agarra trasero el jinete. Para la segunda lo tienen que acercar porque tardea desde la distancia, como ocurrió para la tercera, que de largo escarbaba. Tuvo que meterlo al relance, y le dieron fuerte; pese a lo reservón y medidor que estaba se empleó sin embargo en el caballo. En banderillas fue complicado, le dejaron los palos a base de muchas pasadas a la media vuelta, clavando a sobaquillo. En la muleta busca desarrollando sentido enseguida, Robleño intentó que siguiese el engaño y su empeño tuvo recompensa al conseguir que se tragase alguno llegando al tendido su esfuerzo, estando muy bien con el morlaco, reservón y encastado, muy medidor y con peligro. Estocada caída tras pinchazo, una pena que no matase pues se tiró decidido y derecho. Silenciado en el arrastre entre alguna palma. Ovación e intento de vuelta del diestro, que conoce bien la plaza e iba a meterse al burladero, pero le incitarion los peones, quedando mal tener que interrumpirla y volver al callejón al iniciarse las protestas. Estoy seguro que de no haber pinchado o incluso con estocada en su sitio tras el pinchazo si hubiese podido recibir tal premio.

Sevillano cerró la feria, quizá el de menor presencia del encierro, un punto playero de pitones. En el recibo se vuelve sobre las patas delanteras como es propio en una parte de su procedencia y pese a que Aguilar le va sacando a los medios, el astado le gana terreno venciéndose y le arrebata el capote. Primera vara fuerte, algo trasera a la que acudió al relance y en la que empuja debido a que le tapan la salida. Segunda bien fijado, mete la cara abajo mientras recibe un puyazo algo trasero. Tomó una tercera emocionante desde el tercio contrario, acudiendo muy pronto; en la que le arrean trasero y fuerte, cambiándose el tercio. Buena nota del toro en el tercio de varas en cuanto a bravura, si bien faltó poder, como ocurrió con el cuarto. Ovacionado Iván Garcia con los rehiletes, aunque no quiso saludar. Quizá se fue algo caído uno de los pares pero estuvo muy bien, y también Raul Ruiz en la brega, ante un burel pronto y repetidor. Inició faena pasándolo por alto, cogiendo enseguida la diestra en el tercio, muy firme, para seguir ligando muchos pases a una embestida humilladora, pronta y exigente, estando muy bien con él. El pitón izquierdo era más complicado, pues tiraba arriba la cara al final del viaje, consiguiendo con buen hacer y valor que la siguiese bajando algo más la cara en dos muletazos, regresando tras probarlo al pitón derecho, por donde siguió ligando los muletazos, con el toro ya avisando los defectos de colocación. Muy bien continua el madrileño y le piden desde el tendido una tanda con la izquierda, ya en el remate de su faena. El diestro miró e hizo gestos de dificultad, pero no dudó en complacer y hacer el esfuerzo, consiguiendo darla ayudado y llegando al tendido con una conexión brutal al ser atención a lo solicitado. Buena estocada y ovación de clamor con la plaza entregada, rodando el toro enseguida al citarlo el coletudo con la muleta, desplomándose a sus pies. Oreja y premio de la vuelta al ruedo, más entiendo en reconocimiento al conjunto de la corrida que al astado, siendo quizá un poco excesiva, pues el toro tuvo buena nota en bravura pero faltando quizá el punto de poder y fiereza que se exige en esta plaza. Acompaño el mayoral al diestro en su salida a hombros, tras haber salido a saludar merecidamente, dando a continuación una vuelta al ruedo ya excesiva, acompañado del espada, pues no quiso el de corto darla sólo pese a la invitación del diestro.

Rubén Sánchez.

sábado, 15 de julio de 2017

Un terrorífico Ruiseñor

Para el tercer festejo de la feria ceretana se anunciba un encierro de Saltillo, excepcionalmente presentado y que tuvo un comportamiento manso en general, faltando mucho fondo, viniéndose todos abajo en el último tercio e incluso algunos antes. Tuvo peligro en determinados pasajes, dejando muchos matices. El segundo tuvo que ser sustituido por un sobrero de Hdros. de Christofer Yonnet.

