sábado, 27 de agosto de 2022

La finura de Marcos Linares y la garra de Gutiérrez entre variados Valdefresnos

Plaza de toros de Collado Mediano. En tarde soleada y con más de tres cuartos de entrada se anunciaba un encierro de José Enrique Fraile de Valdefresno, aunque se lidiaron 5 con el hierro de Valdefresno y 1 con el anunciado (1°). De presentación desigual, vareados varios de ellos y evidenciando dudas en la integridad de astas unos más que otros, siendo el tercero premiado con la vuelta al ruedo; para los novilleros Diego García (oreja y dos orejas), Leandro Gutiérrez (oreja y silencio) y Marcos Linares (oreja y silencio tras aviso). Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio.

En primer lugar salió Carasucia, herrado con el número 1 y nacido en noviembre del 18, negro de capa, bien presentado, que remató en tablas y tuvo celo en el templado recibo que lo saludó, conduciéndolo hasta los medios sin dejar su lidiador que le enganchase las telas. Recibió un puyazo trasero en el que cumplió, quedándose a empujar sobre un pitón en el peto, con celo. Quitó el diestro por chicuelinas, a una embestida muy templada y escasa de fuerzas. En banderillas tuvo una acometida rebrincada, sin celo y siempre distraído, sin humillar ni poder emplearse en la lidia de Mario Campillo. Diego García brindó al respetable e inició el trasteo en los medios por el derecho, sin dejar que se le marchase a su querencia de tablas, sujetándolo con oficio. Salía desentendido del embroque, aunque con un buen empleo de distancia, altura y perderle pasos, consiguió someterlo y que siguiese las telas por abajo, rematando faena en el tercio con un desplante y una tanda por el derecho, el mejor pitón del astado. Cerró con manoletinas, de poco ajuste, estando ya la faena hecha y el burel pidiendo la muerte, desentendido de la pelea. Mató de media estocada en buen sitio, ligeramente desprendida. Palmas en el arrastre y oreja.

Hizo segundo el número seis, con el hierro de Valdefresno, de nombre Bailador y nacido en enero de 2019, de capa negra y alto de agujas, algo vareado de carnes, que salió con brío, rematando en tablas. Repitió en los lances de recibo a la verónica, de buen trazo. Hizo una buena pelea, con la cara abajo y fijo, mientras recibía una vara trasera y barrenando, tras haber marrado al señalar. En el segundo tercio anduvo tardo y sin celo, aunque se centró al quedarse sólo ante la muleta de Leandro Gutiérrez, a la que embistió templado desde cierta distancia, calamocheando y a media altura por el derecho. Por el izquierdo desistió el coleta ante lo tardo y el poco recorrido, tras probarlo ayudándose con el estoque simulado, regresando a la diestra, donde ligó una tanda de poca emotividad. No cejó el colombiano en su empeño de torearlo al natural e insistió, sin demasiado éxito inicialmente, especialmente por la falta de humillación y la poca codicia en la acometida, aunque poco a poco lo fue metiendo y ligó muletazos. Faena larga, quizá en demasía, demostrando ganas y actitud. Despachó de buena estocada, tirándose derecho y perdiendo la muleta, que quedó levemente delantera pero en todo lo alto. Se atascó el tercero con la puntilla, cabreando a la concurrencia tras varios cachetazos, lo que no impidió que solicitasen un trofeo, que a la postre fue concedido. Palmas en el arrastre.

En tercer lugar hizo aparición Joyas, de Valdefresno, herrado con el número 3 y nacido en Noviembre de 2018, carbonero de capa y alto de agujas, vareado y astifino. Remató en tablas y se empleó repitiendo en los lances de recibo, evidenciando falta de fuerzas y estar lesionado de los cuartos traseros. Cumplió en el puyazo que recibió, fuerte y en buen sitio, quedándose a empujar y dejándose pegar con la cara fija. En el quite por chicuelinas galopó algo rebrincado, sin dejar de mostrar su invalidez por estar dañado de atrás. Pronto ante los de plata, y siempre fijo a cuántos le citaron, que cerraron el tercio con un buen par. Inició Marcos Linares por bajo pasándolo en el tercio, para seguir por la diestra en los medios, sin llegar a acoplarse. Tomó la zurda sin llegar a cogerle el aire, optando por abreviar tras llegar al público con algunos remates y un buen pase de pecho. Dejó una buena estocada, que el burel escupió, resultando duro de patas para echarse. Oreja y vuelta al ruedo para el astado, un premio excesivo y carente de sentido.

