domingo, 14 de mayo de 2017

Ángel Otero, torero. Mansa y blanda la de El Pilar.

...Con las frías vimos a un sensacional Ángel Otero, que tras un buen primer par dejó lo más vibrante y meritorio de la tarde...

Con más de tres cuartos de entrada, en una ocupación de tendidos propia a lo recordado en ferias pasadas y con una tarde fresca pero no desagradable, se ha lidiado una corrida de El Pilar desigual de presentación y mansa, blanda y descastada en líneas generales de El Pilar. Diego Urdiales se mostró dispuesto y dejó algunos pasajes ante el primer; vimos a un David Mora limitado físicamente, sin poder llegar a cargar su peso sobre la pierna en la que tuvo la grave cornada, siéndole a su vez dificil el correr para atrás a la hora del recibo y de llevar el toro al caballo. Y esto lógicamente esto le afectó mentalmente, a su actitud y voluntad a la hora de confiarse. José Garrido dejó sabor de querer ser, no perdonando en quites y tratando de lucirse con el capote, pero en la muleta sacó por momentos su cara más ventajista y su encimismo, apareciendo como destellos únicamente su faceta de cargar la suerte y llevar los muletazos hasta el final, dando el paso adelante para enlazar el siguiente, como se le pudo ver en su etapa novilleril.



Rompió plaza Sospetillo, un colorado muy del tipo de su sangre Aldeanueva que salió rematando en tablas, parándose enseguida para buscar terrenos del sol. Tuvo Urdiales que recibirlo con el toro parado, instrumentando los lances uno a uno, de los que salía suelto y distraído. Tomó una primera vara al relance, trasera y caída, que fue rectificada y en la que cumplió el astado buscando salida, apretando hacia afuera. Salió del peto blandeando y Urdiales se dispuso a hacer un templado quite a la verónica en el que se le coló varias veces por el pitón derecho al intentar dar una segunda media. Lo dejó en suerte con una revolera y detalles de torería, pero el animal repuso y le hizo hilo, desarmándole y teniendo un buen susto el riojano en la hazaña. Le pegaron lo justito en la segunda entrada, puyazo caído del que salió suelto. En la brega mostró una embestida complicada, colándose por ambos pitones, dificultades que su lidiador El Víctor no supo resolver. El colorado buscó las tablas, apretando hacia ellas haciendo hilo y aquerenciándose en dicho terreno, costando sacarlo de los adentros. Inició el arnedano su faena pasándolo por bajo, sacando al tercio a una bronca embestida que cabeceaba. Consiguió firme y con la diestra trazar muletazos redondos hasta rematar detrás de la cadera en unos pasajes que fueron de lo más destacado del festejo, tuvo además temple su labor, no permitiendo que el cabeceo tropezase las telas, la mejor fue la segunda tanda, muy mandona e imprimiendo gusto, hasta que el viento le estropeó este detalle en la siguiente. Al natural fue a mejor, ajustándose un poco más en cada sucesivo muletazo, rematando por último por bajo, con un trincherazo. Pinchó en bajo sin cruzar, sonó el primer aviso y despachó de estocada contraria, pegando al sentir el acero un fuerte arreón el del Pilar, teniendo el diestro que soltar engaño y correr al olivo. Estuvo mal con el descabello, siendo su labor silenciada mientras que este manso a arreones, bajo de casta y con cierto peligro sordo fue pitado en el arrastre.



Carapuerco segundo traía por nombre el segundo, que fue protestado de salida por faltarle algo de cuajo y quizá seriedad por delante. Desde primer momento su afán fue saltar la barrera buscando escapar del redondel, pero no tuvo el empuje de riñones necesario para ello en los varios intentos que protagonizó, despertando la atención del público, que lo vivió vibrante. Salió suelto de los lances, tomando una primera en la que se le tapó acertadamente la salida y en la que buscándola tiró de riñones el mansete, llevando la cabalgadura hasta más allá de las rayas en su empuje. La segunda fue trasera y se le dio poco, saliendo suelto como era natural. A José Garrido le tocó correr tras el en su quite por chicuelinas, llegando el animal a banderillas tardeando pero humillando por el izquierdo, aunque colándose por el derecho. Con las frías vimos a un sensacional Ángel Otero, que tras un buen primer par dejó lo más vibrante y meritorio de la tarde con su segundo par. Estando el toro muy cerrado en las rayas, confió apostando en que se arrancaría con todo; si le llega a esperar le hubiese sido muy difícil ganarle la acción y salir mientras apretase a tablas en tan poco espacio. No se equivocó, y ojo como le citó de poder a poder, esperando a que se arrancase el toro antes de empezar a cuartear, ojo a como ganó el terreno con el arreón que pegó hacia él y la manera en que cortaba; y encima cuadró en la misma cara, se asomó y clavó sacándolas de abajo. Un señor par, me puso en pie Ángel Otero, si señor, torero. Inició faena el diestro toledano pasándolo por bajo, pero el toro se le va rajado, por lo que tras intentarlo y en vista de un público que solicitaba que abreviase, agarró pinchazo hondo tras en pinchar en bajo y descabelló. Pitos al manso rajado y silencio.