En primer lugar salió Vendaval, todo un señor de presencia, con un gran morrillo, muy compacto, un toro de una pieza coronado con dos leños imponentes y astifinos. Algo abanto en un principio, brincó con peligro en los lances de recibo, tirando gañafones. En varas acudió de largo a la primera, algo caída, en la que cumple; a la segunda acudió sorprendiendo a Gabin Rehabí, que se agarró como pudo y luego le buscó la culata. Tercera desde los medios a la que acude saliendo a buscarlo el jinete, cumpliendo el toro con la cara a media altura mientras tomaba un puyazo algo trasero. Cuarta desde los medios, tardea y sale con valor el piquero a buscarlo, se agarra trasero y es desmontado de su silla, casi cae al suelo al haber perdido ambos estribos, sin apoyo alguno para poder regresar a su montura, quedando en el cuello del caballo, teniendo incluso que apoyarse con la mano en el lomo del astado mientras le buscaba y apretaba por el lado izquierdo, ante la pasividad de Sánchez Vara y su cuadrilla, que estuvieron tardos en quitar a la res. Para dar órdenes al picador estuvo muy firme el director de lidia, quizá no tanto para socorrerlo. Banderillea el matador, primera pasada en falso, poniendo después los pares en la cara, buscando bien los terrenos, cuadrando hacia las afueras y no a los adentros, donde apretaba más. Sánchez Vara inició su faena a la defensiva, guerreando con el toro, tratando de ir alargando su viaje con suavidad pero con las precauciones lógicas, quizá demasiadas, a una embestida con un viaje muy corto y acompañada de gañafones bruscos. Pinchó tras ponerse al natural y no lograr lucimiento, pues a las dificultades se sumó el viento. Ovación al toro, encastado y poderoso, con peligro. Silenciado el diestro.

Capucherito fue el segundo, y si compacto era el primero ojo al remate de este y a su presencia. De nuevo la historia de ayer, le hacen rematar y se destroza el pitón, además se lastima de atrás tras. Dos entradas al caballo lamentables con un picador que ni supo dominar su montura ni tuvo el valor para aguantar encima del palo cuando el toro cabeceó, por no hablar de su punteria como varilarguero. Fue devuelto por la presidencia entre la incomprensión de Pérez Mota y la chulería del peón que reventó el pitón, desatando la correspondiente bronca.

El sobrero fue de Herederos de Cristopher Yonnet, numero 7, aunque lucía un 07 en el costillar izquierdo, que salió con pies y pegajoso en los lances, enganchando las telas con su cabeceo, algo que se vio acrecentado al unirse a la falta de temple de su matador. Tomó un buen primer puyazo al que tardeó, recargando bien en la pelea. Le costó ir a la segunda entrada, en la que se le arreó fuerte en buen sitio. En banderillas se mostró muy aplomado, costándole arrancarse hacia los de plata, de ahí que varias pasadas fuesen en falso. El astado en el inicio le tiró un gañafón por alto, llegándole a simple vista a la zona del cuello, tuvo claro que no queria ir a coger la muleta. Se retiró el gaditano a la enfermeria, despachando Sánchez Vara de bajonazo a paso de banderillas, levantándolo el tercero al cachetear. Silencio en arrastre.

Jilguero fue el tercero, también imponente este número 11, que se volvió incluso a rematar a la puerta de chiqueros a la que la cerraron, astillándose el pitón al rematar en uno de los burladeros, de nuevo citado por un banderillero. Blandeó en los lances de recibo y tomó una vara caída, en la que peleó sin mucha pujanza. No así en la segunda, a la que acudió pronto de largo y empujó con fijeza y desplazando la cabalgadura en un buen puyazo delantero, tal como el tercero, al que tardeó más y del que salió suelto. Hizo Gómez del Pilar un quite lucido por navarras rematado con serpentina antes de que midiese y esperase el morlaco en banderillas, haciendo hilo a los adentros, poniéndoselo muy dificil a los rehileteros. En la muleta estuvo aplomado y a la defensiva, tirando gañafones. El diestro lo intentó con disposición, sin terminar de confirarse, hasta que parece que se confió y le perdió la cara, arrancando hacia él en dos ocasiones el astado, librandose gracias a la rapidez de su cuadrilla para cortarlo. Apenas un par de adornos por abajo y dejó un  pinchazo hondo caído, escuchando un aviso, dejando a continuación una media estocada bien agarrada, en todo lo alto. Descabelló con dificultades a este encastado, manso y complicado por reservón, que fue silenciado en el arrastre, al igual que el coletudo.

