Todo un señor |
El calor de agosto nos respetó más de lo que nos esperábamos, en la coqueta protátil de la localidad abulense, una plaza con solera de llevar de siempre corridones de toros, en pleno valle del Tiétar, y en esta ocasión, aunque con una feria más corta que antaño, cumplieron con la idiosincrasia del municipio; lidiándose una corrida de Antonio López Gibaja de gran presencia, con varios toros de mucha cara, y todos muy bien comidos, musculados, bajos de agujas, pero largos y bien hechos, muy enmorillados y de hondos pechos, en definitiva, una corrida que salvo por la cara, algo más abnrochada del quinto, hubiese servido para cualquier plaza de primera categoría, incluso tres toros sin problemas en Madrid. Ahora analicemos toro por toro el comportamiento de estos animales y pasemos a juzgar las actuaciones de quiénes les dieron cuenta, Sánchez Vara, Octavio Chacón y Manuel Jesús Pérez Mota.
Buena entrada |
Cartel |
Rompió plaza un animal que de salida adoleció algo de falta de fuerzas. En vas apretó aunque con la cara alta, en un puyazo fuerte, trasero y caído, que le hizo daño en mal sitio. El alcarreño quitó por navarras, y después banderilleó, viéndose un animal pronto pero sin demasiada fijeza. En la muleta acusa la falta de fuerzas que se vio desde que salió y que se agravó tras la suerte de varas tan mal realizada, además de las carreras para los pares a toro pasado del de Pareja. La faena fue populista, en la línea de Sánchez Vara, y la remató de una estocada baja, que le valieron al palco para regalar el segundo trofeo a Francisco Javier, que dió con un toro pronto y noble, aunque algo justo de fuerzas.
El segundo tuvo muchos pies al pisar el ruedo, pero también adoleció algo el no haber descansado lo suficiente tras el viaje. Cumple en dos fuertes puyazos, en los que apretó y donde se le dio bastante. En la breha embestía a trompicones, acusando el esceso del tercio anterior, llegando a la muleta mosrando mucha nobleza, sin llergar a trasmitir, pero resultando obediente, educado y con clase para el torero, que estuvo poniéndose y quitándose continuamente, mostrando falta de oficio y hasta de valor, y que remató la obra con detalles para el personal festivalero. Su confirmación en Madrid es más que una incógnita, pues si lo de ayer le vino grande, veremos la primera plaza del Mundo. Una estocada delantera propició la concesión de un trofeo, con petición de la segunda - logicamente, ya que sin estar a la altura, estuvo infinitamente mejor que Sánchez Vara, y recordemos que paseó dos-. El animal fue noble, obediente y con clase, además de cumplir en varas.
Chacón paseando un trofeo |
El tercero era para Pérez Mota, sin duda el espda que más oficio mostró, y que firmó los mejores pasajes del festejos a nivel artístico, sin olvidar que tuvo el lote que más se quiso rajar y al que entendió bien sus terrenos y supo dejarsela puesta. El morlacosalió suelto de las telas de recibo, y cumplió en un puyazo largo y fuerte; pero llegó a la muleta queíéndose marchar, y el diestro, dejándosela puesta, perdiendo los pasos pertinentes, logra sacarle al castaño embestidas por abajo, una detrás de otra, firmando una buena faena, de gusto y oficio, además de rubricar la obra con una buena estocada, que se quedó delantera y cayó algo contraria, pero que se ejecutó haciendo muy bien la suerte suprema y tirándose arriba, mostrando su valía y técnica. Dos orejas merecidas para la categoría del coso, ante un animal noble pero algo rajado.