Remató en tablas el tercero, de nombre Jacobero, que salió suelto de los lances aunque humillando. Buen recibo genuflexo por parte de José Garrido, con el toro ya un punto parado, midiendo incluso antes de arrancarse y revolviéndose en poco terreno. Vara fuerte trasera y caida en primer lugar, de la que sale suelto y blandeando. Segunda vara tardeó aun de cerca, recibiendo un puyazo trasero fuerte, cosa que no se entendió con lo justo de fuerza que estaba. En garapullos se agarró al piso, actuando con eficacia los miembros de la cuadrilla. Inicia faena el extremeño pasándolo por bajo, luego le pegó un tirón en el tercio llevándolo hacia el 1. A partir de ahí se puso a pegar derechazos descargando la suerte, hasta que se desplomó el inválido. Se dobló con él tras intentarlo por el izquierdo y mató de bajonazo. Manso inválido y soso, fue pitado. Silencio para el pacense.

En cuarto lugar hizo aparición Carapuerco -este el primero-, no en vano al llevarle algo más un año al anterior es posible que además de compartir reata, sea hijo de la misma madre que el lidiado en segundo lugar, siendo aquel del parto anterior a este. Salió con pies, echando las manos por delante, evidenciando flojera pero revonviéndose. En varas tomó un primer puyazo trasero, algo caido; mientras que en la segunda entrada tomó un picotazo en el que no se emplea, del que salió repuchado y desentendido. En el segundo tercio la brega transcurrió levantando el capote, evitando que doblase las manos, con una embestida muy sosa, carente de codicia. Inició faena Urdiales y se le caía por momentos, muy complicado que trasmitiese. Abrevia, pues el publico así lo pide. Estocada desprendida tendida saliéndose. Pitos al invalido. Silencio

Huracán, el mejor de la tarde.
Huracán se llamaba el quinto, que de salida humilló por el izquierdo y con embestida rebrincada por el derecho. En varas la primera cayó trasera, cumpliendo y metiendo riñones el burel. A la segunda entró a relance, apenas se le pegó, pero a descatar que se quedó en el peto cumpliendo con la cara fija. Buen comportamiento en varas. Garrido no perdonó su quite y estuvo aseado sin más a la veronica, pudiendo después ver una buena brega de Ángel Otero a un toro con movilidad y que acudió pronto a los cites, con nobleza y humillando, con fijeza en aquel que le citase. Inicia el trasteo David Mora pasándolo y recortándole embestida, en algo que me pareció un sinsentido, posiblemente fruto de las dudas entre las que lo siguió probando, sin confiarse, algo a lo que no llegó a lo largo de la faena. Ya en la tercera tanda liga por el derecho pero sin asentar las zapatillas, hacia afuera y sin ajustarse, no haciendo el toro ningún extraño y pasando con obediencia en la muleta. Con la zurda siempre ayudándose del estoque y sin dejar quietas las zapatillas, sin hacer el toro extraños, aunque con algo menos de recorrido en el muletazo, pero igualmente noble. Quedó el toledano por debajo de este buen toro para el torero, sin llegar a quedarse asentado llevando toreada y mandada la embestida hasta el final en ninguno de los lances. Al irlo preparando para matar, le desarmó, algo que le ocurrió tras agarrar un pinchazo hondo, teniendo que salir corriendo a tablas. Tomó el descabello, estando el toro muy amorcillado y tapado en tablas, pero aún con reservas para pegar algunos sustos en tantas veces como el diestro falló con el estoque de cruceta, sonando poco a poco los avisos pese a la bondad del palco, hasta llegar el tercero y sin que se viese a un torero con actitud de querer matar su toro por todos los medios antes de que eso llegase, como se pudo ver hace dos días a Eugenio de Mora, que tras pasarlo mucho peor con el descabello -su toro estaba más entero-, optó sin duda por tirarse a matar de nuevo las veces que hiciese falta para asegurarlo. En este caso no fue así y solo vimos dar golpes de verduguillo con precauciones y sin la firmeza necesaria en muchas ocasiones, sin voluntad para coger de nuevo el estoque, dejando la muerte en manos de un pinchazo hondo atravesado que apenas hizo daño y del cara o cruz del descabello. La bronca fue subiendo de tono hasta llegar al summún cuando una vez retirado el diestro al callejón habiéndose tocado el tercer aviso, el puntillero de la plaza se dispuso a apuntillarlo desde la tronera del burladero, en un sinsentido pues además mientras tanto hizo aparición la parada de bueyes para llevárselo a corrales, debió faltar comunicación entre palco y alguaciles a través del Delegado, pues o una cosa o la otra. A mi entender transcurrido el tiempo reglamentario y pudiendo aún moverse a corrales el animal, -como era el caso-, debía haber sido apuntillado en los chiqueros. El astado recibió palmas en el arrastre, quizá algunas de castigo al diestro, pero por su juego entiendo que en su mayoría no se trató de eso. Bronca para David Mora.