En cuarto lugar fue lidiado Cantinillo, número 12, de Valdefresno, negro bragado meano corrido jirón, alto de agujas y con seriedad, aunque se escobilló al llegar a tablas. Vareado de carnes, fue recibido por parte del madrileño con una larga cambiada de rodillas, llegando a los medios intercalando verónicas con chicuelinas y rematando con una desdibujada serpentina, entre lo abanto del astado, que se abría tras cada lance, teniendo que ganar terreno para recoger sus acometidas. Desmontó al jinete en varas, sin llegarlo a echar a tierra, manteniéndose en su montura pese a haber perdido la vara, mientras el cornúpeta se dejaba pegar. Muy parado en el segundo tercio, aquerenciado en tablas y dejando ver un buen pitón izquierdo en la brega. El espada supo verlo y tras iniciar tomó la zurda, logrando ligar varias tandas, ante una embestida con transmisión, humillada y codiciosa, ante la que sus muletazos no llegaron a emocionar, pues aunque no faltó el empeño, la actitud no pudo tapar la tosquedad y la falta de ajuste. Una tanda a derechas, por el que se le coló y se dispuso a rematar una faena media y bien planteada. Estocada algo caída, perdiendo Diego García el engaño. Dos orejas, debió el utrero ser premiado también con los honores de vuelta al ruedo siguiendo el mismo criterio, pues fue mejor que el anterior. De hecho en su arrastre hubo más palmas.

El quinto fue Fardero, de Valdefresno, número 22, playero de cara, negro de capa y bien presentado. Remató en tablas pese a lo abanto que fue, hasta que Leandro Gutiérrez logró hilvanar varios delantales ganando terreno. Tomó un puyazo trasero y caído, fuerte, apretó sobre un pitón con la cara alta, del que salió huído y buscando terreno de chiqueros, el más clásico lisardo mansurrón que suele esperarse. En el segundo tercio imperaron a partes iguales las complicaciones y la falta de oficio, dando lugar a tremendo desorden, optando el palco por cambiar el tercio con tres palos tras la enésima pasada. La faena de muleta fue todo voluntad y oficio, pero ante una embestida que no decía nada, sin apenas recorrido ni entrega, carente de profundidad y entre las idas y venidas de los medios hacia tablas. Estocada tras pinchazo. Silencio. También silenciado el manso en el arrastre, digno de algunos pitos, al igual que el joven de luces pudo merecer una ovación.

Cerró la tarde Manzano, número 13, negro de capa y vareado de carnes. Remató en tablas y salió suelto de los lances, a los que repetía tras provocarlo acometiendo algo cruzado a los vuelos, parándose pronto. Puyazo fuerte y trasero, en el que se dejó pegar, llegando a tomar un segundo en el mismo sitio, en el que se le tapó la salida y se le pegó por demás, sin que la pelea destacase. Salió con la cara alta durante la brega, con prontitud aunque con poco celo al hacer hilo. Marcos Linares mostró finura en su toreo desde el inicio del trasteo, que fue a menos pese a sus ganas, pues la sosería, el poco recorrido y la falta de entrega no ayudaron. Estocada corta tendida y atravesada, ya en la penumbra del ocaso, por lo extenso de faenas y también de las vueltas al ruedo. Silencio tras aviso y silencio en el arrastre.

Mejor de lo esperado el juego de los lisardos, aunque sigue quedando incrementar a la par que la bravura, el punto de casta. Habrá que estar atentos a la evolución tras partir la vacada. 

Rubén Sánchez.

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