La terna venía dispuesta, y al igual que la tarde anterior, el público, que llenaba los tendidos hasta la bandera, hizo saludar a las cuadrillas una clamorosa ovación junto a los matadores.
Juan Mora comenzó con unos bellos lances de recibo, que revolucionaron al personal. La faena tuvo también un buen inicio, pero poco a poco se fue llendo a menos, especialmente con su toreo al natural, tan personal. Pinchó varias veces, tirándose bien, y la cosa quedo en una gran ovación que salió a recibir el extremeño. En el cuarto no llegó la cosa a arrancar. Del toro ni hablamos.
José Tomás paseando dos trofeos del segundo de la tarde. Fotos: Torerilla. |
José Tomás para ir calentando meció la capa como pocas veces, dando lances de gran temple, además ganando terrenos. Hubo varias verónicas que dejaron esencia de la tauromaquia para varios años allí en Barcelona, porque no se acababan nunca. Con la franela anduvo algo más despegado de lo normal, y en las dos primeras series abusando del pico. La cosa fue a mejor conforme continuaba la faena, la cuál se baso en la mano zurda en su mayoria. Tras matar a la primera se le pedía el rabo. Mientras tanto en el ruedo el personal de arrastre esperaba a que alguien pusiese el huevo, y no se llevaban al burel...por lo que ante el desorden un banderillero cortó el rabo ( que no había sido concedido) produciendo luego confusión entre el personal, al ver como el alguacil lo arrojaba al suelo, pues la autoridad mandó premiar aquello con dos orejas.
En el quinto, se lució Tomás en un quite por gaoneras, con un toro quizá con menos fijeza de la adecuada para poderse lucir en esa suerte, pero resolvió tirando de valor frío. La faena fue algo más descafeinada, incluyendo una serie de molinetes, recurso que utilizó cuando mas cruzado le venia el toro. Aquellos afarolados se agradecieron y mas rotundos aún fueron los pases de pecho que remataban las series. Se tiró muy de frente y tras chocar con el toro dejó en lo alto un estocadón ejecutando muy bien la suerte al volapie.
No pudo estirarse mucho a la verónica con aquel capote que rezaba LIBERTAD en sus vuelos, y una señera en el envés, pero Serafín, torero de Barcelona, como rezaba una gran pancarta, estuvo dando todo lo que pudo por la que ha sido y será su plaza. Lo mejor de su actuación fueron las ganas, y la emoción y el llanto que hizo llegar a los tendidos, ese amor por aquella aficion y por la plaza. Además de algunos buenos muletazos a Dudalegre, sexto de la tarde, y una gran estocada con la que abrió la puerta Grande para ir acompañado de la afición hasta el hotel por las calles de la Ciudad Condal.
Serafín, esto no acaba aquí.
Cartujanillo.
En breve, los recuerdos y vivencias de Torerilla aquel fin de semana, y los videos de los mejores pasajes.
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