Cerró tarde Mira-bajo, abanto en los primeros compases, saliendo suelto de los lances, buscando además las tablas. José Garrido lo recogió arrebatado por delantales y remató con una media de rodillas, llegando a los tendidos. Estando ya prácticamente a punto de ser dejado en suerte en contraquerencia, el morito pega un arreón hacia el caballo que guardaba la puerta, donde recibió un puyazo caído y trasero, siéndole además tapada la salida, en una vara de la que salió aplomado. Ya en contraquerencia se repuchó de la segunda vara, saliendo desentendio. Un templado Urdiales se dispuso al quite, en esta ocasión a la verónica, quedando el astado muy aplomado y tardo, con las fuerzas medidas y algo distraído frente a los rehileteros. La faena la inició el extremeño con la mano derecha, ligando varios muletazos, siguiendo en esa linea, algo mejor al cargar la suerte, en lances en los que el animal repone, apretando si es hacia los adentros, motivo por el que posiblemente se empeñó el joven espada en sacarlo de su querencia, hacia los medios; terreno que le pesó bastante al mansito y donde le cuesta más embestir. La faena continuó al natural, acortando distancias ante el tardeo y muy mal colocado, abusando además del cite con el pico, muleta retrasada y despegada del cuerpo para tratar de encaminar el medio muletazo que apenas si tiene el cornúpeta. Regresó al derecho y tiró de arrimón, ahora que el toro ya había dado lo poco que tenia, quizá pudo ser algo más en su querencia. Pasaportó de una estocada baja, de rápido efecto, siendo silenciado este manso descastado y a menos, al igual que la labor del coletudo.

Rubén Sánchez.

sábado, 13 de mayo de 2017

Mansa y descastada corrida del Ventorrillo.

...siendo recibido con aplausos a su paso por su bella estampa. De pelo burraco y trapío espectacular...


Corrida bien presentada pero baja de casta de El Ventorrillo, además de mansedumbre muy acusada. Más de media plaza en los tendidos en tarde desapacible, con amenaza de tormenta. Eugenio de Mora con pocas opciones en su lote, Morenito deja ir un toro de triunfo mayor y corta la primera oreja barata de las que vendrán y Román, también sin toros, deja una impresión algo tremendista, con un valor al que falta un toque de cabeza.