Bravío, como aquel célebre del Conde de Santa Coloma, se llamó el lidiado en cuarto lugar. De nuevo astillado al ser citado a rematar a un burladero, antes de repetir con pies en el recibo, revolviéndose a cada lance. En las dos primeras entradas no se le picó, por no lograr agarrarse el picador y aguantando sin echar el palo como apoyo mientras empujaba. Fue en la tercera en la única en que se le recetó un puyazo, que cayó trasero tras rectificar, pues señaló caído. El astado cumplió en las tres aunque sin meter riñones, pues solo levantó la cabalgadura en el choque, sin continuar empujando, a pesar de no tener el palo encima en las dos primeras. Quitó Sánchez Vara a la verónica, antes de iniciar e tercio de banderillas junto con Raúl Ramirez, que hizo el salto de la garrocha. La primera pasada fue en falso, pues el astado le espera, arrancando a por él d plata con la garrocha en la mano cuando se encontraba ya a muy corta distancia, logrando escapar con un recorte. Ya en la segunda entrada logra hacer el salto aunque le voltea el toro, pues de nuevo le esperó reservón y tuvo que saltar practicamente para provocarlo, tirando el toro la cara alta y cayendo el saltador de mala manera sobre el albero, pues al golpearle le desequilibró. Cuadró Sánchez Vara en la cara con mucho mérito el segundo par, teniendo que tomar el olivo y barbeando el toro tratando de engancharlo, en una instantánea impresionante. El tercer par lo puso al violín de dentro afuera, con mucha exposición, recibiendo un gañafón en el pecho, poniendo en pie parte de la plaza que le tributó una reconocedora ovación. En la muleta el astado pareció desplazarse hasta que enseguida perdió las manos y se defendió costándole embestir. Además Sánchez Vara le acortó las distancias, agravando el defecto. Mató de buena estocada, dando por ello la vuelta al ruedo tras una leve petición de oreja. Duro de patas el saltillo, que se levantó tras haberse echado, con el estoque en lo alto, fue para lo único que reservó fuerzas y casta. Fue despedido en el arrastre con leve división,predominando los pitos.

En quinto lugar se jugó Salador, un buen toro de presencia, aunque sin sobresalir como sus espectaculares hermanos anreriores. Pérez Mota lo recibió con un buen ramillete de verónicas, con el apósito en el cuello, en la herida. Se vivió un tercio varas vibrante; ya en la primera cayó el caballo tras acometer el toro, romanear y repucharse, perdiendo apoyos el jaco y quedando Óscar Bernal totalmente descubierto, en el lado derecho del caballo, frente al toro, en un angustioso lance del que salió como pudo tirando la vara al toro y tomando el olivo tras incorporarse. Pese a todo no fueron capaces de llevarse al pavo de la jurisdicción del caballo caído, pues se frenó mucho y acometió al mismo, volteándolo y pudiendo haber preparado una carnicería que afortunadamente quedó en cornadas que fueron contra el peto y no contra zonas desprotegidas, llevándose colgada en el pitón la funda de la montura. Ya con el caballo levantatado se subió Bernal con presteza pues el toro seguía sin estar sujeto y amenzaba acometer, montándose aún sin estar la funda puesta sobre la silla, poniéndola a continuación, segundos antes de citar para una segunda entrada, en a que en un puyazo trasero empujó con poder, metiendo al equino contra las tablas. Cerró el tercio con una tercera, tras escarbar mientras tardeaba en los medios. Se agarró el charro en buen sitio y el saltillo romaneó y buscó el costado izquierdo, cogiendo en su empeño al caballo por los pechos, aguantando y defendiendo muy bien a su cabalgadura Óscar Bernal, que ademá toreó a caballo en todos los cites, luchando porque arrancase para una cuarta entrada a la que tardeó mucho desde los medios, cambiándose el tercio. Ante los de las frías fue muy complicado, totalmente agarrado al piso, teniendo que llegarle mucho tanto en la brega como en los pares. El primero fue de gran exposición, con el toro cerrado en tablas, y el tercer par en la cara, tirándole un gañafón, tuvieron gran mérito, saludando por ello el de plata pese a ser este último par practicamente a la media vuelta y a quedar los pares caídos, fruto de la exposición que supo captar la afición. En la muleta el astado se apagó, defendiéndose, ante un Pérez Mota que se limitó a estar por allí poniendo la muleta desconfiado a los tornillazos que le iba pegando el morlaco por ambos pitones. Lo mató de una buena estocada tras pinchazo, un punto contraria. Ovación en el arrastre para un astado sin fondo, yo diria de estilo vazqueño, pues se dejó todo en el primer tercio, apagándose a partir de este, y quizá ni eso, pues no tuvo para la cuarta entrada y aquellos eran explosivos en prontitud hacia el caballo. Silencio para Pérez Mota.