Pérez Mota asentado con el tercero |
El cuarto fue el toro de la corrida, hablemos de él por su nombre: Cigarrero, un toro que además de ser un tío, tuvo casta, poder y bravura, mucha fijeza y prontitud. En varas le pegaron fuerte en el espinazo, en un puyazo en el que apretó una barbaridad, queriendo romanear- aunque sin conseguirlo derribar- a un señor caballo de la cuadra, nada menos que del coso venteño. En banderillas apretaba para dentro, pero también de dentro afuera, donde sorprendió a Sánchez Vara que le colocó en tablas para aliviarse, y tuvo que pasar en falso, cortándole mucho en el segundo par, viéndose desbordado - no por la maldad del animal, sino por su fijeza, prontitud y porque iba con todo al cite - cambiando el tercio sin llegar a clavar un tercero. La historia se repetía, el alcarreño con un toro de bandera, no hace falta echar mucho atrás la vista para recordarlo; esa ha sido su penitencia, pues a base de malos toros todos hubiesemos resaltado siempre la honradez del alcarreño, pero ante el buen material de muchas ocasiones sus carencias ya han quedado más que patentes. Asique imaginénse, en la muleta un toro que embestía pronto, fijo en el engaño, codicioso y por abajo y con el que el espada no se asentó nunca, tratando en todo momento de mermarle a base de pases sin templanza alguna, desplazándolo hacia afuera, sin aprovechar las embestidas, rematando el asunto de un bajonazo infame, saliensd airoso pensando que otras dos orejas facilonas iban a caer, pero que no cayeron porque algunos aficionados reventaron en protestas, quedándose al final la cosa en leves protestas para el matador, y leves palmas también para este buen Cigarrero.
Sánchez Vara entrando a matar |
El que hizo quinto era un señor, además muy bonito de hechuras, pero salió descordado de toriles, unos corrales de obra, por cierto, en una portátil. El animal tuvo que ser devuelto, y se complicó la cosa a la hora de meterlo y alli matarlo, después arrastrarlo. Pero peor se las vieron para sacar al sobrero, de Valdeolivas, y la tiempo corría que era un primor, la noche se echaba encima y los nervios hicieron ir a poner orden al empresario, Morenito de Cáceres, que tuvieron a bien decidir en vista de que el sobrero estaba ya muy caliente y no salía, que se corriese turno, lidiándose en quinto lugar el que hacía sexto, por Pérez Mota.
Este quinto lidiado pero sexto de orden, era un animal negro, el de mayor hondura y musculadas carnes, pero con la cara algo menos ofensiva. El burel recibió una desordenada lidia, cumplió en una vara fuerte y trasera, recibiendo una segunda, también fuerte y trasera, en la que volvió a cumplir. En banderillas se les fue de las manos y el tercio se hizo largo, ya que el morlaco apretaba para adentro, llegando a la muleta como toro de adentros y de la raya, donde humillaba codicioso, acudiendo con fijeza a los toques, y dejando el espada buenos muletazos, mostrando haber comprendido bien y dar al animal lo que pedía. Volvió a ejecutar bien la suerte suprema, no siendo casualidad lo del anterior cornúpeta, y la estocada quedó buena, pero con el defecto de estar algo caída. Buen toro que se comportó en bravo en el caballo, aunque se aquerenciase tras las banderillas.
La cuadra de caballos de Madrid |
El último fue el sobrero, que a base de paciencia y de achucharle, decidió tomar la plaza. El de Valdeolivas tenía menos presencia, y quedó más aplomado tras el recibo, guardándose las fuerzas para derribar al picador, cogiendo al caballo por los pechos y empotrándolo contra las tablas de manera espectacular, teniendo que ser coleado de como se encelo con el equino. Y tras el derribo vino el abuso, como es habitual, el piquero cargó su saña en el segundo puyazo, donde el animal apretó. La noche estaba ya metida en el coso, y con un par de frías tocaron a matar. El bicho parecía estar en la muleta soso y parado, acusando lo mucho que le calentaron en el corral, dando a entender que se defendía, que no quería más pelea. Octavio Chacón le puso empeño, toreando semi a oscuras, enseñando la nobleza y clase del animal tras sobarlo con la franela, dando una digna impresión, aunque permitiendo algun enganchón y algo descolocado. La espada se le fue un poco caída, pero la oscuridad hizo que se apreciase poco, que la concurrencia tirase millas rápido, y que la cosa quedase en un silencio. Bravo en el caballo y con clase en la muleta, aunque algo reservón este de Valdeolivas.
Esperemos que esta localidad continue apostando por echar corridas de toros bien presentadas, y cuidando la Fiesta tal como lo hacen en la medida de sus posibilidades. También desde este blog se desea suerte a este hierro, que siga buscando y lo encuentre, ese dificil equilibrio entre el picante y la dulzura, que se pudo contemplar en Cigarrero.
Fotos de J.Salamanca
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