Abrió tarde Bajeza, salio con pocos pies, pero se precipitó el palco tocando a picadores con apenas tres lances, sin estar el animal fijado, recibiendo una vara trasera fuerte en la que empujó, mientras que salió suelto de la segunda, doblando la mano izquierda, una leve lesión que presentó desde los primeros compases. Llegó a banderillas aplomado, moviéndose sin codicia, haciendo gala de su descaste; aunque haciendo hilo a los adentros, muestra de su mansedumbre. Eugenio de Mora se dispuso a iniciar faena de rodillas, pronto se le coló y le desarmó, por lo que optó por salir a los medios aprovechando un arreón del burel, que salía suelto buscando escapatoria de cada lance. Su embestida además de sosa era echando la cara arriba apenas dejó al diestro toledano ligar una serie a base de insistencia, pasando a tratar de dominarlo pasándolo y buscandole los costados antes de tratar pasaportarlo, capítulo en el que pasó un quinario un buen estoqueador como él. Se tiró inicialmente desde fuera de la suerte y además el toro echaba la cara arriba sin desplazarse, no le dejaba cruzar. Pinchó dos veces, perdiendo una de ellas la muleta, dejando a continuación media estocada que el toro escupió, llegando el primer aviso tras una media contraria. Cogío el verduguillo y tras pasar un rato malo por lo complicado que se puso y echándose poco a poco el tiempo encima, se vuelve a tirar a matar asegurando con una estocada baja muy atravesada que apenas hizo efecto. Sonó el segundo recado presidencial y le recetó una estocada arriba. Duro de patas este primero, guardó para vender cara su muerte toda la energía que no empleó en la lidia. Fue pitado en el arrastre el manso descastado y silenciado el coletudo.

Román hizo aparición en el tercio de quites, echándose el capote a la espalda,...


Salió con pies y abriéndose tras los lances el segundo, de nombre Nevado. Morenito de Aranda dejó algún destello a la verónica en el recibo. Tomó con prontitud la primera vara, que cayó trasera, a la que salió lo probó el arandino, que inteligentemente le fue dando tiempos, en vista de la justeza de fuerzas del cornúpeta. La segunda entrada fue cumplir expediente con un picotazo del que salió suelto. Román hizo aparición en el tercio de quites, echándose el capote a la espalda, en un variado quite en el que hizo alarde de valor, combinando en función de la trayectoria del toro gaoneras con una orticina, rematando con suavidad en una bonita larga. Morenito no quiso quedarse atrás y dejó su firma a la verónica en otro sabroso quite. Su cuadrilla hizo buena labor en banderillas, desmonterándose Jarocho y Pascual Mellinas, lidiando bien Zamorano a una res muy aplomada aunque con prontitud al cite. Inició faena en tablas, saliendo a los medios para ligar la primera tanda con la diestra, algo despegada. No influyó este detalle para que enseguida el público conectase con su labor y se pusiese de su parte. Se echó la zurda cuando apenas le quedaba al animal ya medio muletazo de recorrido en su embestida babosona, noblota, sosa y descastada, además de evidenciar mansedumbre. No le quedó toro al burgalés para los remates y tras un pinchazo caído y otro sin cruzar, descabelló habiendo escamoteado la suerte suprema, pues no agarró ni una media estocada. Fue ovacionado entre división tras escuchar un aviso; y silenciado el burel.

Román se dispuso a estirarse en el recibo de sus dos reses sin antes abrir y probar la toma de contacto y la forma de embestir. Esto dio fé de su disposición y valor, pero el animal le enganchó el capote al echar la cara alta en los lances. Se paró enseguida este Carroñero, tomando en una primera entrada un picotazo en el que se dejó pegar un buen rato antes de irse suelto. En la segunda entrada salió suelto de otro refilonazo; teniendo que entrar por tercera vez, pues a buen juicio del palco, no eran dos puyazos reglamentarios. En este tercero se quedó a dejarse pegar el picotazo, saliendo muy justo de fuerzas y escaso de casta. En garapullos estuvo aplomado, buscando las tablas y muy distraído. Lo mejor del tercio vino de parte de Raúl Martí, que salió a cuerpo limpio con los palos en la mano a hacer el quite a su compañero El Sirio, que venía de salir de un par con el morlaco haciendo hilo. Inició faena por bajo más allá de las rayas, burlando dos arrancadas con pies antes de que regresase el astado a su aplomo. Se puso el valenciano encimista, además descolocado y un punto pesado y tremendista. Solo al final pudo correr una vez la mano y rematar con un trincherazo ese destello. Se tiró por derecho en la rectitud en la suerte suprema, dejando una buena estocada, un punto trasera pero muy efectiva, que dio boleto a este manso, flojo y descastado tercero. Fue silenciada la labor del joven espada.

Garrochista salió en cuarto lugar y fue otro ejemplar que se paró enseguida tras pocos lances, tomando la primera vara con prontitud, bien agarrada a la caída del morrillo. En ella cumplió con la cara abajo, costando sacarlo, mientras que en la segunda recibió apenas un picotazo que provocó la protesta de los tendidos, ante lo cual se le metieron las cuerdas aun habiendo ya levantado antes el palo. Ante los rehileteros se mostró distraído y aplomado, frenándose en la brega. El Puchi estuvo aseado, eficaz. Inició Eugenio de Mora su faena en tablas, pero el toro únicamente se defiende, echando la cara arriba y frenándose, pese a las ganas del toledano, que tuvo que abreviar, algo que el público le agradeció. Lo cazó de un bajonazo muy al hilo de tablas. Pitos en el arrastre para este manso descastado y silencio para el diestro.