Ruiseñor fue corrido en sexto lugar, de preciosa estampa y mirada muy afilada. Se paró tras los primeros compases, pegando un arreón de un momento a otro en el que desarmó a Gómez del Pilar, que tomó el olivo. Desorden total el vivido en varas, pues más de cuatro puyazos fueron recetándose por parte del encelado Pepe Aguado que con saña le fue buscando cuarteando desde tablas por más de la mitad del anillo, pues tras la primera entrada a la que se fue al relance, sin que Pérez Mota hiciese gran esfuerzo por sujetarlo, salío huído el astado, disponiéndose con saña el varilarguero a buscarlo desde las tablas citándole, entrando y saliendo en varias ocasiones el burel, sin hacer caso alguno de las órdenes de su matador y totalmente obsesionado con reventar al toro a puyazos, como si ahormar al toro que no se emplea consistiese solo en hacerle boquetes, y sin la pericia y oficio que requiere el saber tapar la salida para que se ahormen empujando estos mansos encastados que no se emplean en la pelea, pues podrá decir el piquero que él aguanta bronca y multa con tal de no dejarlo a su matador sin picar, pero lo dejó sin ahormar, que es el objetivo final de picarlo además de que pueda verse la bravura del toro. Ya con el picador más calmado lograron entre del Pilar y Sánchez Vara que obedeciese y regresase a contraquerencia, entre una bronca espectacular y bien merecida, pues lo realizado fue una vergüenza total, digna de calabozo. Allí tomo dos puyazos de largo, sin tapar salida para que empujase, agarrándose trasero y arreando estopa sin miramientos, habiéndose visto entretanto los pies que tenía haciendo hilo y lo fiero de su embestida, teniendo que tirarse de cabeza al callejón el peón de brega, llegando muy apurado al cerrarlo en un burladero. Ya en banderillas carreras y saltos al callejón, pues el toro impone verdadero terror, tratando de resolver la papeleta a la media vuelta o de una en una, optando el palco por cambiar con dos palos tras varias pasadas, ante la falta de lucimiento y el peligro evidente. Antes incluso de pegar el primer muletazo, ya se ovacionó al diestro toledano por decidirse a ir hacia semejante y pavorosa fiera; y la actuación tuvo mucho mérito, pues se pusó a intentarlo logrando incluso algún pasaje, que por mínimo que fue, llegó a los tendidos como si del mejor muletazo se tratase. Todo lo que ante Ruiseñor se hizo tuvo una importancia tremenda, pues tuvo a la plaza en vilo. Tras probarlo e intentarlo incansable por ambos pitones y entre la cantidad de sustos, pues en todos le buscó con brusquedad, mató de una estocada muy tendida sin haber terminado a mi entender de machetearlo de pitón a pitón para que descolgase, teniendo que descabellar. Manso encastado terrorífico que fue despedido con división y que será dificil de olvidar por la sensación de miedo que me llegó, a pesar de estar en el tendido. El joven espada fue sacado a saludar, recogiendo una ovación fuerte, disponiéndose a dar una vuela al ruedo que no me hubiese molestado, pero que tuvo que interrumpir por las protestas.

Rubén Sánchez