Cetrero hizo aparición en quinto lugar, siendo recibido con aplausos a su paso por su bella estampa. De pelo burraco y trapío espectacular, Morenito lo recibió con un buen ramillete a la verónica, precipitándose al querer rematar lo que ya estaba rematado con una segunda media, en la que el toro le desarmó, teniendo que correr tras el lucimiento, que fue de agrado pero que no llegó a fijar la embestida, por lo que la primera vara la tomó al relance y desde dentro de las rayas, saliendo el animal desentendido. Para la segunda apenas un picotazo del que salió suelto. Román no perdonó su quite, esta vez por tafalleras, vibrante por su quietud. En banderillas aunque tardo, iba con todo cuando arrancaba, incluso sorprendiendo en algún arreón. La brega fue buena por parte de Jarocho, mientras que Zamorano y Mellinas se desmonteraron. El burgalés apostó y se fue a los medios, donde dando distancia inicio un trasteo vibrante por la trasmisión que tenía la prontitud en la arrancada del morito y como acudía con todo a por su objetivo; además se hizo presente la ligazón, pues aunque el toro no terminó nunca de humillar ni de entregarse e incluso apenas tenía medio muletazo llevándolo sometido de verdad; la inercia no le dejaba frenar, de modo que se desplazaba más allá del trazo del pase y su prontitud si le hizo repetir. La faena tuvo buen plateamiento, siempre con una buena distancia y dando tiempo entre las tandas cortas pero intensas; aún así, los lances no me terminaron de convencer, pues pese a que hubo destellos, más de uno enganchado, algo acelerado y con más de un tirón y latigazo que evidenció falta de temple. La suerte estuvo descargada, y lo peor: los desplazó casi siempre hacia afuera al dar salida. El planteamiento, bueno hasta el momento, se desconfiguró al tomar la zurda, bastante tarde, por cierto. Para torear al natural (no habiendo hecho nada raro el toro por ese pitón), acortó la distancia, quedándose corto el astado; por lo que regresó al derecho, donde consiguió los mejores muletazos, más en redondo. El pase de pecho se lo enganchó, pero remató por bajo. La plaza estaba con él, muy metido en su faena. Remató sin haber visto apenas el pitón izquierdo y sin llegar a cuajar la faena que por su trasmisión y pese a sus defectos, el toro tenía. Pinchó arriba, algo que debió privarle de la oreja que paseó (concedida sin mayoria, por cierto), dejando después una estocada vertical atravesada metiendo la mano con habilidad. Concedido el trofeo y tras escuchar la ovación de gala con que fue despedido en el arrastre este Cetrero, -algunos incluso le pedían la vuelta al ruedo-, me hice dos preguntas. La primera a qué plaza había venido a ver toros. La segunda ¿si no llega a pinchar le piden dos orejas?.



Román se dispuso a recibir al sexto a pies juntos, sin probaturas. Este Civilón tomó una primera vara trasea en la que cumplió con fijeza, metiendo riñones, saliendo hacia tablas del puyazo, en su primera cantada de huída. Lo tuvieron que dejar debajo del peto para la segunda entrada, un picotazo en el que no se empleó y del que salió suelto. Ante los de plata anduvo moviéndose a arreones, buscando los chiqueros, tratando de parear a la media vuelta para evitar el apretón hacia los adentros. Lo suyo hubiese sido al sesgo, de dentro a fuera, pues para los medios siempre hubiese apretado menos. Inició el valenciano su faena por estatuarios, continuando recortando las embestidas, a pies juntos. El bronco y rebrincado manso tiene trasmisión por su peligro. Muy dispuesto aunque encimista, tratando de sacar algo estuvo Román, peleando con un animal que solo pensaba en huir y que le iba llevando poco a poco hacia chiqueros. Se equivocó al citar al natural con el toro mirando a las afueras, pues solo pedía adentros. Tras insistir en el cite, se arrancó, revolviéndose hacia su querencia en un latigazo que le costó una fuerte voltereta. Regresó a su ser, a torearlo paralelo a tablas y cerca de ellas, en un punto ya tremendista. Despachó en chiqueros de media estocada tras dos pinchazos en los que no cruzó. Fue silenciada su labor tras un aviso.

Rubén Sánchez.

viernes, 12 de mayo de 2017

Manseó La Quinta manteniendo el interés con su casta y un buen Javier Jiménez al natural.

...con más de la mitad de faena hecha, rompiendo de verdad las embestidas por abajo y en redondo, llevándolos hasta detrás de la cadera...

En tarde desapacible y lluviosa al inicio del festejo, se ha abierto la Feria de San Isidro con un encierro de La Quinta, corrida cinqueña, algo desigual de presentación aunque todos con trapío suficiente. Los tendidos presentaron un aspecto pobre para ser feria, aunque parte de culpa la tuvo el aguacero que descargó sobre el coso minutos antes del paseillo.

En primer lugar salió un Orejita, abanto de salida y mostrando justeza de fuerzas, echando las manos por delante. Alberto Aguilar dejó un buen recibo capotero, lo mejor de su actuación en el festejo. El astado fue muy malamente picado, al relance en un primer encuentro se llevó dos cortes a la caída del morrillo y una vara trasera. Salió suelto y fue colocado a media distancia para la segunda entrada, a la que no quiso el bureal acudir. Tras tardear e irse a buscar los capotes, fue bien colocado en corto junto a la raya por el eficaz lidiador César del Puerto. Apretó el cornúpeta hacia las afueras mientras se le recetó con ímpetu una vara trasera. David Galván trató de hacer un quite pero remató al segundo lance en vista de la falta de fuerzas del cárdeno, que llegó a banderillas con pies y prontitud, viéndose un buen par de César del Puerto. El trasteo inició por bajo saliendo a los medios, buscando enseguida el pitón izquierdo, dando una buena media distancia y consiguiendo, sin grandes dificultades por la condición de la embestida, ligar varias series a las que faltó ajuste. Si bien no terminaba de humillar, a media altura seguía la muleta, que más bien acompañaba, con recorrido y repitiendo, pero el madrileño aunque correcto sin más, no lo terminó de aprovechar, quedando su actuación por debajo de las posibilidades que el toro le ofrecía. Tomó la diestra y algo amontonado, acelerado remató con un cambio de mano, intentando por último conectar volviendo a la zurda cuando el animal ya desentendido pedía la muerte, algo que le recriminó parte del público, de modo que se dispuso a doblarse con él y trastear antes de entrar a matar, algo que hizo con serias dudas, lo cuál añadió dificultades a la suerte suprema. Dejó una estocada casi entera algo caída y trasera, perdiendo la muleta y descabelló, de nuevo con precauciones tras escuchar un aviso. Fue silenciado, al igual que en el arrastre este manso y noble primero.



Presidiario lució en su aparición al redondel una bonita estampa,  cárdeno claro caribello, salió huidizo y sin pies. David Galván trató de enseñarle a embestir, soltando capa de modo que fuese lo único que viese el animal en su afán por salirse suelto, buscándole las vueltas con oficio, algo que propició que el animal huyese al verse dominado. Lo único bueno que había mostrado su embestida hasta el momento era su buena humillación en la acometida. En varas hubo bastante desorden, muchos capotazos. Y es posible que en parte fuese por evitar la bronca del público, pues a la plaza en general le cuesta entender que cuando no hay bravura alguna para mostrar, lo que hay que hacer es picar al toro de manera efectiva y sin alargar la lidia, evitando (y más en casos como este) que el animal se oriente más de lo debido. Hasta en tres ocasiones fue tratado de llevar por su matador hacia la montura de contraquerencia, cuando era de sobra tangible que ni era el terreno al que quería ir (lo tuvo que cortar antes el tercero al irse hacia el caballo que guardaba la puerta y ya había arreado varias veces hacia chieros) ni se le iba a poder picar allí. Finalmente y tras haberlo intentado tres veces, dejó que el toro tomase un puyazo fuerte en el caballo de puerta, del que salió suelto tras tratar de quitarse el palo echando la cara arriba. Como era de esperar, fue abroncado igual que si hubiese mandado al picador titular ir hacia ese terreno tras el primer intento, solo que habría además ahorrado en esfuerzos y el toro en capotazos y en tiempos para irse orientando. Ya en la segunda vara ordenó al piquero titular cambiar de terrenos hacia el 5 y ni allí se le pudo tapar la salida, solicitando equivocadamente a mi entender el cambio de tercio habiendo dejado crudo a una res que no se empleó, con gran facilidad para venirse arriba. Llegó distraído a la brega, con una embestida rebrincada y evidenciándose menos la humillación antes patente, acusando el exceso de capotazos. Ante los rehileteros espera midiendo, corta una vez arranca, se orienta por momentos en tanto que le dejan pensar en algún tiempo muerto. El joven espada inició faena por bajo, tratando de alargar una embestida muy complicada, una embestida para faena de aliño. Pese a todo, optó por tirar la moneda aunque con las precauciones lógicas, y cuando pareció en dos pasajes que se había tragado dos redondos por el derecho, en un fuerte y certero gañafón, le alcanzó el gemelo, propinándole una fuerte voltereta y caída, quedando inconsciente el espada en el albero. El parte médico aclara que además de perder la consciencia, el golpe le produjo conmoción cerebral y rotura de codo, mientras que el gañafón le caló en un puntazo corrido. Pronta recuperación, aunque lo del codo ya es mala suerte. Si Alberto Aguilar no terminó de entregarse, de confiarse con el anterior, no entramos a detalles de las precauciones que tuvo para pasaportar a este, optando por entrar a matar sin antes dar unos muletazos de castigo para facilitar la empresa. Pinchó en cuatro ocasiones, agarrando media estocada a la quinta, algo tendida. Además de que le faltó doblegarlo y que el toro debió tomar al menos otra vara en condiciones, los pinchazos vinieron porque el madrileño no es que no entrase recto en la suerte al tirarse, sino que además de salirse, no pasaba. Y sin pasar lo difícil es agarrar el estoque, aunque sea en lo bajo. Descabelló, habiendo silencio por parte del público. También para el complicado y orientado manso encastado.

Matajaca fue el más armónico de la corrida, más bajo de agujas, algo más corto y de canales redondeadas, tenía hocico chato y su cara acapachada le daban cierta similitud a la expresión tan admirada de los pablo-romeros. Salió con pies, algo rebrincado y humillando, aunque pegando tornillazos. El toro se picó bien, a la caída del morrilo ambas varas por parte de Agustín Romero, que fue aplaudido al abandonar el ruedo. En cambio la pelea del astado no gozó de tanto lucimiento, al hacerla echando la cara alta. Fue pronto en garapullos, desluciendo la brega con sus gañafones y frenazos al tomar las telas, destacando ante su embestida Abraham Neiro "El Algabeño" en dos buenos pares a los que citó dejándose ver despacioso, andándole con torería. La faena inició por el derecho, muy bronco, por lo que optó por irlo sobando con la zurda, por donde con buen concepto, cargando la suerte, logra ligar algunos naturales. El toro se dejó, aunque se fue aplomando por momentos, yendo a menos, teniendo el sevillano que acortar la media distancia antes dada y quedando el trazo del muletazo cada vez más escaso. Regresó a la diestra y ya todo había cambiado. La brusquedad no era tal, pero apenas tenía medio pase, le dio varios con la muleta a media altura, alargando innecesariamente una faena que ya estaba hecha. Estuvo mal con los aceros, agarrando algo menos de medio estoque a la quinta, tirándose desde fuera de la suerte. Fue silenciado, al igual que este Matajacas, que aunque encastado, fue a menos.

El toro se picó bien, a la caída del morrilo ambas varas por parte de Agustín Romero, que fue aplaudido al abandonar el ruedo.
Veleto y acodado, quizá un poco cornipaso aunque no muy ancho de sienes para tratarse de Madrid era el cuarto, de nombre Gaditano, frío de salida y que salió de najas en la primera entrada a la cabalgadura, haciendo sonar el estribo en la segunda, entrando una tercera en la que no se empleó, desentendido de la pelea mientras recibía un puyazo fuerte. La lidia transcurrió sin mucha no ya brillantez, sino implicación de un reservado Alberto Aguilar. Salió el morito del puyazo con la cara alta y aplomado, agarrándose al piso aunque un punto gazapón, tardeando, buscando terrenos del tercio en la zona del 1. Inició faena el madrileño sacándolo un poco de su terreno, buscando enseguida el pitón izquierdo, en tanto le sorprendió la nula humillación por el derecho. Al natural se los tragaba el astado entre las dudas y sin ajuste alguno, apenas se metió el público en la labor del espada en unos breves pasajes en los que el toro, hacia los adentros, apretó, humillando y trasmitiendo por aquello de que se movió y repuso, no tanto por los dos latigazos con los que canalizó el coletudo dichas acometidas. De nuevo mal con la espada, teniendo que descabellar. Duro de patas este manso que fue también a menos; y que pese a estar tocado por uno de los descabellos, que le limitó alguna parte del sistema nervioso, quedando aparentemente inmóvil pero en equilibrio luchando por no doblar, buscó con saña al tercero cuando se dispuso a cachetear puntilla en mano.

En quinto lugar hizo aparición Coquetón, desarmando y buscando haciendo hilo con brío a Javier Jiménez, pese a tener su capote entre las astas, teniendo el sevillano que tomar el olivo. Acudió con prontitud al cite en la primera vara, que cayó caída, peleando con un fuerte cabeceo y buscando salida y costado izquierdo del jaco en un afán constante por quitarse la puya, algo que logró justo antes de salir suelto del peto. Tras una lidia desordenada fue puesto en corto, saliendo a su encuentro el picador, que le pegó fuerte y en mal sitio, con el toro dejándose pegar, sin emplearse. Con las frías pudimos ver a un meritorio Alejandro Sobrino, pues el astado mostró complicaciones, cortando descaradamente por el derecho, con unas ideas e inteligencia más racional que propia de un bovino, teniendo El Algabeño que soltar su capote y cuartear quitándose en dos ocasiones. Inició su faena el joven diestro con cabeza, pues pese a tener el engaño en la derecha, solo le tanteó por el izquierdo, disponiéndose pronto y sin probaturas a ponerse al natural, cargando la suerte, fajándose las embestidas en el embroque pero con la pega de despedirlas hacia fuera, algo que unido a lo que se abría de por sí el cárdeno en sus embestidas, le deslucían en parte la ligazón, conseguida prácticamente teniendo que ir a atacarlo, buscándolo allí donde había quedado tras cada lance. Esto lo corrigió ya con más de la mitad de faena hecha, rompiendo de verdad las embestidas por abajo y en redondo, llevándolos hasta detrás de la cadera, pasajes ante los cuales los olés sonaron con rotundidad. Hecho esto, inexplicablemente tomó la diestra, pese a lo metida que estaba la gente con su mano izquierda sobre todo tras dejar los mejores naturales; y al astado no le agradó que así lo hiciese, como si se hubiese dado cuenta con el pitón que le activaba el "modo racional" de todo lo que llevaba regalando por el izquierdo. Le pegó un arreón hacia chiqueros, haciendo sudar al de luces, que optó por acortar distancias, yendo todo a menos. Dejó una estocada contraria tendida que tardó en hacer efecto. Saludó una ovación tras aviso y hubo una ligera petición de oreja. El manso encastado con su buen pitón izquierdo, levemente aplaudido.



Cerró la tarde Temeroso, entrando con pies al anillo. Cumplió en la primera vara, que fue fuerte y en buen sitio a la caída del morrilo, quedando la segunda un punto más trasera, de la que el astado salió suelto tras pelear con la cara alta. Llegó a banderillas aplomado, aunque fijo y con prontitud, pero de nuevo echando la cara arriba y bronco en la brega, de modo que el diestro se centró en el pitón derecho en su faena, sin terminar de lograr con temple que no le tocase las telas en un tornillazo que tiraba a mitad de muletazo el astado con su playerona asta diestra. Tomó el estoque tras probar el izquierdo, por lo desentendido del comportamiento del morlaco, que dio parte de cuando en este encaste un toro definitivamente se aburre o se raja, no necesariamente buscando refugio de tablas o chiqueros, simplemente manifestando saliendo con la cara a media altura, distraído de los lances, que le falta la codicia suficiente para continuar la pelea. Fue duro de patas, eso sí, pues tras estocada arriba algo atravesada, no doblaba, sonando un aviso, optando el matador por tirarse de nuevo, algo que hizo en tres ocasiones más para agarrar un pinchazo hondo, llegando el segundo aviso ante la dureza para caer de su adversario.

El juego de los toros pese a su mansedumbre dio bastantes detalles que analizar, lo cual me tuvo interesándome por lo que ocurría en el ruedo, siendo un festejo entretenido a pesar de la baja nota de bravura por el buen punto de casta del encierro, las dificultades que crearon y las virtudes que también atesoraron.

Rubén Sánchez.